El ADN que corría por las praderas hace 700.000 años
Secuenciado el genoma más antiguo, el de un caballo canadiense El género ‘Equus’ se originó hace cuatro millones de años y dio lugar también a burros y cebras
¿Cuánto dura el ADN en un estado legible? Hasta ahora los genomas más antiguos que se habían logrado secuenciar eran los del mamut, de unos 12.000 años, y el del hombre de Neandertal, de huesos fósiles datados en unos 40.000 años. El récord acaba de quedar fulminado con la lectura (secuenciación) del genoma de un caballo que vivió hace 700.000 años en las praderas del actual Canadá. Pocas bases de datos podrán presumir de semejante estabilidad.
Eske Willerslev, Ludovic Orlando y sus colegas de las universidades de Copenhague, Dinamarca, y Griffith, Australia, han logrado esa proeza técnica partiendo de un hueso de caballo recuperado del permafrost, el hielo perpetuo que cubre las latitudes cercanas al círculo polar ártico. Su datación es de hace 560.000-780.000 años, y estaba enterrado en el hielo del territorio de Yukon, en Canadá. Es probable que el frío haya contribuido a la conservación del ADN en un estado legible, es decir, abordable con las avanzadas técnicas actuales de secuenciación, o lectura de los genes.
El genoma de una especie da lo mejor de sí cuando se compara con los de otras especies próximas y no tan próximas. Los científicos daneses y australianos también han secuenciado el genoma de otro caballo fósil de solo 43.000 años de antigüedad –que por sí solo ya hubiera sido un hito tecnológico de haberse publicado aislado— y los de cinco razas actuales, un burro y un caballo de Przewalski, una variedad que es el principal candidato propuesto por los evolucionistas como ancestro silvestre de los caballos domesticados. Y el genoma confirma esa hipótesis.
El análisis comparativo de todos estos genomas revela que el género Equus se originó hace cuatro millones de años y dio lugar a todos los caballos, burros y cebras contemporáneos. Eso supone el doble del tiempo que se suponía hasta ahora. Las dataciones del pasado basadas en la genómica comparativa, sin embargo, no deben considerarse definitivas en ausencia de un registro fósil que las confirme. Los paleontólogos, de todos modos, saben ahora que pueden buscar fósiles del género Equus mucho más antiguos de lo que consideraban factible.
Las poblaciones de caballos y de sus primos del género Equus han sufrido fuertes oscilaciones a lo largo de su existencia, con asfixiantes cuellos de botella que, según los datos genómicos, han coincidido con las crisis climáticas de los últimos dos millones de años.
Como es el caso de otros linajes, los genes que más dinámicamente han evolucionado durante ese tiempo son los del sistema inmune y los receptores del olfato. Tiene lógica, pues estos genes representan la principal interfase del organismo con los nuevos retos del entorno, sean agentes infecciosos o sustancias potencialmente tóxicas. El estudio también identifica las regiones del genoma responsables de la domesticación del caballo, otra forma de evolución, aunque no debida a la selección natural, sino a la artificial que le sirvió de modelo durante su formulación por Darwin.
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