“El ritmo de entrada de especies invasoras se ha vuelto frenético”
Muchas de ellas se cuelan con el transporte internacional de mercancías, entre artículos que no eran sospechosos
La ONU considera a las especies invasoras como la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el Planeta y, en Europa, una de cada tres especies está en peligro de extinción por esta causa. El zoólogo Miguel Ángel Miranda, experto en bioseguridad, pone el foco del problema en el comercio internacional, por el que se cuelan especies entre artículos que no son sospechosos, como ocurrió con el mosquito tigre o la abeja asiática.
Pregunta. ¿Qué es una especie invasora?
Respuesta. Especies introducidas en un ecosistema que no es el suyo, que se adaptan a él, y que suponen una amenaza para la biodiversidad de ese entorno. Además, pueden tener efectos adversos sobre la salud humana, la economía, la agricultura, la ganadería o el patrimonio cultural.
P. ¿Cuáles son las vías de entrada?
R. Por su distribución natural, es difícil que una planta o un animal traspase barreras geográficas, pero nosotros ahora las eliminamos de un plumazo con medios de transporte que unen continentes en unas horas o modificando el medio. Es un proceso que viene de antiguo, pero ahora el ritmo es frenético, totalmente loco. La globalización está muy bien para algunas cosas, pero pagamos un precio en cuanto a biodiversidad que puede ser muy alto. Uno de los casos más conocidos es la apertura del canal de Suez, que supuso una invasión de entre 300 a 350 especies del mar Rojo al Mediterráneo en poco tiempo.
P. ¿Qué problemas provocan?
R. Las especies autóctonas corren peligro de verse desplazadas e incluso de desaparecer por la competencia con los recién llegados. Junto a esa pérdida de biodiversidad, aparecen consecuencias económicas por las plagas agrícolas, forestales y hasta sanitarias. De la noche a la mañana tienes un riesgo real de transmisión de enfermedades. En estos casos, el Ministerio de Salud pone en marcha planes de prevención, y recursos por las implicaciones. Pero en biodiversidad no ocurre lo mismo, a no ser que se ponga en peligro a una especie emblemática.
P. ¿Existe alguna forma de poner freno?
R.. La bioseguridad integra todos los elementos necesarios para impedir el acceso de especies invasoras con normativa, vigilancia y buenas prácticas por parte de los trabajadores de sectores implicados en el trasiego de mercancías. Las reglas se aplican con rigor en las actividades que afectan a la agricultura, ganadería, caza y pesca, pero en el resto del comercio se escapan muchas cosas y es por donde se les abren los caminos. Por ejemplo, la avispa asiática llegó a Francia con un cargamento de jarrones de China y desde ahí se expandió. Y el comercio de neumáticos por mar es una de las vías comprobadas por las que se coló el mosquito tigre, que es el responsable de la transmisión de los primeros casos de dengue en España el año pasado.
P. Si pueden llegar de cualquier sitio ¿dónde vigilas?
R. No vas a prohibir la entrada de productos. La única forma de control es realizar análisis de riesgos para detectar los problemas asociados a los productos que importamos. Sobre todo cuando se conoce el origen del artículo y que puede convertirse en la vía de entrada de una especie, porque ha pasado en otros lugares. Pero parece que el tema de la biodiversidad y el planeta va por un lado y el comercio por otro. Las pérdidas económicas en sectores como el agrícola o el ganadero por culpa de especies invasoras están claras, pero ¿cómo se valora que un animal se coma a otro o el coste de controlar a los invasores? Lo mejor es que no entren.
P. ¿Qué dice Europa al respecto?
R. No existe una legislación única ni europea ni española. Aquí hay un comité nacional de bioseguridad que controla los organismos modificados genéticamente, no las especies invasoras. También existen decálogos de buenas prácticas, pero todavía no se han desarrollado unas normas estrictas que tengan que cumplir, por ejemplo, los importadores de neumáticos. En principio, deberían elaborarse planes nacionales que se puedan implementar en las comunidades autónomas. Básicamente, lo que tenemos son estrategias de remedio no de prevención, que son más complicadas. Está claro que no se puede evitar todo, pero si cada año nos podemos librar de unas cuantas entradas ya es un logro. Y sobre todo que se eviten las reintroducciones, que implican que después del esfuerzo para erradicar una especie invasora esta vuelva a entrar.
