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La ganadería extensiva y las carreteras acorralan al lobo

La polémica especie se ha extendido por debajo del Duero donde están protegidos, pero continúan sin encontrar el camino para repoblar el sur

Esther Sánchez
Ganaderos de Ávila la semana pasada tras una pancarta en la que muestran su rechazo al lobo.
Ganaderos de Ávila la semana pasada tras una pancarta en la que muestran su rechazo al lobo.Asaja

Los lobos lo tienen complicado para avanzar en España, a pesar de estar protegidos por la Unión Europea por debajo del río Duero. El último censo oficial (2012-2014) estimó en 297 las manadas, que se distribuyen por Castilla y León, Galicia, Asturias, Cantabria, Madrid y Castilla-La Mancha. Hasta ahí llegan, con alguna presencia esporádica sin reproducción en el pirineo catalán, País Vasco y La Rioja. En Portugal el último conteo oficial (2002-2003) localizó a 63 manadas.

La especie se topa con la animadversión de los ganaderos que piden su caza por los ataques que causan a los rebaños, explica el biólogo y experto en lobo Juan Carlos Blanco. Unas quejas, que desembocan en planes de gestión de los gobiernos regionales en los lugares por encima del río Duero en los que está permitido. Por debajo de esa frontera, se pueden cazar, pero con importantes restricciones y siempre que causen daños graves y no exista otra opción. También se rechaza a la especie en zonas de caza intensiva donde se alimentarían de los ungulados que cuidan para las cacerías. Las carreteras en las que caen atropellados en áreas con gran densidad de población como Madrid, cierran el círculo.

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El hábitat para su expansión, sin embargo, existe. Al menos el 55% de la península Ibérica reúne las condiciones para acoger a la especie, pero de esta superficie solo está ocupada el 21%, indica un estudio de 2018 del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de la Universidad de Sevilla y Lisboa y del Instituto de Conservación Natural de Polonia.

Por el oeste de España, los cánidos consiguieron traspasar la frontera del Duero hace casi dos décadas, pero chocan con los ganaderos de las dehesas abulenses y salmantinas. El conflicto en estas dos provincias es el más agudo que se sufre en la actualidad debido a la cuantía de los daños, que son los más elevados de Castilla y León, una comunidad en la que viven 179 manadas (exclusivas más las compartidas con otras provincias) configurando la mayor densidad de la península. La concentración de los ataques en esta zona se debe a que el pastoreo es en extensivo, con el ganado libre en el campo y una forma de gestión similar a cuando no existía el lobo, sin sistemas de protección. El año pasado hubo, solo en Ávila, 1.400 ataques (cuatro al día), la mitad de los que se registraron en toda Castilla y León, según informan fuentes de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente. En 2001 había 17 manadas al sur del Duero; en 2013 aumentaron a 27 y ahora se calcula que habrán subido a 30.

Por la zona central, el lobo crió en Madrid en 2013 tras 60 años sin hacerlo y ahora hay establecidas cinco manadas en la sierra. Además de los conflictos con los ganaderos, se topan con una densa red letal de carreteras y autopistas. El año pasado cayeron cuatro ejemplares por ese motivo y este año han muerto dos.

Por encima del Duero, donde la especie no está estrictamente protegida, ocupan las montañas de Cantabria y Asturias pero con grandes conflictos con el ganado. En Galicia la especie no desapareció en sus peores momentos y esa convivencia provoca que las quejas entre los ganaderos sean menores. En el País Vasco y La Rioja no prosperan “porque los estamos matando de forma legal al autorizar su control e ilegal”, advierte Jorge Echegaray, naturalista que promueve la inclusión del lobo en el catálogo vasco de especies amenazadas.

Hacia el este (Guadalajara, Teruel, Cuenca...) se encuentra un área perfecta para la colonización del Sistema Ibérico. “Hay abundancia de ungulados silvestres, básicos en su dieta, poca densidad de población y ganado que evitaría conflictos”, explica Blanco. Los científicos desconocen la razón de que el carnívoro no prospere allí. Solo hay una manada en Guadalajara, que no crece.

El cuatro de abril la Plataforma de Grandes Carnívoros de la UE mantuvo en Ávila una reunión con los ganaderos implicados para acercar posturas. Al día siguiente las organizaciones agrarias de la provincia respondieron con la creación de la Plataforma de Ganaderos de Ávila contra el lobo, lo que muestra el nivel de confrontación. “A la reunión no asistió nadie del Gobierno, así que vamos a esperar”, critica Joaquín Antonio Prieto, presidente de la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja). Desde el Ejecutivo regional explican que la protección legal del lobo solo les permite controles muy selectivos. Este año, en Ávila se ha autorizado la caza de siete ejemplares. De momento, se han capturado dos.

La caza no debe ser un sustituto de otras medidas

La Unión Europea envió en febrero una carta a los ministros de Medio Ambiente y de Agricultura, recordando que es necesario elaborar planes de gestión y conservación del lobo. En ella se afirma que el control letal es una de las herramientas disponibles, pero “no debe ser sustituto de un sistema integral de medidas para alcanzar un estado de conservación favorable”. La UE anima a los responsables de los departamentos a utilizar la financiación que permita implementar medidas de prevención para reducir los daños en el ganado (perros guardianes, vallas). Otro elemento clave, añade, es el establecimiento de un sistema de compensación justo de los daños que se produzcan. La formación, asistencia técnica y el diálogo entre las partes interesadas son también fundamentales. El apoyo financiero se puede conseguir a través de los Fondos de Desarrollo Rural (FEADER) y con los programas Life.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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