Por qué triunfan los líderes dominantes en tiempos inciertos
Los miembros del grupo intentan compensar la sensación de falta de control apoyando a líderes que aparentan tener más capacidad de acción
Durante los últimos años hemos sido testigos del ascenso al poder de líderes dominantes que defienden narrativas con tintes autoritarios y con una moral cuestionable. Desde el triunfo de Donald Trump en las últimas elecciones estadounidenses al avance de la ultraderecha en toda Europa. A pesar de que la investigación general indica que estos individuos son a menudo narcisistas, agresivos y controladores, su popularidad permanece firme incluso en presencia de otros candidatos más respetados y admirados. La investigación When the appeal of a dominant leader is greater than a prestige leader elaborada por Hemant Kakkar y Niro Sivanathan, de la London Business School, y publicada en la revista científica PNAS, explica cuándo y por qué, a pesar de todo, estos líderes siguen siendo reverenciados por los ciudadanos.
Para llegar a ser líderes, tanto en política como en una empresa, la teoría evolutiva define dos caminos: el del dominio y el del prestigio. Aquellos que eligen el primer camino comparten características comunes: tienden a ser asertivos, confiados, controladores, determinantes y narcisistas, se caracterizan por su falta de cooperación y suelen reclamar posiciones de liderazgo en lugar de esperar a que se las otorguen. No es difícil que la imagen de Donald Trump te venga a la mente cuando lees esta definición. Los líderes prestigiosos son los que popularmente conocemos como líderes naturales. Tienden a ser apreciados y admirados por los demás, transmiten conocimiento y habilidades dentro del grupo, son considerados modelos culturales a seguir y son los demás los que les otorgan el liderazgo. Suelen tener rasgos que se consideran más agradables y aceptables socialmente, pero aún así en muchas situaciones no consiguen llegar al poder.
¿Por qué sucede esto? La conclusión a la que han llegado Kakkar y Sivanathan con su investigación es que un líder dominante se vuelve más atractivo que uno de prestigio cuando el entorno socioeconómico es incierto. "Sostenemos que, ante la incertidumbre, las personas prefieren un líder que esté seguro de sí mismo y sea determinante a la hora de lograr sus objetivos", se lee en el estudio. "Estas son las características que la gente espera encontrar en un líder dominante y autoritario en lugar de un líder que, aunque respetado y admirado, está menos dispuesto a ser contundente en la consecución de sus objetivos". Esta reacción de la sociedad o de los empleados de una empresa que prefieren a un jefe dominante es una respuesta destinada a restaurar la sensación de control personal. Cuando la situación es inestable, las personas intentan compensar esta sensación de falta de control apoyando a líderes que aparentan tener más capacidad de acción.
Para llegar a estas conclusiones los responsables de la investigación realizaron varios estudios comparando distintos tipos de incertidumbre con la inclinación de los participantes hacia los líderes dominantes o prestigiosos.
- Clinton vs Trump
En un primer estudio encuestaron a 750 participantes de 46 Estados de EEUU. Tuvieron en cuenta su preferencia de voto, ideología política y su código postal. Este último dato es clave para saber su nivel de incertidumbre económica.
Un grupo independiente valoró si Donald Trump y Hillary Clinton —los dos candidatos a las últimas presidenciales de Estados Unidos— eran considerados líderes dominantes o prestigiosos. Los resultados fueron significativos y no dejaron lugar a dudas: Trump fue valorado por este grupo de control como un líder dominante y Clinton, como una líder prestigiosa.
Después, tuvieron en cuenta la incertidumbre económica del grupo de 750 participantes y les preguntaron a quién votarían en las elecciones. Analizando los resultados de las encuestas, los responsables del estudio encontraron que cuanto mayor era la incertidumbre económica del área donde vivían los participantes, más personas optaron por votar a Donald Trump, señalado como dominante por el grupo independiente.
- ¿Y si son líderes anónimos?
Un sesgo claro que tenía la primera aproximación de la investigación era si las impresiones generadas por Clinton y Trump o ideas políticas de los participantes podrían contaminar los resultados. Realizaron un segundo estudio para confirmar los resultados. En esta ocasión encuestaron a 1400 participantes de 50 Estados de EEUU, que respondieron a preguntas sobre los niveles de prestigio y dominancia que debería tener su líder ideal.
En esta ocasión también recogieron datos del código postal de cada participante y calcularon la incertidumbre económica como en el estudio anterior. Y encontraron los mismos resultados: la gente con una situación más inestable definía a un líder dominante como su líder ideal. También vieron otro dato curioso: la incertidumbre no solo favorece al líder dominante sino que directamente perjudica a un líder basado en el prestigio.
- ¿Sucede en todo el mundo?
Hasta este punto, los datos se centran en participantes de Estados Unidos y la inestabilidad económica de los barrios donde viven. Para evaluar si los resultados podrían generalizarse a un nivel más global, los responsables de la investigación tomaron datos de la World Value Survey, una organización que estudia las actitudes políticas y sociales de personas de todo el mundo desde 1983.
Tuvieron en cuenta 138.000 respuestas desde 1994 a la actualidad en 69 países y calcularon la incertidumbre económica basándose en la tasa de desempleo. Encontraron que el aumento del desempleo se asocia con la preferencia de sus ciudadanos por un líder dominante. Este análisis también les sirvió para llegar a la conclusión de que la necesidad de un líder autoritario está relacionada con la falta de control personal: al aumentar el desempleo la gente tiene la sensación de que pierde control sobre sus vidas y creen que al elegir a un líder dominante —que aparenta ser más determinante y controlador— su situación mejorará. "La falta de control personal es un estado profundamente indeseable, y las personas están motivadas para recuperar su sensación de control mediante diversas estrategias compensatorias", se lee en el estudio.
- También con la amenaza terrorista
Estos efectos no se limitan solo a la incertidumbre económica: otro tipo de inestabilidades sociales generan resultados parecidos. Para comprobarlo, los responsables del estudio informaron a los participantes de un ataque terrorista en un pueblo de Estados Unidos. Hicieron dos grupos: a los integrantes de uno les dieron la certeza de que el ataque se iba a repetir y a los integrantes del otro, les dijeron que era una situación incierta. Los que pertenecían al segundo grupo mostraron mayor apoyo a un líder dominante en las próximas elecciones locales.
Estas conclusiones resultan preocupantes: los líderes dominantes llegan al poder impulsados por la incertidumbre y, una vez allí, pueden alimentar más esta situación para solidificar su atractivo. Tienen la autoridad de promover regulaciones económicas y políticas que en realidad podrían llevar a un desequilibrio mayor, lo que podría perpetuar su atractivo y poder.
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