P. ¿Qué impide la adopción de las medidas?
R. Uno de los problemas es el sistema de libre comercio europeo, porque llegan cientos de contenedores a puertos como el de Róterdam, uno de los más grandes de Europa. Allí se realizan inspecciones, pero son generales, y como la mercancía ya está en suelo europeo, el movimiento es libre. La gente se fía, pero muchas plagas agrícolas han entrado por esa vía, por ejemplo la Xylella fastidiosa, una bacteria endémica de América que alcanzó Europa por Italia, en 2013. No tiene tratamiento y provoca la muerte de almendros, frutales, olivos... Lo más probable es que llegara con una planta ornamental.
P. ¿El comercio de plantas ornamentales es una de las puertas de entrada?
R. Sí. Otro ejemplo famoso y más antiguo es el picudo rojo, un escarabajo que apareció en 1995 y que se ha expandido por el Levante peninsular y las Baleares por el comercio de palmeras importadas. Las plantas están obligadas a llevar un pasaporte fitosanitario que asegura que están libres de patógenos, pero aunque se hagan inspecciones cuantas más plantas se mueven más probabilidades hay de que no se detecten. El boom del ladrillo aumentó el tráfico de plantas para las áreas residenciales, que tiene sus riesgos y un precio que estamos pagando.
P. Las islas son especialmente sensibles
R. En las islas, donde yo vivo, los ecosistemas son más frágiles y las especies invasoras los desequilibran de una forma más dramática. En Baleares tenemos un gran problema con las serpientes que llegaron en los cepellones de olivos importados sobre todo con una finalidad ornamental. Ahora, las lagartijas de Ibiza que han tardado millones de años en evolucionar, se encuentran con una especie que es un nuevo depredador capaz de eliminarlas.
P. ¿Y cuándo la especie invasora ya está aquí?
R. Una vez detectada, el Estado puede incorporarla al catálogo español de especies exóticas invasoras. Es entonces cuando se ponen en marcha los planes para impedir su propagación, que incluyen la prohibición de comerciar con ella, poseerla, moverla... La tortuga de Florida es uno de los casos paradigmáticos, se compraba en las tiendas de mascotas sin problemas, luego, cuando la familia se cansaba de ellas, se soltaban en cualquier lugar y eso ha provocado un desplazamiento de las especies autóctonas porque es muy agresiva y territorial. Hasta que no se incorporó al catálogo, no se prohibió su venta.
P. ¿Es posible erradicar a animales como la cotorra de Kramer que está por todos lados?
R. Su erradicación es complicada y más ahora con los movimientos que abogan por proteger a los animales a cualquier precio. Me parece un error, porque son especies que no pertenecen a nuestro ecosistema y se tiene que corregir su presencia, sean los mapaches o las cotorras de Kramer.
P. ¿Tienen culpa los ciudadanos?
R. Deben saber que las mascotas suponen un riesgo elevado para la introducción de especies alóctonas. Existen unos equilibrios y soltar un animal o traer plantas desde cualquier lugar del mundo sin ningún tipo de control tiene consecuencias.
P. ¿Cómo afecta el cambio climático?
R. El calentamiento global hará que estos problemas aumenten, porque estas especies se caracterizan por tener una gran capacidad de aclimatación y si encuentran mejores condiciones, se adaptan con mayor facilidad.
P. ¿Cuándo deja de considerarse invasora a una especie?
R. En Baleares gran parte de la fauna ha sido introducida por el hombre, pero son especies naturalizadas del entorno mediterráneo que, de alguna forma, se ajustan bien al ecosistema durante mucho tiempo sin provocar grandes desequilibrios. Otra cuestión son especies exóticas que provienen de continentes muy lejanos.
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