Una terapia génica convierte la cicatriz de un infarto en músculo cardiaco
El ensayo, en ratas, elimina las secuelas y recupera la función del corazón
El infarto de miocardio se produce cuando una parte del músculo cardiaco se queda sin riego. Y su peor secuela es que la zona afectada se convierte en cicatriz: un tejido rígido sin capacidad de latir con el resto del órgano. Pero este efecto puede revertirse –al menos en animales de laboratorio- con una terapia con tres genes, según publican investigadores de EE UU (Weill Cornell Medical College, Baylos College of Medicine y Stony Brook University Medical Center) en la revista de la Asociación Americana de Cardiología (Journal of the American Heart Association).
“La teoría es que si uno sufre un taque cardiaco masivo, el médico podría inyectar durante una operación tres genes en el corazón que transformarían la cicatriz en músculo otra vez”, ha dicho Todd Rosengart, del Baylor College. Y el proceso puede aún perfeccionarse. “En estudios animales, el efecto se refuerza si se combina con el gen VEGF [factor de crecimiento endotelial vascular ]”. Como su nombre indica, este gen está relacionado con la creación de vasos sanguíneos, con lo que se tendría el músculo y las vías para irrigarlo.
Como en todos los ensayos en animales, que funcione no quiere decir que se pueda aplicar directamente a personas. “Tenemos que ir más allá, estudiar el efecto concreto de esos genes y determinar si son efectivos en corazones mayores”, ha dicho Ronald G. Crystal, del Weil Cornell. Y es que lo que funciona en ratas no tiene por qué repetirse en personas. Además, la terapia génica siempre tiene una espada de Damocles sobre ella: que la inserción de genes en las células tienen el riesgo de activar oncogenes dormidos, con lo que se pueden producir tumores.
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