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Medicsen, un tratamiento para la diabetes, con una app y sin agujas

Esta 'startup' ha diseñado un wearable que inocula la insulina sin necesidad de agujas con el formato de un parche inteligente de pequeñas dimensiones

Jerónimo Álvarez y Flaminia Pelazzi

Medicsen es la startup ganadora del concurso de pitches —breves presentaciones del concepto de una empresa ante inversores— y del jurado del EU Startup Summit 2018, el congreso del sector más prestigioso de Europa. Además de llevarse un paquete de servicios de 61.000 euros, su fundador, Eduardo Jorgensen, vio refrendada y promocionada su revolucionaria idea para cambiar la vida de los diabéticos.

Todo empezó gracias a una niña. “Había rechazado el tratamiento de diabetes en la consulta en la que trabajaba. Se quejaba de no tener una vida normal, constantemente preocupada. Y además le aterraban las agujas”. Del impacto de esa experiencia, a Eduardo Jorgensen se le ocurrió plantear un tratamiento de diabetes que no requiriera de agujas y que además se comunicara con el paciente, para que este no tuviera que estar pendiente de medicarse.

Medicsen combina una tecnología para la administración del fármaco, en fase de pruebas, con una plataforma online de gestión de la enfermedad. Mediante una app, que tiene el lema Déjate aconsejar y olvídate de la diabetes, el sistema es capaz de predecir los valores presentes y futuros de cada paciente con un error mínimo (10 unidades de glucosa). Incluye un chatbot capaz de interactuar mediante reconocimiento de voz.

El impacto de la idea de Jorgensen podría ser enorme: solo en España 5,3 millones de personas padecen diabetes tipo II

El verdadero cambio para la vida de los diabéticos es la revolucionaria manera de administrar el fármaco. Medicsen ha diseñado un wearable que inocula la insulina sin necesidad de agujas con el formato de un parche inteligente de pequeñas dimensiones (cuatro por seis centímetros). Dicho parche se comunica con la app constantemente para liberar el fármaco cuando toque sin necesidad de que intervenga el paciente. La tecnología está afrontando los tests de laboratorio que permitirán su futura comercialización. De confirmarse su éxito, el impacto económico y humano será enorme. Solo en España, 5,3 millones de personas padecen diabetes tipo II, según datos de la Sociedad Europea de Diabetes. En el mundo se estima que la cifra supera los 400 millones de afectados, según la OMS.

Jorgensen es un ejemplo del nuevo modelo de emprendedor que quiere revolucionar el Viejo Continente en un sector en el que Europa es líder: la salud. Sus razones para optar por el viacrucis del emprendedor vienen de la satisfacción vital con el trabajo, de sentirse útil: “Creo que emprender es una de las mejores maneras de dejar una huella en el mundo y ser capaz de cambiar las cosas de facto. Quiero mejorar la vida de las personas con enfermedades crónicas y emprender me ha dado las herramientas para aprender y ejecutar, más la oportunidad de empezar de la nada”.

Nosotros, particularmente, hemos recibido mucho apoyo de la UE, pero no tanto de España

Jorgensen enumera su carta de los reyes magos de las cosas que deberían cambiar en la Unión Europea para hacer más fácil la vida del emprendedor: “Más apoyo de cada nación a sus startups, beneficios fiscales y vías rápidas para investigar. Nosotros, particularmente, hemos recibido mucho apoyo de la UE. Pero no tanto de España, así que nuestro punto de vista es que se permita a los emprendedores quedarse en su hogar para que puedan centrarse en el desarrollo profundo de tecnología”.

Hay otros escollos propios de emprender en Europa que ponen en desventaja a los emprendedores frente a los de Silicon Valley. Jorgensen lo define de una manera poética pero contundente: “el valle de la muerte”. Es fácil entender el concepto: aquí, la startup muere antes de poder probar la validez de su idea. El CEO de Medicsen asevera que esto sucede porque, si bien es más barato arrancar una startup en Europa, el acceso a fondos de inversión es más difícil.

Este emprendedor, como la inmensa mayoría de los entrevistados en este artículo, ve además un problema cultural que se repite como una letanía sin importar de qué país de la región estemos hablando: la percepción negativa del fracaso. “Creo que es una de las cosas que más nos está frenando en Europa. Tenemos miedo de fallar. No lo vemos como una etapa necesaria para que no tengamos que asumir tantos riesgos. Deberíamos animar a los emprendedores a que creen sus ideas de una manera responsable y a que las comuniquen en público, algo muy común en Estados Unidos pero no en Europa”.

Del tiovivo emocional que supone fundar un negocio propio, y como aviso a futuros navegantes, Jorgensen rescata de su memoria dos momentos. El más difícil: “Probablemente cuando no teníamos suficientes recursos y teníamos que buscarnos cada euro de dónde podíamos. Aún luchamos con la financiación, como cualquier startup, pero es diferente ahora que tenemos apoyo [a fecha de cierre de este número, Medicsen ha logrado superar los 500.000 euros de financiación]. En el comienzo no había nada, solo riesgo”. Y el momento más inolvidable: “He disfrutado de muchos momentos, pero si tengo que elegir uno, me quedo con el lanzamiento de la app. Yo estaba en Australia, el equipo de desarrollo en Madrid y otros directivos en Génova. Fue muy estresante pero también muy reconfortante porque sintetizó dos años de duro trabajo”.

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