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Fàtima Crispi: “Se da por supuesto que la embarazada es una mujer feliz, pero la gestación genera miedos intrínsecos muy potentes”

La ginecóloga e investigadora de BCNatal, la unidad integral de los hospitales Clínic y Sant Joan de Déu de Barcelona, avisa de que un tercio de la salud de un adulto depende de cómo se cuidó su madre durante el embarazo

Fatima Crispi BCNatal
Fàtima Crispi, ginecóloga y especialista en cardiología fetal en BCNatal, la unidad integral de salud maternofetal del Hospital Clínic y el Sant Joan de Déu de Barcelona.CRISTÓBAL CASTRO
Jessica Mouzo

Un embarazo a término dura, de media, unas 40 semanas, día arriba, día abajo. Nueve meses, 6.720 horas de desarrollo fetal, desde la unión microscópica de un óvulo y un espermatozoide hasta el nacimiento de un bebé de algo más de tres kilos de peso. La ginecóloga Fàtima Crispi (Barcelona, 46 años) vigila de forma minuciosa cada paso de ese proceso desde las consultas de ginecología y los laboratorios de BCNatal, la unidad integral de medicina maternofetal del Hospital Clínic y el Sant Joan de Déu de Barcelona.

Crispi reparte su jornada entre visitas rutinarias a gestantes, supervisión de embarazos de alto riesgo e investigación del desarrollo fetal en el histórico recinto de la Maternitat de Barcelona, en el corazón de la capital catalana. Su último hallazgo, publicado en la revista científica Jama, constató que una dieta equilibrada en la madre y un programa de relajación para combatir el estrés en el embarazo, reducían el riesgo de que el bebé tenga bajo peso al nacer, un problema de salud que “puede dar más problemas en el parto, que necesiten incubadora y, a largo plazo, tener más riesgo de problemas cardiovasculares, metabólicos, de aprendizaje o respiratorios”, enumera Crispi, especialista en cardiología fetal. La investigadora acaba de recibir el Premio a la Investigación Jesús Serra 2022, dotado con 35.000 euros, para continuar sus investigaciones en esta rama.

Pregunta. ¿Cuáles son los factores de riesgo que pueden llevar al bajo peso al nacer?

Respuesta. La principal causa es que la placenta no funciona bien y no alimenta correctamente al bebé. El porqué no funciona bien, no lo sabemos, probablemente es multifactorial. La placenta tiene células del bebé y tiene que engancharse en el útero de la madre, implantarse y ser capaz de robarle la sangre, el alimento a la madre; y la madre tiene que dejarse, tiene que hacer como una tolerancia inmunológica. Tiene que haber un entendimiento entre la madre y la placenta, pero madres más añosas o con enfermedades inmunológicas o trastornos de coagulación, dejan menos que la placenta se implante y eso ya da problemas. Después hay factores como por ejemplo tóxicos, el tabaco, el alcohol, que hacen que ese proceso tampoco se haga también. Y hay otros elementos externos, como la nutrición, que si no es tan óptima, el alimento que le llegará al bebe es peor y la placenta tampoco crece tan bien. Además, se sabe que con el estrés, aumenta el cortisol y esto altera algunos receptores de la placenta.

P. En su estudio miraron la influencia de la dieta. ¿Por qué eligieron este factor?

R. Llevábamos más de 15 años estudiando los efectos malos de nacer con bajo peso e intentamos probar medicamentos, a ver si conseguíamos mejorar el crecimiento, pero todo era desastroso. Y dijimos: tenemos que hacer algo antes de que ocurra el problema porque una vez que esa placenta funciona mal, hay poco que hacer. Y estudiamos a más de mil embarazadas para buscar qué factores eran los que influenciaban. Sabíamos que la dieta, en África, era un factor importante, aunque aquí pensábamos que las madres comían bien. Pero nos dimos cuenta de que las mamás de los bebés pequeños, aquí en nuestro medio, comían peor que las mamás de bebés no pequeños. Y vimos que, cuando miras una calificación de dieta mediterránea óptima, menos del 10% de las embarazadas comían bien. El 90% de las embarazadas no se alimenta de forma óptima. O sea, no es que coman muy mal, pero comer de forma óptima es tomar todos los nutrientes que necesita en una proporción exacta, sin que le falte ninguno.

