"Vivimos una discriminación"
Casados en 2011, esperan que el apoyo de Obama a las uniones gais les permita obtener un permiso de residencia para Rodrigo, que ha recibido diversas órdenes de deportación
A Rodrigo Martínez, de 33 años, le ha llegado, regularmente, una carta de deportación cada 12 meses desde hace aproximadamente siete años. El Gobierno norteamericano ha intentado devolverle a Salvador, donde nació, desde 2004, cuando, por un error, el FBI le detuvo en Puerto Rico. Entonces regresaba de las vacaciones a Baltimore con su pareja, Edwin Echegoyen, norteamericano de 44 años. En el aeropuerto, cogidos por sorpresa, ambos se despidieron entre nervios. Rodrigo se iba esposado, a punto de llorar, sin saber qué iba a ser de él. “No llores”, le dijo Edwin. “Todo irá bien”. Y le dio un beso, sin importarle lo que los agentes pudieran decir de ellos.
Aquella detención fue un error —el FBI buscaba a otro Rodrigo Martínez— pero abrió un proceso legal en el que Rodrigo y Edwin aun se hallan atrapados, ocho años después. El permiso de visita de Rodrigo había caducado en 2003, y los agentes de inmigración tomaron nota de ello. Le dijeron que llevarían su caso a los tribunales, y le dejaron volver a casa, con la condición de que abonara una fianza de 5.000 dólares. Rodrigo solicitó en repetidas ocasiones el permiso de trabajo y residencia permanente, sin éxito. Finalmente, las autoridades le informaron de que los recursos se habían agotado, y que debía marcharse a El Salvador el 9 de marzo de 2011.
“Yo lo supe una semana antes que él”, explica Edwin. “Pero no le dije nada hasta que ya hube hablado con los abogados, y tenía preparada una solución”. La notificación les llegó el 19 de febrero de 2011. Cuatro días después, el presidente Barack Obama anunció que su Administración dejaría de defender en los tribunales la ley que invalida a nivel federal las uniones entre personas del mismo sexo. Esa norma, conocida como Ley de Defensa del Matrimonio, está en vigor desde 1996. Obama ha pedido su revocación, pero el Congreso no ha iniciado los trámites para ello.
“El abogado me llamó y me preguntó cuán cerca estábamos de Washington, y me dijo que fuéramos a casarnos cuanto antes”, recuerda Edwin. A Rodrigo le habían propuesto, en el pasado, lograr los papeles con bodas con mujeres, amañadas por 10.000 dólares. “Eso no era honesto, para mí el matrimonio es algo serio”, dice. Finalmente se casó, con el hombre al que quiere, con la esperanza de, algún día, lograr un permiso de residencia permanente, la famosa green card, como lo hacen miles de parejas binacionales heterosexuales. Las uniones gais son legales en Washington y en seis Estados de EE UU.
El 9 de marzo, Rodrigo y Edwin acudieron, a pesar de todo, a cumplir la orden de deportación. Antes habían tratado de atraer la atención de los políticos sobre su caso. Habían escrito a varios legisladores de Maryland. “La respuesta nos sorprendió, fue algo abrumador”, recuerda Edwin. Numerosos políticos demócratas, como el representante Chris Van Hollen o el senador Ben Cardin, les enviaron cartas de apoyo, y escribieron al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos, para detener la expulsión del país. Su caso se convirtió en un símbolo nacional.
Finalmente Rodrigo se pudo quedar. Recientemente le han notificado que le concederán un permiso de trabajo y de viaje. “Nos gustaría celebrar nuestro décimo aniversario en España”, asegura Edwin. Pero a ambos aun les queda pendiente el que le otorguen a Rodrigo el permiso permanente de residencia por ser marido de Edwin, que también nació en El Salvador pero vino legalmente a EE UU con sus padres cuando era niño. “Obviamente vivimos una discriminación, porque a las parejas heterosexuales sí se les concede ese permiso a través del matrimonio”, dice Rodrigo.
Rodrigo y Edwin, tras a nueve años juntos, actúan como una sola persona. Se acaban las frases mutuamente. Las anécdotas de uno las cuenta el otro. Su amor les ha llevado a enfrentarse, hasta ahora con éxito, a un complejo sistema de inmigración y de justicia. A ambos les dio aun más esperanza el anuncio de Obama, el pasado mes de mayo, de que apoya la equiparación total de derechos entre heterosexuales y homosexuales. Esta pareja cuenta ahora con el respaldo moral de todo un presidente de EE UU, que no es poca cosa.
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