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La población de linces supera los 500 ejemplares pese a los atropellos

El programa Life expande al felino por Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Portugal

Javier Martín-Arroyo
Un ejemplar de lince, junto a sus crías.
Un ejemplar de lince, junto a sus crías.

La población del línce ibérico ha alcanzado los 500 ejemplares por primera vez desde que hace 15 años se encendió la alarma cuando apenas quedaban 94 felinos en peligro crítico de extinción. Desde 2002, la curva de animales ha sido siempre ascendente, a pesar de las amenazas que han cercado su expansión: los atropellos en carreteras y la escasez de conejos silvestres, su principal alimento, afectado por enfermedades mortales que han disminuido su número durante la última década.

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El último recuento oficial que los expertos culminaron la pasada primavera elevó la cifra hasta los 483 ejemplares, repartidos por montes de Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y el sur de Portugal. A estas alturas, sin embargo, las mediciones de las distintas poblaciones auguran que el medio millar ha sido sobrepasado desde los 94 contabilizados en 2002. Si entonces su hábitat se limitaba a 125 hectáreas, ahora supera las 1.600 hectáreas.

Las muertes de linces (177 desde 2006), una alarma recurrente que brota cada verano, se han mantenido a raya después del pico que tuvieron en 2014, cuando fallecieron un total de 36 ejemplares, 20 de ellos atropellados en las carreteras. El año pasado la cifra de linces muertos bajó a 24, a pesar del crecimiento lineal de su población, tal y como refleja la respuesta del Gobierno a una pregunta de la senadora por Podemos Maribel Mora.

“Seguro que este año pasamos la cifra de 500 linces porque la población sigue aumentando”, afirma Miguel Ángel Simón, director del programa Life+Iberlince y responsable de las reintroducciones de ejemplares en libertad y que el año pasado liberó en los montes a 40 animales. En el último lustro el programa —financiado al 60% por la Unión Europea y al 40% por Administraciones españolas— se han reintroducido 185 linces en las Guarrizas y Guadalmellato en Andalucía, Sierra Morena Oriental y Montes de Toledo en Castilla-La Mancha, el Valle del Matachel en Extremadura y el valle del Guadiana en Portugal.

Para paliar los atropellos, las Administraciones han puesto en marcha diversos planes cuyo principal arma son los pasos de fauna, que benefician al lince pero también a otros animales como el ciervo, el zorro, la jineta o el gato montés. ¿El problema? A pesar de que la concienciación medioambiental de los ingenieros que diseñan carreteras crece, cada paso de fauna ronda el millón de euros. “También lo construyes por seguridad vial, porque puedes matarte atropellando a un ciervo”, recuerda Ramón Pérez de Ayala, de WWF.

Los atropellos, que antes eran habituales en la carretera entre Almonte y El Rocío, ahora suceden en espacios más allá de Doñana como la autovía entre Sevilla y Huelva, o en la A4, entre Andújar y Bailén. Estos accidentes dificultan la colonización de nuevas zonas, ya que los linces que perecen sobre el asfalto suelen tener mayor movilidad y buscan nuevos territorios.

Mientras, los conejos han sufrido en diferentes etapas la enfermedad hemorrágica-vírica, que ha minado su población. Al ser el principal alimento del lince, los responsables del programa de conservación Life-Iberlince optaron por impantar en 2013 un plan de choque con repoblaciones de conejos silvestres en los territorios del lince. Ahora la estrategia es la inversa: solo se reintroducen en aquellos montes que ya disponen de grandes poblaciones de conejos.

Hay un tercer factor que provoca las muertes del lince, el furtivismo (25 ejemplares en una década), que a través de las trampas para zorros suele atraparle. El problema es que los furtivos ocultan los cadáveres para evitar ser multados, y por eso apenas son contabilizados.

El censo del lince ibérico se realiza mediante el método foto-trampeo en Andalucía y también por seguimiento directo de los ejemplares liberados en Castilla-La Mancha, Extremadura y Portugal. En paralelo al éxito de las reintroducciones de linces criados en cautividad por toda la Península, “el refuerzo genético sigue dando buenos resultados y parecen estar disminuyendo las enfermedades como causa de muerte en Doñana”, refleja el informe sobre el censo del programa Life+Iberlince publicado esta primavera.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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