La escalada en El Chorro de Málaga se viste de luto: “La gente no percibe que se esté jugando la vida”
Este paraje registra cinco accidentes mortales en poco más de dos años y la Guardia Civil que advierte de que, tras ellos, hay falta de planificación, exceso de confianza y mala suerte

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Empezaron a escalar tarde. Y, cuando llegaron a la parte más alta de la pared, quedaba poca luz. Sabían que había un camino de vuelta para salir de allí, a pie, pero no lo conocían bien. En un pequeño tramo, que había sido habilitado por la Guardia Civil para una mayor seguridad, ella, irlandesa de 21 años, resbaló. Cayó 50 metros, se golpeó con unas rocas y luego volvió a caer otros 100 metros más. Falleció en el acto, mientras su pareja llamaba a emergencias. La dramática escena ocurrió el pasado 11 de enero, muy cerca de donde, apenas un mes antes, otro británico de 20 años murió al caer durante una vía ferrata ―un itinerario que se realiza tanto de forma vertical como horizontal―. En un mal gesto, se precipitó ante la mirada de su novia y de su padre. Son dos de las cinco muertes sucedidas en el entorno del embalse de El Chorro, en Álora (Málaga, 13.382 habitantes) en poco más de dos años. Un paraíso natural para la escalada que se ha convertido también en un pequeño infierno.
Hace unos días, dos agentes del Grupo de Rescate Especial de Intervención de Montaña (Greim) de la Guardia Civil en el puesto de Álora se plantaban al pie de una pared de 50 metros de roca caliza. Equipados hasta los dientes, revisaban cada mosquetón, cada nudo, cada cuerda. “Hay que comprobar todo al milímetro mil veces”, exponían en un día soleado, otro más, en El Chorro. Hacían una pequeña demostración de cómo es su trabajo cuando se requiere su presencia en un accidente.
Su teléfono suena cada vez más porque la llegada de personas aficionadas a la escalada deportiva se han disparado en los últimos años al mismo ritmo que crecen las visitas al cercano Caminito del Rey, por el que han pasado casi tres millones de turistas desde su rehabilitación en 2015. “Estos últimos accidentes se podían haber evitado”, subrayaban los agentes, Juan Manuel y Francisco, que creen que la falta de planificación y el exceso de confianza están detrás de las víctimas recientes.
“Hay que estudiar el sitio al que vas, mirar mapas, descargarte la ruta, empezar pronto para tener luz, revisar todo el material. Si lo haces todo, pasan muchas menos cosas”, apuntan los especialistas, que relatan que la escuela de escalada de El Chorro cuenta con una larga tradición. “La zona dispone de centenares de vías bien equipadas, mantenidas y revisadas con periodicidad”, destacan. Son los propios deportistas, y las numerosas empresas que ofrecen actividades, quienes realizan esa labor en un lugar que cada invierno atrae a miles de personas, sobre todo del norte de Europa, en busca de un sol que no hay en sus países y múltiples posibilidades para el vértigo.
“Paredes que pueden alcanzar hasta los 300 metros de altura conforman un lugar único e irrepetible para aquellos escaladores que son amantes de los desafíos”, dice la web de oficial de turismo de Andalucía. “Todos los municipios del entorno lo sabemos y estamos bien formados con planes ante emergencias, pero la mayoría de veces son errores humanos… Poco pasa para la cantidad de gente que viene”, advierte Juan Alberto Naranjo, alcalde de Ardales.
Un caso de “mala suerte”
Bernabé Fernández es malagueño y uno de los nombres más reconocidos de la escalada nacional e internacional. Acumula récords y fue uno de los pioneros de esta práctica en este rincón malagueño desde los años ochenta y muchas de las vías por las que hoy transitan miles de deportistas han sido abiertas por él. A sus 50 años suele salir cada fin de semana a subir paredes. Conoce a buena parte de los monitores y guías que acuden a este rincón malagueño a diario.
Y sabe bien que el número de accidentes, también los mortales, está creciendo: “Antes éramos 30, pero ahora son cientos, miles de personas las que pasan cada año y eso aumenta las probabilidades”. Certifica que escalar es un deporte seguro si se practica con formación, precaución y buen conocimiento del equipo a utilizar. Y, aunque “siempre hay un factor humano”, asegura que las negligencias están de la mayoría de víctimas mortales.
También hay excepciones, como el accidente del 11 de febrero de 2023. Aquella mañana, un grupo de personas se acercaba a la pared conocida como Lluvia de Asteroides, equipadas y con casco, cuando una roca del tamaño de un balón cayó justo sobre la cabeza de una chica de 29 años, española, que falleció en el acto. “Fue una casualidad inmensa, a la que estamos expuestos todos los que salimos a la montaña. A veces, es simplemente mala suerte”, lamenta Fernández. Basta una ráfaga de viento, un chaparrón, el movimiento de una cabra o el salto de un buitre para desprender una piedra mortal.
El experto subraya que “es importante hacer cursos de iniciación, aprender a usar bien el material e ir, en la medida de lo posible, con monitor. Ir poco a poco, cogiendo tablas”. “Es una actividad de riesgo y no hay segundas oportunidades”, explica. “Eso es algo que hay que tener siempre muy presente”, insiste Andreas Kresse, alemán de 63 años que vive en la zona desde hace 26. Es propietario de la tienda de material de escalada Aventur El Chorro y, a diario, comprueba que hay muchas personas que no van bien equipadas, ni siquiera con casco.
Aun así, cree que el número de accidentes “es muy bajo” si se tiene en cuenta el número de visitantes. Su comercio está ubicado cerca de varios de los sectores más conocidos, como la escalera árabe o la escalera suiza, justo donde se registró la última víctima mortal el pasado 11 de enero. Justo también donde el 20 de abril de 2023 fallecía una joven francesa de 22 años al caer 40 metros mientras practicaba rápel y el 27 de diciembre de 2022 un hombre de 37 años caía 60 metros.
“Hay que tener mucho respeto al entorno. Por eso, los días de viento o de lluvia siempre cancelamos. Así hay menos posibilidades de accidente”, apunta Antonio Cebrián, máximo responsable de Sendero Sur Aventura, empresa que realiza actividades guiadas de escalada deportiva. En muchas ocasiones, Cebrián y su equipo se cruzan con personas a las que les falta equipamiento o corren riesgos innecesarios. “Hay quien solo va a estar aquí un día o dos y al final se lanza sin ser consciente del peligro”, añade. “La gente no percibe que se esté jugando la vida. Nunca crees que te vaya a pasar a ti… hasta que ocurre”, concluye.
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