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Sánchez viaja a Canadá y EE UU para recuperar iniciativa y reforzar su imagen de líder progresista

El presidente se entrevista con Trudeau, interviene en la ONU con una agenda social y ecologista y visita California

Carlos E. Cué
Justin Trudeau junto a Pedro Sánchez.
Justin Trudeau junto a Pedro Sánchez.Ryan Remiorz (AP)

Tras la debacle de la socialdemocracia europea, la victoria de Donald Trump en EE UU y el giro –con excepciones- en Latinoamérica, quedan muy pocos países  con gobiernos progresistas. Pedro Sánchez quiere aprovechar esa sequía de su grupo político en el mundo para ganar espacio internacional como uno de los pocos líderes de este sector que gobierna una de las economías grandes del mundo. Así, el presidente, que hizo su última visita bilateral a Suecia, la gran reserva de la socialdemocracia, ahora en peligro, llega hoy a Canadá, otro referente mundial de Gobierno progresista, que tiene al frente a Justin Trudeau, un político de la generación de Sánchez al que le gustaría unir su imagen.

Aclamado por la prensa internacional, Trudeau es un ejemplo de tolerancia, feminismo, ecologismo y defensa de la inmigración frente a su vecino Trump. Y también de modernidad, tanto que en octubre Canadá se convertirá en segundo país del mundo –después de Uruguay- y el primero del G-20 en legalizar por completo la marihuana, una promesa electoral de Trudeau.

Sánchez inicia con una cita con el primer ministro canadiense en Montreal un largo viaje de una semana que le llevará a Nueva York, donde participará en la Asamblea General de la ONU, y después a California, otro epicentro de la modernidad, ahora también gobernado por los demócratas. Sánchez pretendía acudir a Silicon Valley, corazón del desarrollo tecnológico, pero ante las dificultades de cuadrar la agenda se limitará a algunos encuentros políticos y visita a algún vivero de empresas tecnológicas.

El presidente, que viaja acompañado de su esposa, Begoña Gómez, estará así siete días fuera de España en el momento más delicado de su mandato, después de dos semanas complicadas, especialmente la anterior, con la dimisión de Carmen Montón y las dudas lanzadas por la oposición sobre su expediente académico. Lo que no podrá es escapar al eterno tema de Cataluña, y menos en Montreal, la ciudad más importante de Quebec, donde se optó en 1995 por aceptar un referéndum que perdieron los independentistas por la mínima. Después han ido perdiendo fuerza y ahora están hundidos en las encuestas.

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Sánchez, al contrario que sus antecesores Mariano Rajoy o José Luis Rodríguez Zapatero, parece especialmente interesado en la agenda internacional y domina el inglés. De hecho, lo habitual era que los presidentes acudieran un par de días exclusivamente a Nueva York a la cita anual de la ONU y él ha aprovechado para completarla con una visita a Canadá y otra a California.

Sánchez conserva fuera de España el impacto positivo del Gobierno que nombró, con el mayor porcentaje de mujeres del mundo, su decisión de exhumar los restos de Franco, aplaudida casi unánimemente en el exterior, y la de acoger a los migrantes del Aquarius. El tema de las migraciones, en el que Sánchez y Trudeau tienen una posición similar, será uno de los ejes centrales del viaje con otros que le interesan especialmente al presidente como la defensa del multilateralismo, la lucha contra el cambio climático, la lucha contra la desigualdad o el feminismo. Sánchez quiere volver a poner cuanto antes el foco en sus propuestas y reformas progresistas, varias de ellas en tramitación en el Congreso, y sacarlo de las polémicas sobre su trayectoria académica que suponen un coste importante para su imagen.

El presidente participará en Montreal en el Global Progressive Forum, una cita de dirigentes progresistas de todo el planeta, y después buscará reforzar su perfil internacional en las cuatro jornadas que pasará en Nueva York en el contexto de la asamblea general, con múltiples reuniones. Allí se verá con el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, el sucesor de los Castro, con quien, según La Moncloa, hablarán de una posible visita de Sánchez a La Habana. En el Gobierno aseguran que no se entiende que todos los líderes de países importantes de nuestro entorno como Francia o Alemania, e incluso el anterior presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, visiten la isla y España, pese a sus enormes vínculos económicos y sociales, quede fuera de esa ronda.

Sánchez también participará en la cumbre contra el cambio climático One Planet Summit, con el presidente francés, Emmanuel Macron, a quien también se ha acercado por sus posiciones en la política migratoria, como le ha sucedido con Angela Merkel. En esa cita el presidente deberá hacer algún anuncio importante sobre cambio climático porque así lo exige la organización.

Pero sobre todo Sánchez aprovechará estos días en Nueva York para multiplicar los encuentros bilaterales, darse a conocer –es uno de los últimos en llegar y antes no había tenido un gran perfil internacional porque nunca fue ministro ni alto cargo- y tratar de respirar con una imagen mucho más amable que la que ha vivido en las últimas semanas con la presión de la oposición, la dimisión, las rectificaciones, los fallos de coordinación y las primeras inquietudes internas ante un Gobierno que arrancó con mucha fuerza pero está empezando a comprobar la enorme dificultad de avanzar con 84 diputados, a pesar de que hasta ahora no ha tenido demasiados fracasos sonoros en votaciones clave.

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