Carlos Sánchez del Río, un salto cuántico en la ciencia española
El principal impulsor del actual CIEMAT y primer titular de una cátedra de Física Atómica y Nuclear en España fue discípulo del premio Nobel Enrico Fermi
El 13 de este mes fallecía en Madrid el físico aragonés Carlos Sánchez del Río (1924). Había sido director de la División de Física de la Junta de Energía Nuclear (hoy CIEMAT) desde prácticamente su creación hasta 1977, catedrático de Óptica en 1950 en la Universidad de La Laguna (puesto del que solicitó, y obtuvo de forma inmediata, excedencia voluntaria), catedrático de Física Atómica y Nuclear (1953-1989) en la Universidad de Madrid, en la primera cátedra de este nombre creada en España, presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1978-1980) y presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (2002-2005), entre otros muchos cargos universitarios, políticos, técnicos e internacionales a lo largo de su dilatada vida profesional.
En sus estudios de licenciatura entre 1942-1946 tuvo como profesores a Julio Palacios y a Esteban Terradas; precisamente este último, desde su cátedra de Física Matemática, le impulsó en su curso de doctorado de 1947 a estudiar la nueva mecánica cuántica, que tenía ya dos décadas de existencia pero estaba ausente de los planes de estudio, vigentes desde 1903. La estudió por su cuenta, al tiempo que realizaba su tesis doctoral en Óptica.
El Gobierno de España había decidido en 1946 adquirir experiencia en investigación nuclear; se creó en 1948 una sociedad privada, oficialmente “inexistente”, llamada EPALE (Estudios y Proyectos de Aleaciones Especiales), que secretamente iba a canalizar este proyecto, presidida por Terradas (quien ya en 1946 había empezado a estudiar “nucleónica”), y que empezó por mandar al extranjero a varios jóvenes científicos, entre ellos Sánchez del Río. Entre 1948 y 1953 estuvo en varios centros de investigación, entre los que destacan el Instituto de Física de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (dirigido por Paul Scherrer, alumno de Peter Debye, Nobel de Química en 1936) y el Instituto de Estudios Nucleares de la Universidad de Chicago (dirigido por Samuel K. Allison), donde se encontraba el genial Enrico Fermi, Nobel de Física en 1938, que en 1942 había llevado a la criticidad allí mismo la Chicago-Pile 1, el primer reactor nuclear de la historia. En aquel fantástico entorno que lideraba Fermi, cuyo extraordinario talento tanto para la física teórica como la experimental convertía su instituto en polo atractor de los jóvenes físicos más brillantes del momento, Sánchez del Río completó su formación teórica y práctica y realizó investigación experimental con un joven científico húngaro judío, Valentine L. Telegdi, otro físico que realizó descubrimientos fundamentales y que presidiría el Comité de Política Científica del CERN a principios de los ochenta.
La estatura científica de Fermi dejó honda huella en el español; cualidades como el dominio de la física básica, la brillante intuición y la rapidez en el arte de la estimación que caracterizaban a aquel resonaron con las suyas propias y se manifestaron en su docencia a lo largo de los años, como testifican sus numerosísimos alumnos.
A su regreso a España, Sánchez del Río obtuvo por oposición la cátedra mencionada de Madrid y se incorporó también a la División de Física de la JEN, cuya dirección ostentó durante un cuarto de siglo. Atendió a la formación de investigadores en física nuclear y de reactores y coordinó la construcción de los cuatro reactores nucleares para experimentación que funcionaron en nuestro país. Pero además, como él mismo escribió, su puesto en la JEN le permitió “disponer de medios suficientes para iniciar una empresa con la que soñaba hace tiempo: promover con amplitud el cultivo de la física teórica en España. No habían faltado, anteriormente, cultísimos eruditos de esta rama de la ciencia como los académicos Echegaray, Plans y Terradas; pero ninguno había dejado escuela”. Con su decidido empeño, Sánchez del Río transformó su ensueño en realidad; por eso los físicos teóricos españoles le estaremos siempre agradecidos.
Alberto Galindo Tixaire es presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
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