_
_
_
_
_

Aprobado el suicidio asistido en Vermont

Tras la firma del Gobernador, este Estado se unirá a Washington, Oregón y Montana en legalizar la práctica

Carolina García
Dos pacientes se aferran en un hospital.
Dos pacientes se aferran en un hospital.AFP

El derecho a morir sin dolor será muy pronto una realidad en Vermont (Estados Unidos). Con la victoria de la ley, denominada End of Life Choice Bill, en el Senado (17/13) y en la Cámara de Representantes con 75 votos a favor y 65 en contra, solo queda la firma del Gobernador, Peter Shumlin, un gran defensor de esta medida, para que entre en vigor. La aprobación definitiva está prevista para dentro de cinco días.

"La decisión tomada en Vermont va a influir en el debate nacional a este respecto, pero hay que entender que el reconocimiento del suicidio asistido por parte de este Estado llega después de un debate interno acalorado y meditado. Hemos mantenido un diálogo muy respetuoso sobre un tema tan difícil como es la muerte digna, que cuenta con argumentos muy poderosos entre los que están en contra y entre los que la respaldan", explicó el Gobernador.

Tras la aprobación definitiva, Vermont se convertirá en el cuarto Estado junto a Oregón, Washington y Montana en contar con esta legislación, y en el primero de la costa Este en permitir que los médicos administren drogas letales a los enfermos terminales. Es la primera vez que un Estado ha concedido la aprobación legislativa a una regulación de este tipo. Oregón y Washington consiguieron legalizar la muerte digna por referéndum y una sentencia judicial lo hizo en Montana. En otros Estados no ha salido adelante. Massachussets llevó la iniciativa a referéndum el año pasado, pero la medida fue derrotada, en gran parte, por la fuerte campaña que llevaron a cabo grupos contrarios como católicos y antiabortistas.

La ley de Muerte Digna aprobada en Vermont es bastante similar a la planteada en Oregón en 1997. Esta regulación fue la primera en EE UU en permitir a los médicos recetar fármacos para acelerar el fallecimiento de los enfermos con un pronóstico de vida máximo de seis meses. Además, la regulación requiere que el paciente terminal sea capaz de ingerir los medicamentos sin ayuda externa y que este haya solicitado el tratamiento al menos tres veces, una por lo menos por escrito, en las que especifica que desea morir.

Algunos críticos a la ley continúan alzando la voz en el Estado. "Esta norma es potencialmente peligrosa en cuánto al abuso de su utilización en personas discapacitadas, como los ancianos", dijo la republicana Carolyn Branagan a la agencia a AP. "No se trata de cuidado médico. Es justo lo opuesto", añadió.

Mientras que entre aquellos que apoyan la medida el sentimiento es muy diferente. "Esta regulación no juzga el valor de la vida humana, sino que habla del valor de la libertad personal y del derecho a que cada uno pueda hacer su propias elecciones", aseguró el demócrata Richard McCormack a la agencia AP. "Es un paso importante para los enfermos terminales de Vermont y un gran paso para toda la región y para el país", agregó un portavoz de Patients Choice.

Sí finalmente Shumlin firma la ley, Vermont pasará a un modelo más permisivo a los tres años (1 de julio de 2016) que implicará una evaluación menos estricta por parte del Gobierno. Aunque este punto de la ley es el más criticado y posiblemente desaparezca antes de esta fecha y se mantenga el modelo similar al de Oregón.

El suicidio asistido por un médico no es algo común en los Estados que lo permiten. En Oregón, desde 1998 hasta 2011 se han otorgado 935 licencias para administrar este tipo de fármacos, de las que unas 596 se han usado realmente. En Washington, Estado que implantó la ley en 2009, 103 pacientes terminales han solicitado el tratamiento y de ellos 70 lo han llevado a cabo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_