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Un nuevo cóctel de inicio contra el VIH se tolera mejor que el estándar

Un ensayo publicado en 'The Lancet' indica a que comenzar con un inhibidor de la integrasa da mejores resultados

Recreación del VIH en el torrente sanguíneo.
Recreación del VIH en el torrente sanguíneo.

Un nuevo cóctel de antivirales contra el VIH se tolera mejor en pacientes que inician el tratamiento.  El cambio es importante. Desde 1996 se sigue una recomendación general para que esa primera terapia combinada estuviera formada por dos inhibidores de la transcriptasa inversa (fármacos que impiden que el material genético del virus, que está formado por cadenas de ARN, se transformen en ADN) y un inhibidor de la proteasa (que impide que se formen proteínas clave para la reproducción del virus). Lo que un grupo de investigadores ha demostrado con el estudio Flamingo, que publica The Lancet, es que el inhibidor de la proteasa puede sustituirse con ventaja por un inhibidor de la integrasa (impide que el ADN viral se integre en el ADN de la célula huésped), en concreto por el dolutegravir. Por seguir con la similitud de los cócteles, sería como pasar del gin-tonic al vodka-tonic. Con dos ventajas: es mejor tolerado (como si diera menos resaca) y a los 48 meses no aparecen resistencias (uno no se harta). Por eso Bonaventura Clotet, médicos del hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, que también dirige el IrsiCaixa, afirma que podría ser un cambio en los estándares de tratamiento.

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En el estudio han participado 484 pacientes de 64 centros de investigación de Europa, EE UU, Chile y Puerto Rico. España fue el segundo país, por detrás de EE UU, que más pacientes incluyó en el estudio. Los voluntarios se dividieron en dos grupos de 242 personas. A la semana 48, 217 del grupo que probaba la nueva combinación consiguió tener el virus controlado; en el otro conjunto eran 200 personas, una diferencia del 8,5%. De los participantes, un 2% de los que probaban la nueva combinación y un 10% de los que usaban la anterior dejaron el tratamiento por sus efectos adversos.

En ninguno de los dos grupos se detectaron resistencias, lo que es importante porque mientras una combinación funciona no hace falta cambiarla.

Las diferencias, como se ve, no son enormes, pero sí significativas. Y representan una evidencia de que puede interesar cambiar las pautas de tratamiento de primera línea (el que se ofrece a las personas la primera vez que se va a medicar contra el VIH). Eso no quiere decir que los otros productos no sean útiles, pero pueden quedar como reserva por si aparecen incompatibilidades o resistencias. Esto en el caso de las personas con VIH, que tienen medicarse de por vida una vez que empiezan, es importante.

En un editorial en la revista, José Ramón Arribas, de La Paz, plantea que esta nueva clase de fármacos podría convertirse en el nuevo estándar de tratamiento para la infección por VIH. Ello responde a varios motivos, entre ellos que la reducción de a concentración de VIH en sangre se consigue con el inhibidor de la integrasa en apenas ocho semanas, que se reduce el número de pastillas y tomas y a que se trata de un fármaco ya conocido y bien tolerado. Sin embargo menciona dos ligeras pegas: no todos los pacientes naif (sin tratar) son iguales ni parten de la misma situación, y no hay diferencia en cuanto la aparición de resistencias. 

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