Antonín Holy, discreto luchador contra el sida
El médico checo desarrolló un importante antiviral para el VIH
Muchas de las personas que estén siguiendo en estos momentos un tratamiento contra el VIH deben ese tratamiento al trabajo de Antonín Holy. Este investigador checo, nacido en Praga el 1 de septiembre de 1936, llevaba ya una exitosa carrera en el mundo de los antivirales, cuando en 2006 la empresa estadounidense Gilead firmó un acuerdo con el Instituto de Química Orgánica y Bioquímica (IOCB) de Praga para desarrollar nuevos compuestos contra el virus que causa el sida. La farmacéutica ofreció al instituto checo 1,1 millones de dólares (unos 900.000 euros) para trabajar en nuevos medicamentos. Fue el último reconocimiento a un trabajo que había llevado a Holý a publicar más de 400 artículos científicos y a patentar más de 60 compuestos.
Gilead sabía perfectamente dónde ponía el dinero. Del rentable trabajo de Holy habían salido ya en 1976 medicamentos como el Vistide y el Hepsera contra la hepatitis B (1976), el Viread contra el VIH (2001) y el que es actualmente el tratamiento de primera línea más demandado contra el VIH, una combinación de Viread y emtricitabina (Emtriva o FTC) que se comercializa como Truvada (2006). Justo el día de la muerte de Holy, el 16 de julio pasado, se supo que la Agencia del Medicamento Estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés) había aprobado el uso de Truvada como primer tratamiento recomendado para evitar que una persona se infecte por el VIH (lo que se conoce como terapia preexposición).
Esta serie de descubrimientos muestra la especialización y la deriva del científico checo, que realizó toda su carrera en su país, y la mayor parte de esta vinculado al IOCB. Nacido y fallecido en Praga, estudió Química Orgánica entre 1954 y 1959 en la universidad de su ciudad natal. Al año siguiente ingresó en el IOCB como becario, y en 1963 se convirtió en investigador de la institución, que llegó a dirigir entre 1994 y 2002.
Pero este aparente sedentarismo no impidió que sus trabajos trascendieran. En 1976 inició una fructífera asociación con Erik DeClercq, de la Universidad Católica de Lieja (Bélgica) para desarrollar fármacos antivirales.
En aquellos tiempos, la enfermedad vírica más en boga era la hepatitis, y a ella dirigió sus esfuerzos. Poco después, en 1980, apareció el sida, y tres años después se descubrió que su causa era otro virus, el VIH. La gran especialización en ácidos nucleicos (los eslabones del ADN) de Holy fue clave para la sucesión de hallazgos en los mecanismos de reproducción de estos agentes patógenos que son la clave de los tratamientos que los frenan.
No ha habido información sobre la causa de la muerte del investigador, que se había mantenido en activo casi hasta el final. Quizá su permanencia en la República Checa le haya restado parte del reconocimiento que se le debía. Por lo menos entre el gran público. La nota de condolencia en la web del IOCB de investigadores de la Universidad de Allahabad, en India, demuestra que entre sus colegas la situación era bien distinta.
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