P. ¿Y cómo se traduce eso?

R. Pues que tengan una buena base de fruta, verdura y cereales, idealmente integrales. Que tengan una cantidad de proteínas óptima. Nos fijamos, por ejemplo, en que las mamás de los bebés pequeños comían menos proteínas de las que tocaban porque, a veces, durante el embarazo, tienen ascos a la carne o al pescado. Cuando mirábamos el patrón, nos dábamos cuenta de que igual había una deficiencia nutricional en calcio, porque hay que comer muchísimos más lácticos de los que tocaría. Quizás, si no estuvieran embarazadas, no comerían tan mal, pero con el embarazo, como se aumentan requerimientos de nutrientes, fallaban por un lado o por el otro. Tener una dieta óptima durante el embarazo no es tan sencillo porque aumentan los requerimientos de muchos nutrientes. Ellas hacían un esfuerzo por comer bien, pero tampoco nadie les explicaba bien cómo hacerlo.

P. ¿Por qué no comen bien?

R. Creemos que hay un porcentaje que no se preocupa por comer. O que entre las náuseas, que trabajan y no tienen tiempo, pues ni lo intentan. Pero también hay un porcentaje muy importante que hace un esfuerzo y ellas creen que están comiendo bien, pero el problema es que nadie les explica cómo hacerlo correctamente. Los ginecólogos no tenemos formación en general en esto y básicamente nos dedicamos a prohibir cosas: el pescado por el mercurio, el jamón por la toxoplasmosis, cuidado con los lácteos no pasteurizados por la listeria… No les explicamos mucho y, si la mujer embarazada pregunta a ginecólogo, poca cosa sabe.

P. En su estudio demostraron que, modificando la dieta, se podía reducir el número de bebés con bajo peso. ¿Dónde más influye?

R. Nosotros hemos visto que también afecta en la [reducción de la] preclampsia, que es la hipertensión en el embarazo. En lo que no vimos efecto es en la prematuridad.

P. Una de las limitaciones del estudio es que se había hecho en un entorno de recursos económicos altos. ¿Hasta qué punto es factible y realista pedir a todas las madres una dieta saludable? Comer bien es, a menudo, mucho más caro que comer mal.

R. El 70% de las mujeres que participaron en el estudio eran de un nivel económico alto, pero al trabajar los datos, vimos que también hubo un efecto positivo en las de nivel socioeconómico bajo. Es verdad que la comida saludable es cara, sí, pero también puedes adaptar la dieta a un nivel socioeconómico bajo. Estas mujeres también agradecieron que alguien les explicara, dentro de sus posibilidades, que podían comprar mejor.

El 90% de las embarazadas no se alimenta de forma óptima”
Fàtima Crispi, ginecóloga de BCNatal

P. La otra pata del estudio era la reducción del estrés con un programa de relajación.

R. El estrés es un efecto global en toda nuestra sociedad. Se da por supuesto que la embarazada es una mujer feliz, pero el estrés del embarazo está muy relacionado con el miedo a algo que tú no sabes qué va a pasar, no sabes si va a ir bien o mal y eso te genera como un que hace que tú te preocupes, le des vueltas y eso aumenta tus niveles de cortisol. El embarazo, seas de alto nivel socioeconómico o bajo, genera unos miedos intrínsecos que son muy potentes: no sabes si va a nacer bien o mal, la duda de si voy a ser buena madre o no, cómo va a seguir la relación con mi pareja, si voy a poder seguir trabajando bien, si voy a adaptarme al nuevo estilo de vida… Hay muchas incertidumbres y eso es la base del estrés.

P. ¿Qué papel tiene el cortisol en la salud fetal?

R. El cortisol es la hormona que nosotros fabricamos para ponernos en alerta cuando estás en una situación de estrés, como en un incendio, por ejemplo. Tener el cortisol ato en un momento puntual es bueno. Lo que no es bueno es tenerlo alto siempre o mucho rato. Y durante el embarazo, el cortisol es necesario para el desarrollo del bebé, pero niveles muy altos son malos: si das demasiadas dosis de cortisol, los bebés nacen más pequeños.

