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La eurozona apenas crece un 0,7% en 2024 tras estancarse en la recta final del año

La actividad retrocedió hasta el 0% en el último trimestre, en el que España fue la única de las grandes economías que creció

Manuel V. Gómez
Cadena de montaje en la factoría de Mercedes en Vitoria.
Cadena de montaje en la factoría de Mercedes en Vitoria.L. Rico (EFE)

La economía europea no acaba de despertar. 2024 ha tenido un comportamiento algo mejor que el año anterior. La zona euro creció un 0,7%, según Eurostat. Son seis décimas más que en 2023, pero el punto de partida era muy bajo y la mejoría a lo largo de los 12 meses se ha aguado al final del año. En el último trimestre la actividad en el área monetaria se ha frenado en seco. La oficina europea de estadísticas calcula en su primera estimación que la actividad no se ha movido, 0%.

Que el último trimestre la economía haya vuelto a estancarse en una mala noticia que refleja lo difícil que le está resultando a Europa volver a crecer con fuerza y dejar atrás la crisis que provocó la gran subida de precios de 2022. Ha habido otras épocas malas en la economía europea en las últimas décadas (la crisis financiera, por ejemplo). Pero ahora hay una sensación de decadencia mucho más aguda. Los problemas de competitividad y productividad que tiene la UE van mucho más del dato coyuntural, requieren apuestas estructurales profundas. Parece que en Bruselas han tomado conciencia. Esta misma semana la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha presentado un programa de gobierno para sacudir la UE. No obstante, este plan tiene algunas carencias significativas como la falta de ambición en los recursos comunes para estimular la inversión.

Ese dato trimestral también ha añadido presión sobre el Banco Central Europeo, que este jueves ha reunido a su Consejo de Gobierno y ha vuelto a decidir rebajar los tipos de interés. Van cuatro veces desde que comenzó a aflojar el dogal de la política monetaria, es decir, reduciendo el precio oficial del dinero, que ya se ha situado en el 2,75%. El repunte de la inflación a finales de 2024 y comienzos de este año estaba descontado. No ha sorprendido en Fráncfort. Sí que ha sorprendido la debilidad de la actividad, que aunque se presumía débil, no se esperaba que llegara al estancamiento de este último trimestre.

“Los consumidores parecen seguir recuperándose del shock inflacionario, ya que el poder adquisitivo recuperado aún no se traduce en una fuerte recuperación del consumo. La inversión sigue bajo presión debido a los altos inventarios en el sector manufacturero, la incertidumbre económica y las altas tasas de interés. El entorno exportador está en dificultad por la débil demanda externa. Este es el resumen: la debilidad está por todas partes, mientras que otras economías importantes muestran crecimiento”, señala en una nota Bert Colijn, economista de ING. “Por el momento, la economía parece estar en una recesión y no esperamos que salga de ella este invierno”, añade.

Los dos gigantes del área monetaria pesan mucho. Alemania volvió a acabar el año pasado con una ligera contracción, su economía cayó un 0,2%. Y Francia tampoco acaba de coger tracción, de hecho, ha acabado el año con un pequeño retroceso y un crecimiento durante los 12 meses 1,1%. El empuje de España, que sorprende a los analistas con números que mejoran cada pronóstico y obtuvo un crecimiento del 3,2% en el conjunto del año, no es suficiente para maquillar los datos que arroja el conjunto del área monetaria.

Se nota mucho la enfermedad alemana. Un país que vive una tormenta económica perfecta de la que tardará en salir por una crisis de modelo agravada por una situación geopolítica que difícilmente le pondrá las cosas mejor a corto plazo. Se acabó el gas barato ruso y China ya compite con Alemania en las exportaciones de alto valor añadido. Tampoco puede ya arrendar su seguridad a Estados Unidos y su endémica falta de inversiones públicas van a forzar a que el nuevo Gobierno que salga de las urnas se replantee esta histórica política compartida en todo su espectro político.

No se trata de hacer solo un examen de lo sucedido en Alemania, pero sus problemas se notan mucho en la estadística y no solo porque representa más de un cuarto de la economía de la zona euro. Es que si ese motor falla, los demás lo notan. Solo hay que ver lo que sucede con los países más próximos, su hinterland. Austria, Hungría, República Checa o Eslovaquia padecen más cuando su gran vecino tropieza. Los dos que están en la zona euro son una prueba de ello.

Los motores de crecimiento siguen en otras partes. Si Irlanda (-1,3%), Alemania (-0,2%) y Francia (-0,1%) dieron las notas más negativas del último cuarto del año, Portugal (1,5%) y Lituania (0,9%) dieron los mayores estirones. Muy cerca de esta última se quedó España, con una progresión trimestral del 0,8%. Pero las dos primeras son economías de tamaño modesto, y unido al escaso empuje de otras, no sirven para sacar a Europa de la atonía económica que ha provocado el parón de la locomotora francoalemana.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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