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Podemos cierra filas a la espera del ‘efecto Iglesias’

El partido comienza la campaña sin su líder con una apuesta por lo social para detener la pérdida de votantes

Ana Marcos

Podemos empieza la precampaña sin Pablo Iglesias. Ante la ausencia del secretario general, de baja por paternidad, el liderazgo se reparte entre sus caras más visibles. Son los dirigentes que han cerrado filas con la dirección durante los últimos tres años de legislatura. Una avanzadilla que ha empezado a recorrer España para volver a situar los temas sociales en el centro del debate y así intentar contrarrestar la hegemonía del conflicto catalán en el debate político. Apelan al voto útil para frenar a los que denominan “el trío de Colón”. Su objetivo es reactivar a la militancia y tratar de frenar a los votantes que se plantean optar por el PSOE (al menos un 15% según las encuestas). Una vez allanado el camino, buscarán el efecto Iglesias para afrontar la recta final al 28-A.

Irene Montero, en la última sesión de control al Gobierno de la legislatura.
Irene Montero, en la última sesión de control al Gobierno de la legislatura. jaime villanueva

“No hay contradicción entre ser candidato y estar de permiso de paternidad. Lanzamos un poderoso mensaje: queremos una España feminista. En Podemos somos un equipo”. Son las palabras de la número dos, Irene Montero, que el partido ha hecho lema. Con la ausencia de Íñigo Errejón —tradicional jefe de campañas— por haberse integrado en la plataforma de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, toda la ejecutiva de Podemos ejerce de comité de campaña “de forma colegiada”, según Pablo Echenique, secretario de Organización y miembro de este órgano.

No hay solo una persona al frente de la estrategia, pero Iglesias, candidato a La Moncloa, está al tanto de todos los movimientos. Desde que se retiró temporalmente la pasada Navidad, el líder de Podemos ha combinado el cuidado de sus hijos con la política a un ritmo más lento. Ha estado en contacto con Pedro Sánchez, ha intervenido en reuniones del partido por teléfono, ha enviado directrices a través de redes sociales, y se ha encontrado fuera y dentro de su casa con miembros de la dirección, siempre su círculo más cercano, para idear, entre otras cuestiones, la campaña.

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El CIS atribuye a Unidos Podemos un 14,5% de intención de voto frente al 21% obtenido en 2016. El partido muestra incredulidad hacia esos sondeos. “Las encuestas cada vez se parecen más a los horóscopos. El escenario está completamente abierto”, opinó Irene Montero tras conocerse el último barómetro, el jueves. “Hay interés fuera y dentro de la política de dar por muerto a Podemos. Ya lo hemos vivido”, dicen fuentes del partido.

La vuelta de Iglesias, prevista para finales de marzo, es una incógnita. Podemos augura sorpresa. El golpe de efecto para recuperar dos de sus enseñas: “la ilusión y la sonrisa”. “Volverá con la estrategia de la remontada”, opinan otras fuentes del partido. Estas mismas fuentes apuntan a una contradicción en esa táctica de apostar por la remontada: “Emplear ese término supone dar por buenas las encuestas que ellos mismos dicen que no se creen”.

La campaña del 'sí se puede'

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Podemos no ha desvelado la letra pequeña de su plan, pero avanza que será “la campaña del ‘sí se puede”. La idea va en línea con su empeño en centrarse en lo social, aunque Cataluña volverá a dominar la campaña. “A la vez que plantearemos soluciones para el problema territorial, vamos a esforzarnos para que no tape los desahucios como los de Argumosa”, ejemplifican fuentes de la campaña sin dar detalles concretos.

Las medidas que recogió el fallido acuerdo de Presupuestos con el Gobierno vertebrarán el programa. “Son los temas que hemos defendido los últimos meses y que son nuestra identidad”, explican las mismas fuentes. Podemos se prepara para un ejercicio de funambulismo. Por un lado, defenderá su trabajo como socio parlamentario del Ejecutivo y enarbolará la subida del salario mínimo a 900 euros o la equiparación de las pensiones al IPC. “El pacto recogía lo máximo que pudimos arrancar al PSOE”, dicen en la formación. Es decir, el partido quiere situarse como garantía para conseguir avances sociales en un futuro bloque progresista liderado por Sánchez.

Al mismo tiempo, Podemos pretende evitar ser “muleta” de los socialistas. “Corremos el peligro de que, con un discurso sustentando en la idea de que arrancamos medidas al Ejecutivo del PSOE, nos vean como sus socios y no como una alternativa de Gobierno”, explican fuentes dentro del partido. En la memoria sigue muy presente que esta posición subalterna provocó que perdieran 300.000 votos en Andalucía, según la interpretación del partido. “A pesar de que hemos tenido una colaboración con el PSOE, sabemos hasta dónde puede llegar. Cuando se trata de enfrentarse a los bancos, a las eléctricas y al Ibex 35 le tiemblan las piernas”, defienden desde la dirección del comité que no descarta un viraje de los socialistas hacia Ciudadanos. “La única forma de garantizar que esto no pase, es que Unidos Podemos tenga un buen resultado”, dicen.

El partido del 8M

El otro adversario a batir es el frente de derechas: la posible alianza entre PP, Ciudadanos y Vox. Podemos ya ha lanzado la carta feminista. El partido quiere ser “la España del 8M”. Han empezado por cambiar el nombre de la coalición con IU a Unidas Podemos. “Hemos registrado más de 60 iniciativas con contenido feminista”, reivindica la diputada Ángela Rodríguez en un vídeo de Podemos en Instagram. A través de esta red social, el partido trata de canalizar sus mensajes electorales a los votantes más jóvenes. “La pena es que la mayoría han sido bloqueados por esos que se dicen patriotas y que en realidad son enemigos de las mujeres”, acompaña la también diputada Sofía Castañón.

Frente a las críticas por la crisis interna que atraviesa, Podemos apuesta por los valores que les hicieron fuertes en sus inicios: la unidad y la lucha social. Su éxito o fracaso en las elecciones dependerá de que el votante de izquierda que duda entre quedarse en casa o votar al PSOE vuelva a conectar con estas ideas.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura. Forma parte del equipo de investigación de abusos en el cine. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional, además de participar en la fundación de Verne. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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