P. ¿Cómo sigue su investigación ahora?

R. Estamos intentando entender cuál ha sido el mecanismo por el cual la dieta ha funcionado. Nosotros creemos que es múltiple. Una hipótesis podría ser que lo que la mamá come durante el embarazo son como las piezas con las cuales se fabrica al bebé: el bebé se fabrica cogiendo proteínas, lípidos, glúcidos… Y si estos son de mejor calidad, el bebe también se construye de mejor calidad. Pero creemos que también ha habido un efecto en la placenta directo: el hecho de comer mejor ha hecho que la placenta fuera de mejor calidad y esto hace que alimente mejor al bebé. Estamos estudiando la placenta y, dentro de ella, los polifenoles, componentes derivados del aceite de oliva y también transportadores de nutrientes para entender qué componente de la dieta ha hecho que la placenta s edesarrollara mejor.

P. Con estos resultados, ¿se puede caer en el riesgo de aumentar la responsabilidad sobre la madre?

R. Al contrario, la mamá ya está haciendo un esfuerzo y todas se preocupan por comer bien. Lo único que pretenden estudios es dar herramientas para ayudarlas, empoderarlas, no culpabilizar a nadie. Cada una lo hace lo mejor que puede.

P. Hace un tiempo hubo una fuerte polémica con una influencer, médica también, que decía que no pasaba nada por tomarse una copita de alcohol embarazada.

R. No. Tolerancia cero al alcohol. El alcohol va directo al bebé, a la placenta. Y el tabaco también debería ser cero.

P. ¿Los hábitos de la madre modulan completamente la salud del bebé?

R. Sí, totalmente. Nuestra salud de adultos depende, en un tercio, de nuestra genética; otro tercio, de nuestros hábitos de vida tras nacer; y otro tercio, de nuestros hábitos en la etapa prenatal, que son los de la madre. O sea, nuestra salud depende, en un tercio, de cómo se cuidó o cómo no la madre.

P. En la entrega de premios, destacó la importancia de la investigación prenatal y decía que estaba “descuidada”. ¿Por qué lo dice?

R. Primero, porque hasta hace 50 años, no existía. La medicina fetal nació con la ecografía, es una especialidad relativamente nueva y queda mucho por descubrir. Y el otro factor es que, por la razón que sea, en becas de investigación, al embarazo no se le da mucha importancia. No sé si es porque somos mujeres, o porque quien dan las becas son hombres, que se preocupan mucho por el cáncer de próstata o el alzhéimer, pero por el embarazo como que no… Siempre tenemos que ver dónde nos podemos colar porque rara vez sale una beca para embarazo.

La placenta se tiraba a la basura porque es fea, pero es un órgano maravilloso, la base de muchas enfermedades”
Fàtima Crispi, ginecóloga de BCNatal

P. ¿Qué les falta por saber en medicina fetal?

R. Estamos poniendo mucho foco en la placenta, porque es un órgano supercomplicado de estudiar, muy heterogéneo, que cambia muchísimo durante el embarazo y se ha estudiado poco. Era una cosa que salía después del parto y se tiraba a la basura, porque es como fea, asquerosa. Pero dentro del útero es más mona, es un órgano maravilloso, la base del bajo peso al nacer, de la preclampsia, de muchas enfermedades. Yo me dedico al área cardiovascular y también tenemos que entender más el funcionamiento del corazón, por qué a veces no se desarrolla bien. Cuanto más estudia, más preguntas se tiene.

P. Precisamente, sobre el corazón, y a propósito de la derogación del derecho al aborto en Estados Unidos, el estado de Texas había promulgado meses atrás una ley en la que se prohibía el aborto desde el momento en que hubiese latido. ¿Qué opina? ¿Qué significa el latido?

R. En las primeras semanas, el feto, o sea, esa célula que se va dividiendo, se nutre como por difusión: la madre le envía el alimento y lo recibe a través del ambiente. El primer latido significa que el bebé se reparte el alimento: la placenta lo recoge y lo envía al corazón, que lo reparte. Es como un poquito más independiente. El corazón es un órgano clave, pero usar eso como excusa para poner leyes, no lo veo muy claro. Para mí, tener hijos o no, es una decisión de la mujer: el bebé está dentro de su cuerpo y debería ser una decisión de ella.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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