Monago se apunta al ‘bono supermercado’
Extremadura anuncia una ‘cartilla electrónica’ para que los más necesitados compren alimentos
Tiene 27 años, un niño de tres y hace dos fue por primera vez a pedir alimentos a Cáritas. “Entró mi marido, porque yo llevaba muy mal estar allí. Muy mal, muy mal”. El padre de Mamen es albañil y su madre, ama de casa. Nunca tuvo vacaciones, pero tampoco le faltó de nada. Ahora vive con los 265 euros mensuales del subsidio de su pareja y paga 200 de alquiler. Podría ser una de las beneficiarias del “bono solidario” anunciado por el presidente de Extremadura, José Antonio Monago, el pasado martes. Está por materializarse, pero se plantea como “una tarjeta de crédito” con el que familias en apuros podrán comprar alimentos en supermercados. “Habrá que ver si se pone en marcha. Claro que la pediría, pero lo que en verdad queremos es trabajo”, plantea Mamen.
El consejero extremeño de Salud y Política Social, Luis Alfonso Hernández Carrón, avisa de que el programa está en una fase muy inicial. “No creo que se pueda poner en marcha antes del último trimestre del año”. Explica que se trata de una medida complementaria a otras de protección social, sobre todo la renta básica, que no existía en la comunidad y que recientemente se ha regulado. Dicha renta proporcionará unos ingresos mínimos a los ciudadanos sin prestaciones y la Junta estima que puede haber unos 5.000 beneficiarios titulares del derecho (entre 15.000 o 20.000 receptores en total, si se tienen en cuenta los familiares). “El bono solidario vendría a apoyar la compra de alimentos, con preferencia para los hogares con menores”.
Carrón asegura que están en conversaciones con grandes superficies para concretar los términos de acuerdo. “Podría ser una tarjeta en la que se cargue dinero o puntos canjeables por alimentos”, expone. Se han inspirado en programas existentes en países como Estados Unidos, latinoamericanos (México, Ecuador, Brasil…) y la “tarjeta solidaria” presentada hace poco por Barcelona. “Dignifica a las personas en situación de pobreza” y “evita las colas en los puntos de distribución solidaria de alimentos”, proclamó Monago en su discurso. ¿Propuesta mediática o realista? “Si hubiéramos querido repercusión, hubiéramos hecho lo de Andalucía”, afirma el consejero de Política Social, en referencia al programa andaluz para garantizar tres comidas diarias a menores en situación de pobreza.
¿No suena a esconder la pobreza? ¿A cartilla de racionamiento? “Buscamos abordar la pobreza vergonzante que ha surgido durante la crisis. Extremeños de clase media que necesitan ayuda para comer. Es un plus, dentro de las ayudas sociales, en un momento determinado”, responde el consejero de Política Social, que declara que aún no tienen decidido el presupuesto. “Nos parece muy bien, pero que se ponga en marcha cuanto antes, porque hay gran necesidad”, afirma Carmen de Aguirre, presidenta de la Fundación Banco de Alimentos de Badajoz. La organización acaba de lanzar una petición de ayuda ante el alza de demandantes (que reciben sus productos a través de otras organizaciones, como Cáritas o Cruz Roja) y la caída de la recepción de grandes donaciones. “Antes había muchos excedentes de comida, ahora los fabricantes trabajan a pedido”, expresa.
“La región está a la cabeza desde hace décadas los ranking de pobreza”, indica Jesús Pérez Mayo, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Extremadura. ¿Se ha agudizado con la crisis? “Como en el resto del país, pero paradójicamente el porcentaje de extremeños por debajo del umbral de la pobreza se ha reducido”, advierte. Dicho indicativo pasó del 37% en 2004 (frente al 19,9% de España) al 31,9% en 2011 (frente al 21,7% nacional), según el Instituto Nacional de Estadística (INE). “Esto ocurre porque para calcular este indicador se tiene en cuenta la mediana de ingresos, que en general ha bajado, por eso no es que Extremadura haya mejorado, sino que el conjunto del país ha empeorado”.
Sin embargo, la intensidad de la pobreza se ha incrementado (del 11 al 12% en la región en el periodo citado, frente al paso del 6,1% al 8,9% nacional). O sea, que los pobres son más pobres. “Los datos reflejan sobre todo un aumento de los problemas para afrontar pagos, como la hipoteca o los recibos”, detalla Mayo. También para comer, como demuestra el aumento de la demanda del Banco de Alimentos de Badajoz, cuya presidenta detalla que se ha pasado de unos 18.000 usuarios al mes hace una década a los 30.000 de ahora. Solo en la diócesis de Mérida-Badajoz, las peticiones de ayuda de los hogares a Cáritas aumentaron un 17% en 2012 y un 64% desde el inicio de la crisis. En la comarca de Mérida, se atendió a 7.500 familias.
Entre ellas, está la de Mamen, que ve difícil salir de esta situación: “Las cosas están muy mal. Nosotros aún nos quedamos con 65 euros al mes. Conozco a una familia con cuatro niños que no tienen nada”. La suya va tirando con sus pocos ingresos y algo de ayuda de su suegra, más apoyos como el de Cáritas. “Aunque fíjate que dan tres litros de leche al mes para tres personas”. No se acostumbra a ir a recoger esa comida, pero también tiene reticencias sobre el prometido “bono solidario”: “No hay tanta diferencia, porque al final llevaría una tarjeta especial para pagar, aunque sea algo mejor”. E insiste: “Yo lo que quiero es un puesto de trabajo, que a primeros de mes puedas pagar tus cosas, tener tu frigorífico lleno…”.
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