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Sánchez se moviliza contra la abstención

El PSOE da por segura su victoria el 28 de abril pero insta a una participación que trascienda a su electorado tradicional

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (c) y la líder de los socialistas andaluces, Susana Díaz saludan a los asistentes de un acto en Sevilla.Foto: atlas | Vídeo: JULIO MUÑOZ (EFE) / ATLAS
José Marcos
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Una abstención como la de Andalucía, que convierta su victoria en pírrica, es la peor pesadilla que Pedro Sánchez podría tener el 28 de abril. Por primera vez desde 2008 el triunfo del PSOE se da por descontado en las elecciones más fragmentadas desde la Transición. Más allá de esta certeza, compartida a regañadientes en las cúpulas de los demás partidos, la incertidumbre es total.

El gran interrogante de la tercera campaña electoral al Congreso y Senado en tres años y medio es si los socialistas obtendrán la ventaja suficiente para mantener el Gobierno o se impondrá en las urnas el bloque de PP, Ciudadanos y Vox. De ahí la apelación constante de Sánchez a una movilización “extraordinaria” frente al “Pacto de Colón”. En un escenario tremendamente volátil, la abstención es “sumamente peligrosa” y la participación es “más importante que nunca”, reconoce el PSOE en su guía de campaña, a la que ha tenido acceso EL PAÍS.

La prioridad a lo largo de las 24 páginas de este documento estratégico es dirigirse “a toda la sociedad” y no solo al electorado tradicional socialista para que “apueste mayoritariamente” por el proyecto que lidera Sánchez. “No solo debemos movilizar a la España que se considere de izquierdas y progresista, que es la base de nuestro sufragio (...) Debemos trascender de delimitaciones”, recoge la guía de campaña.

Si por algo se caracterizan los mítines del PSOE en estos dos últimos meses es por las continuas apelaciones al voto “moderado y cabal”. Un mensaje dirigido al electorado de centro reacio al veto de Ciudadanos al partido que más años ha gobernado España desde la restauración de la democracia. “Con la misma cuerda con la que hacen ese cordón sanitario al PSOE, algunos se atan a la ultraderecha”, vinculan los autores de la hoja de ruta socialista al partido de Albert Rivera con el nacionalpopulismo que abandera Santiago Abascal. Sánchez agitará el temor a que la desmovilización “pueda proporcionar el triunfo al extremismo y a los posicionamientos más ultras”.

La volatilidad del voto, con un tercio de indecisos, dificulta los pronósticos y hace que sea impredecible el resultado del 28-A. Tampoco ayuda que, por primera vez en décadas, los últimos escaños en juego en las provincias del interior, los conocidos restos, se vayan a decidir por menos de un millar de votos en algunas de las circunscripciones de la España vacía. Ya lo dijo Sánchez esta semana: “Un voto puede decidirlo todo. Cada voto cuenta”.

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Y es aquí donde el votante potencial al que aspira el PSOE se amplifica. Por primera vez desde la penalización que la crisis económica le supuso en las urnas, los socialistas plantearán una campaña dirigida “a todos los sectores y a personas de todas las edades”. Sin excepciones. No se limitará a su voto refugio del mundo rural y de los mayores de 50 años con el que evitó el sorpasso en 2016. Los nuevos votantes y las generaciones más jóvenes ya no se dan por perdidos y exclusivos de Podemos. “Creíamos que los jóvenes no volverían a otorgarnos mayoritariamente su confianza, y que habían declinado votarnos, atraídos por las nuevas opciones del sistema político. Sin embargo, esta situación ha cambiado”, se afirma en la guía de campaña.

La competencia con el principal socio del Gobierno no será en ningún caso cruenta. Sumar con Podemos y el PNV es el sueño que tienen en La Moncloa y Ferraz. Para conseguirlo, Sánchez necesita superar con creces los 110 diputados de Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011 y obtener el colchón suficiente para paliar la caída que se presupone de Podemos y sus confluencias. Los cálculos, con línea gruesa, que hacen en el comité electoral socialista es que se mueven en una horquilla de entre 120 y 140 diputados —todo un salto adelante, ya que se parte de los 84 actuales— mientras Pablo Iglesias se quedaría en torno a los 35 escaños, la mitad que ahora. Una cifra que en el Ejecutivo cree que podría mejorar animada por la mejora que otorgan a Podemos durante la campaña. Los nacionalistas vascos, socio potencial marcado por su pragmatismo, aportarían otros seis. “El escenario ideal sería no depender de los independentistas, ni para la investidura ni para la acción de gobierno”, confían en la dirección del PSOE, donde son muy conscientes del desgaste que la gestión de la crisis de Cataluña supone entre su electorado. Por eso incidirán en que no se ha hecho “ninguna cesión” a los secesionistas y defenderán el diálogo “dentro de la Constitución”.

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Sobre la firma

José Marcos
Redactor de Nacional desde 2015, especializado en PSOE y Gobierno. Previamente informó del Gobierno regional y casos de corrupción en Madrid, tras ocho años en Deportes. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Trabajó en Starmedia, Onda Imefe y el semanario La Clave.

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