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Las ayudas públicas para los combustibles fósiles y la agroindustria del Sur Global agravan la crisis climática, según la investigación de una ONG

Un estudio de ActionAid determina que estos sectores perciben cada año subvenciones por valor de 609.000 millones de euros en esta región, frente a los 9.300 de las energías renovables

cambio climatico
Chimeneas de fábricas en Gabes, Túnez, en mayo de 2023.Anadolu (Anadolu Agency via Getty Images)
Patricia R. Blanco

No solo el capital privado que se invierte en industrias contaminantes contribuye al calentamiento global. Las ayudas públicas, tanto nacionales como extranjeras, para sectores como el de los combustibles fósiles o la agricultura intensiva en el Sur Global agravan la crisis climática, según la conclusión a la que llega la organización ActionAid tras examinar los fondos procedentes de presupuestos gubernamentales que se destinan a estos sectores y que son mucho más altos que los asignados a políticas de desarrollo sostenible.

Según un informe hecho público este miércoles, las energías no renovables y la agricultura industrial, dos de los principales responsables de las emisiones de gases con efecto invernadero, percibieron entre 2016 y 2021 una media anual de 677.000 millones de dólares (609.000 millones de euros) en fondos públicos para sus actividades en países de bajos y medios ingresos. Con esta cantidad “se podría pagar la educación primaria de todos los niños de África subsahariana 3,5 veces”, denunció Teresa Anderson, una de las autoras de la investigación, durante un encuentro con periodistas. Para llegar a esta conclusión, los autores del informe han analizado datos procedentes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), Naciones Unidas (ONU) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

“Estas cifras ilustran un patrón profundamente preocupante sobre el estado de los flujos financieros del planeta y cómo la captación de fondos públicos por parte de las empresas está socavando los intereses de los países vulnerables al clima así como los compromisos climáticos mundiales”, sostiene la organización, con sede en Reino Unido y dedicada a luchar contra la pobreza. Y señala directamente a los gobiernos del Norte Global. Según Anderson, las ayudas de estos países a sufragar la lucha contra el cambio climático “representan apenas el 5% de la financiación pública” destinada en el Sur Global a combustibles fósiles y a la agricultura industrial.

La inversión pública anual en energías renovables es de unos 10.300 millones de dólares, 40 veces menos de lo que reciben los combustibles fósiles, según Action Aid

El caso de las energías no renovables es paradigmático. De acuerdo con la investigación de ActionAid, este sector “ha estado recibiendo una media anual de 438.600 millones de dólares en subvenciones financiadas con fondos públicos en los países del Sur Global” entre 2016 y 2023. “Pero las inversiones van en aumento”, asegura Niranjali Amerasinghe, directora ejecutiva de ActionAid en Estados Unidos, ya que en 2023 la cantidad ascendió a 495.300 millones de dólares. En cambio, la inversión pública anual en energías renovables desciende a unos “10.300 millones de dólares” (9.300 millones de euros). Es decir, “40 veces menos” de lo que reciben los combustibles fósiles.

Infrafinanciación de la agricultura ecológica

Las inversiones en agricultura ecológica también salen malparadas con respecto a la financiación que recibe la agricultura industrial, que en todo el Sur Global percibe de media al año 238.000 millones de dólares en subvenciones públicas, siempre según ActionAid. En Zambia, por ejemplo, el 80% del presupuesto nacional para la agricultura se destina a “fertilizantes sintéticos y semillas comerciales”. En cambio, solo el 6% se dedica a “ayudar a los agricultores a adoptar prácticas agroecológicas que refuerzan de forma natural la fertilidad del suelo” y reducen la dependencia de los insumos agroquímicos.

No obstante, hay ejemplos esperanzadores. Joy Mabenge, director ejecutivo de ActionAid en Zimbabue, destaca que “el 34% del presupuesto agrícola del país” se ha invertido en la agricultura ecológica, lo que considera un “gran avance” pese a que todavía el “50% del presupuesto agrícola nacional” subvenciona a la agricultura industrial. “El desarrollo de la agricultura ecológica, para reducir la dependencia de los fertilizantes se basa en el conocimiento”, afirma Anderson, que anima a los gobiernos a formar a los agricultores en este campo.

Porque seguir financiando las energías no renovables y la agricultura industrial en el Sur Global en detrimento de políticas que impulsen “soluciones climáticas para la alimentación y la energía que sean ecológicas, resilientes y democráticas” devasta los ecosistemas. “Y agrava la injusticia del cambio climático”, añade Anderson, en alusión a cómo los países con menos recursos y que menos contribuyen al calentamiento del planeta son los que sufren las consecuencias más graves. Además, insiste la ONG, muchos de estos Estados se encuentran atrapados en un ciclo de deuda y pobreza que los obliga a continuar apoyando industrias contaminantes para generar ingresos a corto plazo.

“Si queremos parar el calentamiento global, debe haber un cambio en cuanto a los flujos de financiación”, continúa la experta, que subraya que “la protección social” debe estar en el centro de estas políticas. “La transición de combustibles fósiles a otras de energías limpias se debe hacer bien, sobre todo para estar seguro de que hay alternativas para la gente y no se exacerba la desigualdad”, añade.

Un ejemplo de estudio para evitar errores es Kenia, donde la inversión per capita en energías renovables está superando a la concesión de subvenciones públicas a los combustibles fósiles, según ActionAid. Sin embargo, las recientes protestas en el país contra la subida de impuestos —incluidos los de los combustibles— evidencia la necesidad de una “transición justa”, subraya la organización. “Cualquier reducción de las subvenciones a los combustibles fósiles debe dirigirse en primer lugar a las empresas ricas y solo cuando existan alternativas accesibles y democráticas y protecciones sociales para las personas con rentas bajas deberían cambiarse las políticas progresistas”, destaca el informe.

Entre las soluciones propuestas, Anderson anima a los países del Sur Global a formar un bloque para afrontar las presiones del norte rico en la próxima Cumbre del Clima de Naciones Unidas (COP29), que se celebrará del 11 al 22 de noviembre en Bakú (Azeirbayán), con el foco puesto en la financiación climática. “Necesitamos también que el Norte Global se ponga de acuerdo durante la COP29 e invierta miles de millones de euros en energía renovable”, remata.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.
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