¿Champiñones en tus auriculares y eucalipto en tus edredones? Sí
Si de la biología sintética depende, tus pertenencias pronto serán el colmo de lo biodegradable
El lugar donde la ingeniería genética se cruza la biología molecular, la ingeniería electrónica y la informática (entre otras) se llama biología sintética (SynBio, para los modernos). Como era de esperar, de semejante encrucijada científica puede salir de todo. Se pueden inventar nuevos materiales, nuevas maneras de generar energía, nuevos fármacos... Y nuevos productos para tu hogar. Por ejemplo, un edredón.
Uno apto para veganos, ojo. Esta es la propuesta de la marca neoyorquina Buffy para cubrir las camas más preocupadas por el medioambiente (y menos preocupadas por llegar a fin de mes, que la broma cuesta más de 200 dólares en talla de matrimonio). Breeze es un edredón fabricado con pulpa de madera de eucalipto, completamente biodegradable y con una huella ecológica menor que la de un edredón común, puesto que el cultivo del eucalipto consume un 10% menos de agua que el del algodón, y en su transformación a fibra se genera poco o ningún residuo.
Esta no es la primera incursión de esta marca en la búsqueda de creaciones sostenibles. Hace un par de años, recuerda la revista Dezeen, la compañía lanzó The Cloud, otro edredón que combinaba la pulpa de eucalipto con el plástico de botellas recicladas. Según la propia empresa, este modelo ha permitido reciclar 6 millones de botellas y salvar a miles de gansos. Si te están entrando los calores solo de pensar en abrigarte con todo ese plástico, respira: de acuerdo con los fabricantes, el resultado es transpirable y facilita la termorregulación, para que no tengas que sacar una patita en busca de aire fresco.
- Hongos y más
Pero la biología sintética no sólo sirve para que te abrigues en las frías noches de invierno. También puedes escuchar tus canciones favoritas con un puñado de champiñones. Esta otra propuesta, también recogida recientemente en Dezeen, se llama Korvaa viene del estudio finlandés de diseño Aivan. Se trata de unos auriculares cultivados con hongos y levadura donde se mezclan seis sustancias biológicas diferentes.
En este proyecto, que se encuentra por ahora en fase de prototipado, han participado también científicos de diferentes instituciones finlandesas. El resultado, además de bonito, es biodegradable. En la estructura de los auriculares se mezclan hongos, bioplásticos e incluso una proteína derivada de las telas de araña, según Dezeen, la misma que se emplea para hacer ciertos chalecos antibalas.
Sin embargo, lo más probable es que Korvaa se quede en lo que es ahora, una colaboración experimental pensada para mostrar las virtudes de la biología sintética. Por lo pronto no podrás bailar al ritmo de tus champiñones. "Esto ha sido solo un arañazo superficial en el camino que están siguiendo los materiales diseñados con ingeniería biológica y lo que podremos hacer con ellos en el futuro", asegura uno de los diseñadores del estudio, Thomas Tallqvist.
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