“La obesidad es un problema de educación”
El cardiólogo centra sus esfuerzos en demostrar que se puede cambiar la conducta infantil
Hace una semana que se anunció que Valentín Fuster dirigirá el Observatorio de la Nutrición y la Obesidad; y ya está trabajando en el diseño de esta institución. “Tenemos que estudiar bien el tema antes de lanzarnos. Yo no me meto en un proyecto hasta que vea cómo lo vamos a hacer”, dice el cardiólogo, director general de la Fundación Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) y director del Instituto Cardiovascular del hospital Mount Sinai de Nueva York. La fase de reuniones con los responsables de Sanidad, entre ellos la ministra Ana Mato, ya ha empezado. El plan de actuación fruto de esta reflexión estará más definido después del verano, según prevé el propio Fuster. Pero el objetivo está claro: luchar contra la obesidad.
Algo falla. Uno de cada seis adultos españoles es obeso. El dato es peor en los niños. Un tercio de los menores de entre 13 y 14 años pesa más de lo normal. España se sitúa entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) donde este problema de salud pública está más extendido en según un informe del organismo de febrero de este año. Y la previsión es que la tasa de obesidad aumente al menos un 7% en 2020. Fuster cree es posible cambiar esta tendencia pero para ello hace falta investigación y prevención desde edades muy tempranas, entre los 3 y los 6 años. “Este tema tiene que ver con la conducta, la obesidad es una consecuencia, y es a esa edad cuando en realidad la formamos”, dice. “Yo creo que es un problema de educación”.
El cardiólogo insiste en que esta afirmación no es una suposición, sino que ha podido comprobar científicamente en un estudio que se publicará “pronto” que los niños que reciben formación sobre su cuerpo, nutrición, los beneficios del ejercicio físico y para controlar sus emociones, desarrollan estilos de vida saludables que evitan la obesidad. “Es interesante que lo que la gente capta es la ciencia, que demuestres que algo se debe hacer así”, dice Fuster.
Estamos en una sociedad que come mal, demasiados hidratos"
“A corto plazo no hay duda de que los programas de educación funcionan. El que empezamos en Bogotá con 6.000 niños ha tenido mucho éxito. Al cabo de un año sin instrucción hemos observado lo que han aprendido y no se han deteriorado, sino que han mejorado sus conocimientos, su actitud y sus hábitos respecto al grupo de control (que no recibió esa instrucción)”, explica el cardiólogo. Sobre esta base de la educación desde la infancia para modificar la conducta pivotará la actividad del futuro Observatorio. “Pero los detalles los vamos a pensar”, matiza, “requiere mucho esfuerzo que han de hacer los profesores y los padres ”. A Fuster le preocupa cómo trasladar estas investigaciones en Bogotá y recientemente en 64 escuelas españolas al conjunto de la sociedad sin dejar de lado la parte científica de demostración y comprobación de los resultados.
Para Fuster, “está fallando que estamos en una sociedad de consumo donde cada vez se hace menos ejercicio físico, se come mal –mucho hidrato de carbono- y la salud ha pasado a un plano muy secundario”. Pero el científico cree que es posible cambiar estas cuestiones, gracias a la ayuda de los profesores, padres e incluso uno de los mayores culpables del sedentarismo infantil, la televisión. Pese a la dificultad de corregir los hábitos de las generaciones futuras, el cardiólogo ha asumido el reto. “Si elaboras una hipótesis y en un grupo reducido demuestras que es correcta, creo que puede tener una aplicación práctica en otras personas. En este sentido la ciencia es fundamental”, defiende.
Pero extrapolar un estudio reducido al conjunto de la sociedad tiene es complicado, sobre todo desarrollar y controlar los programas educacionales en las escuelas. Y también hay que llegar al público en general. Por eso Fuster centra sus esfuerzos en idear un Observatorio de la Nutrición y la Obesidad “sencillo y pragmático”. “Cuanto más complejo es un proyecto, menos posibilidades hay de que se lleve a cabo”, subraya. “Tiene que ser simple. Esto tengo que mirar cómo lo hago. En este sentido el muppet puede ayudar”. Fuster se refiere al Doctor Ruster, un teleñeco –que es él- que en 16 capítulos enseña a los niños qué es el corazón, cómo funciona, para qué sirve y cómo hay que cuidarlo. “Es un programa científico y educativo cien por cien”, se emociona el cardiólogo. “Sencillo”, zanja.
La serie en Colombia “ha tenido mucha influencia”, dice Fuster. En España será el canal Neox, de Antena 3, el que emitirá este Barrio Sésamo de la salud en el que entre otras lecciones Coco, el monstruo de las galletas, aprende a cocinar sano junto a Ruster. No sin antes haber mordisqueado la corbata de zanahorias del doctor. “La gente dice: ¿Cómo es posible que un tipo como este se dedique a estas cosas? Porque creo en ello”, explica el cardiólogo.
La gente capta la ciencia, que demuestres que algo se debe hacer"
Fuster repite que cree en la juventud, pero tampoco olvida a los adultos que ya padecen de obesidad u otros problemas que pueden derivar en enfermedad cardiaca como son el tabaquismo o la presión arterial alta. Para ellos está investigando otros métodos para que eliminen estos factores de riesgo. En la isla de Granada (Caribe) y en Cardona (municipio de Barcelona) ha introducido el programa Fifty-Fifty en el que las personas con estos problemas, organizadas en grupos de diez, se ayudan entre sí sin la presencia de un médico. Y los corrigen, incluso más rápido que las personas que reciben esta terapia con la ayuda de un profesional.
Con todos estos frentes abiertos, a los que se suma la presidencia del Observatorio, Fuster tiene planeado iniciar nuevos proyectos científicos. “El médico tiene la obligación de investigar”, argumenta. “Vamos a empezar a aplicar tecnología de imagen para que los que tienen una enfermedad coronaria y no lo saben varíen su ritmo de vida. Se trata de comprobar si una persona es capaz de cambiar sus hábitos cuando le enseñamos que sus arterias se están bloqueando”, explica. “Vamos a ver si funciona”.
¿No le afecta la crisis? “Tengo seis proyectos en todo el mundo y tengo los recursos para hacerlos. No se trata de recortes, creo que hay gente dispuesta a apoyar programas como estos”, responde Fuster. “Por ejemplo, gracias a las 13 empresas que financian la Fundación Pro CNIC (entre las que está el grupo PRISA) hemos podido formar a los jóvenes más brillantes, desde las edades más tempranas hasta la etapa posdoctoral. Serán los líderes de la ciencia española y harán que se hable de nuestro país por motivos mucho más positivos que los que se mencionan en la actualidad”. Y continúa: “Lo veo en el curso que imparto en la Universidad Menéndez Pelayo, la gente joven está interesada en promover la salud”. Los datos avalan esa percepción: su curso es cada año uno de los más concurridos de los que se imparten en la UIMP.
Fuster pretende trasladar esta apuesta por la juventud que ha aplicado en el CNIC al Observatorio de la Nutrición y la Obesidad , tanto para que investiguen como para ser investigados.
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