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“Hablamos mucho del coche eléctrico cuando el problema es el todoterreno urbano”

El director de la AIE asegura que la energía es responsable del 80% de las emisiones y que sin arreglar el problema no se conseguirán los objetivos del clima

Fatih Birol, director de la Agencia Internacional de la Energía, el viernes pasado en un hotel de Madrid.
Fatih Birol, director de la Agencia Internacional de la Energía, el viernes pasado en un hotel de Madrid.R. G.

El economista turco Fatih Birol (Ankara, 1958) es de esos oradores que llevan a la audiencia a su terreno con ejemplos de la vida cotidiana. “¿Ven esta corbata? Es de Monoprix [cadena de supermercados baratos francesa] y me ha costado cinco euros. Ni la aparto cuando voy a comer. Pero si fuera de Hermès...”. Birol habla del incentivo para contaminar, que se resume así: “Los subsidios a los combustibles fósiles triplican los de las renovables”. Cuando algo es barato, dice el director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el consumidor no se plantea cambiar su comportamiento.

Antes de presentar el último informe de la AIE en Madrid, el viernes pasado, Birol se sentó con EL PAÍS para hablar de energía y cambio climático. Esas decisiones individuales, como la de la corbata o la de comprarse un coche diésel o eléctrico, son importantes, explica, pero las decisivas son las que toman los Gobiernos. Especialmente, en su sector: “La energía es responsable de aproximadamente el 80% de las emisiones y sin arreglar este problema no tenemos absolutamente ninguna posibilidad de conseguir nuestros objetivos del clima”, asegura.

A Birol, que ascendió internamente hasta el puesto de mayor responsabilidad, le preocupa lo que llama la “gran desconexión”. De un lado, los científicos diciendo que hay que reducir emisiones lo antes posible y los Gobiernos poniéndose objetivos y haciendo esfuerzos. Por el otro, los datos. “Cuando los miro, veo esa desconexión entre los objetivos políticos y los números. En París se celebró una COP importantísima en 2015. Desde entonces, las emisiones globales han crecido una gigatonelada, y eso es muchísimo”.

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Birol también critica que la atención de la comunidad internacional “a veces no está bien enfocada”. Lo hace con un ejemplo sencillo: el coche eléctrico. “Hablamos mucho de él pero los números muestran que el gran cambio en la industria del automóvil no es ese, sino los SUV [todoterrenos urbanos]”. El experto recurre de nuevo a las cifras para hablar de este problema: en 2010 los SUV suponían el 18% del parque de vehículos. Ya son el 42%. Se compran masivamente en Estados Unidos y Europa, pero también en Asia. “Y consumen un 25% más que un coche normal, con lo que contrarrestan el ahorro que supone el coche eléctrico. Ponerse objetivos, sin hacer nada más, no cambia las cosas”.

Por eso, opina Birol, “la buena voluntad por sí sola no es suficiente”. “Muchos consumidores en todo el mundo querrían ver la cuestión del cambio climático resuelta porque está afectando a nuestras vidas. Yo vivo en París, donde ya hemos tenido varias olas de calor. Acabo de hablar con el ministro sudafricano; allí están asustados por las sequías y los fenómenos meteorológicos extremos. Pero las elecciones de los individuos van en otra dirección. Si fuera ministro, me aseguraría de que comprar un SUV tuviera algún desincentivo. Hay que dar a los consumidores señales para que vayan en la dirección correcta”.

Birol asegura que tiene “grandes expectativas” para la COP 25, a la que acudirá la semana que viene, y agradece al Gobierno español haberla organizado. No será el único piropo que le lance al Ejecutivo socialista durante la entrevista. “España ha tomado una buena decisión para sus plantas de carbón”, dice sin que se le pregunte por ello [se refiere a la decisión de Endesa de cerrar antes de tiempo todas sus centrales de carbón]. “Podría ser un buen ejemplo para otros países, aunque sabemos que las condiciones en España son muy distintas de las de la India, por ejemplo”. ¿Porque aquí nos lo podemos permitir? “Sí, esa es la diferencia”.

El carbón es hoy “el mayor problema” en opinión de Birol. Los datos que maneja la AIE muestran que hay más de 2.000 gigawatios de carbón instalados en el mundo y que gran parte están en Asia: Indonesia, China, la India... “Estas centrales son el emisor número uno de CO2”, subraya. Y tienen dos problemas: el primero, que “son muy jóvenes, tienen 12 años de media”. Es decir, les quedan 40 años más de operación. “Si no intervenimos, en 2050 serán la principal fuente de emisiones en el mundo”.

El segundo es que esos países están desarrollándose. Alemania, recuerda, ha decidido abandonar el carbón en 2030. “Y eso está muy bien, pero en Alemania el carbón da electricidad a la cuarta televisión de la casa, la de la cocina, mientras en la India llega a pueblos para que los padres guarden las medicinas refrigeradas de sus hijos”, ejemplifica. Porque si el carbón preocupa a Birol, aún le quita más el sueño la “profunda divergencia” entre “la promesa de la energía para todos” y los 850 millones de personas en el mundo que aún no tienen acceso a la electricidad. O lo que es lo mismo, “cómo encontrar el equilibrio entre el crecimiento de esos países y las emisiones”.

La energía solar es cada vez más barata, constata Birol: “Es la estrella de la generación de energía”. Según el estudio World Energy Outlook que presentó en Madrid invitado por el Club Español de la Energía, el auge de las renovables y del gas natural está reconfigurando el mix energético mundial. Según sus predicciones, en 2040 las renovables supondrán casi la mitad de toda la generación. El coste de la eólica marina (offshore, en inglés), en la que Europa es líder, también está cayendo, dice Birol. “Esperamos que siga la trayectoria de la solar”.

Las renovables, asegura el director de la AIE, son la gran esperanza energética para África. “Trabajamos con ellos para atraer inversiones. Hay muchas empresas interesadas, porque la demanda de electricidad es grande. Se trata de que todos ganen: los inversores dinero y los africanos, acceso a la electricidad”.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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