Chocolate de la ONU, datos ‘bajona’ y la niña Greta
Preguntas necesarias y otras inevitables en la segunda jornada de la COP25
Hay preguntas que hay que hacer; y otras que no puedes evitar hacerte. Las necesarias y las inevitables. Ayer en la COP surgieron ambos tipos de cuestiones. Ejemplo 1: ¿Cómo estamos arreglando la emergencia climática? Ejemplo 2: ¿¡Ha llegado ya Greta!?
Respondiendo a lo primero, tres organismos científicos internacionales escupieron datos desoladores. Este año estará entre los tres más cálidos jamás registrados, las emisiones en vez de bajar, siguen subiendo, y cada vez nos enferma más la polución. Quizás para endulzar estas amargas respuestas, la ONU repartió tabletas de chocolate sostenible. The change chocolate, se llaman, y son ya un clásico en estos eventos entre los hambrientos periodistas, delegados y observadores de la cumbre.
Al mismo tiempo —en los pasillos de Ifema, en la calle, en las redacciones—, la pregunta inevitable eran las coordenadas de la adolescente sueca que ha dado voz y arco narrativo a la angustia colectiva.
¿Cómo vamos?
Mal y tarde. Global Carbon Project avanzó esta madrugada su informe anual sobre la evolución de los gases de efecto invernadero. Este año se cerrará con un incremento del CO2 del sector fósil de un 0,6%. No es mucho, pero está lejos de ser suficiente para salvar el planeta. Lo que debería hacer es caer drásticamente y lo que parece es que va a seguir subiendo hasta 2030.
¿Qué va a pasar?
Deshielo, subida del nivel del mar, inundaciones, sequías y cada vez más calor... 2019 cierra la década con las temperaturas más altas jamás registradas. Los datos bajona los dio la Organización Meteorológica Mundial.
¿Vamos a morir todos?
La OMS alertó por su parte de que la contaminación cada vez provoca más cáncer de pulmón, asma, neumonía... Pero el dinero para adaptar los sistemas sanitarios no llega. Hablaron de 10.000 muertes prematuras solo en España por el aire sucio.
¿Y Greta?
¿Atracó el catamarán? ¿Cómo vendrá a Madrid? ¿Llegará a la mani del viernes? Greta atracó en Lisboa y el resto es misterio. Thunberg levanta pasiones y feroces críticas (a ella, a pesar de ser una niña, o a sus padres). Y, sobre todo, despierta curiosidad. Y, te guste o no Greta, la curiosidad es siempre el principio, el hilo cosquilleante del que nacen las preguntas.
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