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La soledad prolongada deteriora el cerebro de los roedores

El aislamiento social prolongado deteriora el hipocampo y provoca problemas de aprendizaje La UNED ha dirigido la investigación en la que también participa la Universidad de Murcia

Ratón del laboratorio en la Universidad Autónoma de Barcelona
Ratón del laboratorio en la Universidad Autónoma de Barcelona

El aislamiento social prolongado en roedores adultos provoca un deterioro en su hipocampo y ciertos problemas de aprendizaje. Lo ha comprobado un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), en colaboración con la Universidad de Murcia.

"Las relaciones sociales podrían ser un factor importante para que el cerebro no se deteriore cuando envejecemos"

Los investigadores utilizaron 12 ejemplares hembra degús, "una especie muy social, con características especiales que la diferencian de otros roedores", aclara César Venero, investigador del departamento de Psicobiología de la UNED y autor principal del trabajo. "Su ciclo reproductivo es de 20 días, mientras que ratones y ratas ciclan cada cuatro. Así resulta mucho más fácil controlar las variables que se quieren estudiar". Las ratonas, según explica Venero, "son más sensibles al aislamiento social que los machos porque estos, cuando viven en comunidad, están sometidos a la presión del macho alfa, lo que supone un estrés extra que no padecen las hembras. En el ensayo se dividió a las ratonas en dos grupos: seis permanecieron juntas y las otras seis fueron aisladas. Una vez fallecidas se estudiaron sus cerebros a nivel morfológico y bioquímico.

Los resultados, publicados en la revista Neurobiology of Learning and Memory, demuestran que el aislamiento produjo una reducción del volumen del hipocampo —región del cerebro fundamental para

el aprendizaje y la memoria, así como una disminución de la molécula NCAM, que "facilita la formación y la estabilidad de los contactos entre neuronas y, por tanto, modula su actividad", apunta el científico. Las ratonas aisladas manifestaron, además, un déficit de aprendizaje a la hora de asociar un contexto espacial a un lugar potencialmente peligroso y generar respuestas de miedo. Una habilidad que depende de la amígdala, pero precisa de un buen funcionamiento del hipocampo para desarrollarse. 

El investigador, que también trabaja en un estudio sobre el deterioro cognitivo de las personas, precisa que extrapolar las conclusiones de este proyecto al ser humano sería "como un salto al vacío", pero sugiere posibles paralelismos con los humanos. "Esta investigación podría indicar que las relaciones sociales de las personas, sobre todo mayores, representan un factor importante para que nuestro cerebro se mantenga sano y que la función cognitiva no se deteriore cuando envejecemos".  

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