A Coruña reclama otro palacete a los Franco por temor a que lo vendan
La mansión fue puesta a nombre de Carmen Polo tras una subasta calificada como "puja farsa" por varios colectivos ciudadanos
Con gaitas, aire de fiesta y la participación del propio Caudillo, su esposa Carmen Polo, conocida como La Collares, el primer conde de Fenosa o el alcalde coruñés de la época, resucitados a la vida en la carne de conocidos actores gallegos, A Coruña ha reivindicado este sábado la devolución por parte de los Franco del palacio de Cornide. Eran unas 150 personas a las que luego se han ido sumando vecinos que se topaban con la comitiva. Se trataba de dar un paso más después del pleno municipal que hace meses acordó buscar vías legales para recuperar la propiedad del inmueble para el pueblo, obtenida en 1962 por la familia del dictador tras una subasta supuestamente amañada. Unas obras en las cubiertas han hecho saltar las alarmas sobre una hipotética venta, a la vista del ejemplo de Meirás, que se ofrece por ocho millones en una inmobiliaria cántabra.
Los organizadores de la marcha, la Comisión Aberta en Defensa do Común, que agrupa a diversos colectivos ciudadanos, blanden documentos de la dictadura para demostrar que el edificio barroco fue un capricho más de Carmen Polo obtenido gracias a una supuesta componenda entre los prohombres y las instituciones del régimen. La mansión, un palacete urbano de 879 metros cuadrados útiles, fue construida entre 1750 y 1760 por la familia Cornide en la Cidade Vella de la capital provincial justo enfrente de la colegiata de Santa María (un templo adonde le gustaba acudir a misa a la esposa del dictador). Los genuinos propietarios acabaron donándolo al Ayuntamiento, que hizo de la casa Cornide su sede, pero ya en los años cincuenta del siglo XX había cambiado de usos: fue centro cultural y cine hasta que el consistorio traspasó la titularidad al Ministerio de Educación en 1957. Después, llegó a usarse como escuela pero, según las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años, aquella maniobra pudo ser un primer tanteo en el propósito de Franco de hacerse con la propiedad. Cinco años después, en 1962, tal y como revelan algunas cartas, se ideó una carambola más compleja para que la casa engrosase el patrimonio personal de Franco sin despertar suspicacias.
A la vuelta de las Navidades pasadas, el pleno del Ayuntamiento de A Coruña aprobó con la abstención del PP una moción del BNG para avanzar en la recuperación del edificio. El Consejo de la Memoria Democrática, un ente impulsado por el propio gobierno local de Marea Atlántica, tenía como primer encargo revisar el proceso de adquisición del palacete, ubicado en la calle Damas, para encontrar posibles vías de reclamación, pero aún no se conocen los frutos de su trabajo.
Por aquellas fechas, la Diputación de A Coruña ultimaba ya el primer informe de los dos (el otro fue promovido desde la Xunta) que ahora tiene en sus manos el Gobierno de Pedro Sánchez para recobrar las Torres de Meirás. Tanto este pazo situado en el municipio de Sada (A Coruña) como la mansión del centro de la ciudad habían pertenecido antes que a los Franco a dos señeros coruñeses: Emilia Pardo Bazán y el historiador, geógrafo, naturalista, escritor y político ilustrado José Cornide, respectivamente. Y cuando fueron de la familia Franco, ambos edificios se convirtieron en contenedores de obras de arte y antigüedades, y los dos acogieron en algún momento las estatuas del taller del maestro Mateo que ahora reclama por vía judicial el Ayuntamiento de Santiago.
El libro Meirás. Un pazo. Un caudillo. Un expolio, de los investigadores Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo, recoge escritos hasta ahora inéditos que destapan una supuesta trama orquestada por la administración franquista para evitar una adjudicación directa del palacete que quería ocupar Carmen Polo desde finales de los 50. El Ministerio de Educación devolvió por medio de una permuta la casa Cornide al consistorio en 1962, y después fue subastada en una puja a la que solo se presentaron dos personas: un falangista, subjefe del Movimiento Nacional en A Coruña, José Luis Amor Fernández; y el empresario Pedro Barrié de la Maza, presidente del Banco Pastor, financiero del ejército sublevado durante la guerra y, entre todos los honores atesorados en la dictadura, conde de Fenosa, el único título nobiliario con nombre de hidroeléctrica. También había sido uno de los miembros más activos de la comisión de poderosos que promovió la entrega de Meirás a Franco en 1938.
En la subasta presuntamente amañada, el 2 de agosto de 1962, Barrié se hizo con el palacio Cornide por 305.000 pesetas. Y nada más adquirirlo expresó su deseo de traspasar la propiedad a "la Señora", es decir, Carmen Polo, a la que hoy en la manifestación (y con parada en una joyería que se tropezó de camino) ha encarnado la actriz Isabel Risco caracterizada como La Collares. Había en el pliego de la puja una cláusula que impedía que el inmueble cambiase de manos en 10 años, pero esa misma tarde el Ayuntamiento la obvió en el escrito de adjudicación "dado el deseo" del banquero de "transmitir la finca adquirida en la subasta a la Excelentísima Señora doña Carmen Polo y Martínez Valdés, esposa de Su Excelencia el Jefe del Estado”. Al fin y al cabo, se concluía, era un "alto honor" para la ciudad "el hecho de que la Señora" eligiese "la misma como sede para una de sus residencias particulares".
Manuel Monge, miembro de la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica de A Coruña, ensayista, exedil del BNG y ahora portavoz de la Comisión Aberta en Defensa do Común, explica que la “trama” fue "diseñada" por Juan Sánchez–Cortés, subsecretario del Ministerio de Hacienda que pronto fue cubierto de medallas al mérito, y nombrado presidente de SEAT y procurador en las Cortes franquistas. En una carta, este defiende las ventajas de la subasta: “Así se lo hemos explicado a Su Excelencia por ser la mejor fórmula, ya que de esta forma no se hace una adjudicación directa de bienes que fueron del Estado al propio Caudillo”.
Defensa do Común habla de "puja farsa", y recuerda también la otra carta localizada por Babío y Pérez Lorenzo, esta vez escrita desde Meirás por el secretario personal de Franco, Ricardo Catoira, a Sánchez-Cortés tras el éxito de la operación: “Los señores están encantados porque han logrado el deseo de tener una casa en La Coruña, para que cuando tenga que desplazarse la Señora no haya necesidad de abrir el pazo de Meirás, que tantas molestias origina por lo grande que es esta residencia y el número de criados y servidores que necesita”.
Los historiadores no han localizado aún ninguna documentación que acredite que los Franco pagaron luego por el palacete urbano a Barrié. A principios de 2018, según reveló el Ayuntamiento, los herederos solicitaron licencia para acometer obras de reparación en la cubierta del edificio que según los vecinos cuida habitualmente un matrimonio. Los trabajos tenían como finalidad aislar y proteger de las goteras y disponían de un plazo de ejecución de 10 meses. A diferencia de Meirás y las estatuas compostelanas, el inmueble no cuenta con la protección BIC (bien de interés cultural) pero forma parte del conjunto protegido del casco antiguo de la ciudad. Hasta este año tampoco arrastraba la polémica que pesa desde hace más de una década sobre el pazo. Sería, por tanto, más fácil de vender y A Coruña está alerta. Pero de momento no aparece anunciado en la inmobiliaria de lujo MiKeli, donde sí se oferta Meirás por ocho millones, depreciado hasta la mitad de su valor.
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