“Tuve que pedir limosna para pagar el recibo”
A Victoria Barba, una vecina del barrio obrero sevillano de El Cerro del Águila, le cuesta cifrar las ocasiones en las que le han cortado el agua o la luz por no pagar la factura
Antes de contestar, resopla. “Muchas, muchas veces”. A Victoria Barba, una vecina del barrio obrero sevillano de El Cerro del Águila, le cuesta cifrar las ocasiones en las que le han cortado el agua o la luz por no pagar la factura. “La última vez estuvimos una semana entera sin luz. Tuve que pedir limosna a las puertas de una iglesia para poder pagar el recibo”, recuerda emocionada. Victoria Barba, de 27 años, vive con su pareja (30) y su hija (seis). En octubre, cobró el sexto y último pago del salario social —“unos 503 euros”, precisa—, ahora deberá esperar medio año para poder volver a solicitarlo. Quizás cuando se lo concedan, la familia de Victoria sea una de las que se beneficie de la medida que el miércoles pasado anunció el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Diego Valderas (IU), para garantizar un mínimo de ambos suministros para personas con escasos recursos.
Victoria Barba asegura que ha trabajado desde que cumplió los 16 años. “De cajera, en la hostelería, cuidando a personas mayores...”. Pese a ello, solo tiene cinco meses cotizados. “He trabajado sin estar dada de alta o con contratos de unas horas”, explica. Su marido, de nacionalidad marroquí, no ha cotizado en España. En 2011, Victoria agotó la renta activa de inserción y, desde entonces, su familia ha vivido “de la caridad”. “De lo que nos dan unos conocidos, Cáritas también nos da comida una vez al mes...”. En junio de 2012, solicitó el salario social, una prestación que ha cobrado desde mayo hasta el mes pasado. “No sabemos cómo vamos a afrontar ahora estos gastos [luz y agua]. Estamos desesperados”, añade.
José Gambero (63 años) y Josefa Luque (58) afrontan estos gastos gracias a la ayuda de sus hijos. Después de estar más de 30 años tras la barra, José cerró en 2012 su pequeño bar situado en la malagueña avenida de Juan XXIII. El retraso en el pago de un par de cuotas a la Seguridad Social le impidió cobrar el desempleo. “La noticia fue un jarro de agua fría”, apunta su mujer. De marzo a agosto, el matrimonio cobró el salario social (unos 400 euros). Ahora vive con los 240 euros que le dan cada mes sus hijos. “Nos queda unos 20 euros hasta final de mes”, afirma Josefa. En noviembre, la factura de la luz les ha arañado 128 euros. “Dentro de nuestras posibilidades, intentamos estar siempre al día en el pago de los recibos. En alguna ocasión sí nos han cortado el teléfono”, apunta la mujer, quien reconoce que cada dos días comen en casa de su cuñada y que la asociación de vecinos también les da comida.
Para estas familias, la única opción es “sacar de donde no hay”. “Cada mes intento guardar unos cuantos euros para cuando llegue el recibo del seguro de los muertos [seguro de deceso]”, afirma Josefa. “Muchos días comemos bocadillos para no encender la vitrocerámica y así ahorrar un poco”, agrega.
Pero gastos como la vuelta al cole se convierten en una “verdadera pesadilla” para Victoria Barba. “Es muy duro no tener ni para comprarle unos zapatos a tu hija. Se me cae el alma al suelo”, explica Victoria, quien el viernes realizó una entrevista de trabajo. “Esperemos que haya suerte”, dice espera
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