Las manifestaciones por una subida de impuestos en Kenia derivan en una protesta contra el presidente
Centenares de personas piden la dimisión de William Ruto tras su propuesta de alza fiscal en productos básicos. Al menos 39 personas han muerto y más de 300 han resultado heridas, según organizaciones de derechos humanos
Nada parece parar a los manifestantes kenianos. Este martes, por segunda semana consecutiva, volvieron a salir a las calles del país africano, a pesar de que el presidente William Ruto ya suspendió, la semana pasada, la subida de impuestos que prendió la mecha de las movilizaciones. Ahora, la protesta ha pasado de reclamar la suspensión de ese proyecto de ley a convertirse en una movilización contra la violencia de las manifestaciones ―39 personas han muerto, según la ONG Comisión de Derechos Humanos de Kenia, incluyendo un niño de 12 años―, además de oponerse al alto coste de vida, la precariedad de los jóvenes, la corrupción y la ostentación de ciertos políticos. “Esto va más allá de rechazar el proyecto de ley. Va sobre acabar, de alguna forma, con el antiguo régimen. Necesitamos una nueva cultura política en Kenia”, resume por teléfono Maxwell Magadi, líder estudiantil keniano de 29 años.
El tono de las protestas de este martes comenzó a exigir la dimisión de Ruto, que llegó al poder en agosto de 2022. Centenares de personas participaron en manifestaciones en Nairobi, como en otras ciudades, según estiman los medios locales. En la capital, la policía antidisturbios volvió a disparar gases lacrimógenos, informa la agencia Reuters. Mary (que pide no utilizar su nombre real), una joven keniana de 24 años, participó en las marchas de la semana pasada, pero no lo hará estos días debido a la “violencia innecesaria” que vio ejercer a los policías. “Yo solo llevaba en el bolso mi bálsamo labial, una botella de agua y la bandera de Kenia”, cuenta en una conversación telefónica. “Igual que el resto de los manifestantes a mi alrededor, no fui violenta. Pero la policía nos disparó”. Hoy, “traumatizada”, confiesa que, cuando desde casa oye nuevos disparos en las manifestaciones, se tiene que esconder bajo la cama.
La comparecencia del presidente Ruto el pasado miércoles, en la que declaró haber “escuchado con atención al pueblo de Kenia” para justificar la suspensión del proyecto de ley de finanzas, no ha calmado los ánimos. Tampoco su oferta de dialogar con jóvenes a través de plataformas como X (antes Twitter), dado que la Generación Z, coordinada a través de redes sociales, está teniendo un especial protagonismo en estas movilizaciones. “No suena arrepentido por las muertes de manifestantes”, opina John (nombre ficticio por cuestiones de seguridad), un empresario de 31 años. Él participó en las marchas de la semana pasada en Nairobi, motivado por la subida de los precios del combustible o la electricidad. “La subida de impuestos me habría hecho la vida aún más difícil”, dice. “La suspensión [del proyecto de ley] es una pequeña victoria, pero queda mucho por hacer”. Lo primero, dice, es que Kenia “se aleje del pasado” para acabar con la “gran corrupción” que hereda cada Gobierno.
Magadi, un líder estudiantil, tampoco cree que el Ejecutivo actual haya mostrado suficiente arrepentimiento y buena voluntad de cara a los manifestantes. “Ruto pide que dialoguemos, pero la gente sigue siendo secuestrada y torturada”, afirma. Amnistía Internacional ha denunciado la “desaparición forzosa” de al menos 12 personas implicadas en las protestas, y unas 360 personas han resultado heridas de gravedad en todo el país, según la Comisión de Derechos Humanos de Kenia. De acuerdo con la BBC, se trata, en realidad, de 35 detenciones “orquestadas por una unidad de inteligencia policial” y se desconoce el paradero de 10 de los detenidos. Los manifestantes liberados han quedado “traumatizados” por los interrogatorios y el trato de las fuerzas de seguridad, según el medio británico. Mercy, otra manifestante de 24 años (que también pide no ser identificada), dice sobre Ruto, a través de mensajes de WhatsApp: “No creo que tenga nuestros intereses como prioridad. Nos ha llamado delincuentes, y le preocupan más las pérdidas materiales que las humanas”.
El principal partido de la oposición de Kenia, el Movimiento Democrático Naranja, acusó este martes al presidente Ruto de tener “sangre en las manos” por la gestión de las protestas.
Precios disparados
Kenia, al igual que otros países africanos, sufre una desigualdad agudizada por la inflación y los efectos de la emergencia climática, con largas sequías e inundaciones como las que se produjeron el pasado mes de mayo. El coste de la vida para los kenianos no para de crecer. Según la Oficina Nacional de Estadística, los precios para el consumidor de productos como la espinaca han crecido un 18,2% en un año, y los tomates, un 14%; mientras que la electricidad ha crecido casi un 7% y el carbón, un 3,5%. En estas circunstancias, el Banco Africano de Desarrollo advirtió en febrero de la posibilidad de “agitaciones sociales” en varios países africanos.
“Están matando el futuro de Kenia”, dice por su parte Faith (nombre ficticio), de 18 años, que ha participado estos días en las manifestaciones de Nairobi. “Hemos visto cómo el Gobierno, a pesar de los impuestos ya altos que recaudaron en el ejercicio 2023/2024, no ha hecho nada por el contribuyente. Llegó [tras las elecciones de 2022] con promesas de un futuro mejor para los trabajadores humildes, pero nos quita y nos quita sin tenernos en cuenta, para engordar sus bolsillos”, protesta por teléfono. Varios medios locales publican estos días que los ministros y senadores recibirán un aumento de sueldo este mes, en algunos casos hasta alcanzar los 990.000 chelines kenianos mensuales (más de 7.100 euros). La mayoría de los ciudadanos ganan menos de 50.000 chelines (360 euros).
Faith, como otros jóvenes entrevistados, cree que la educación, la sanidad y la representación política son los asuntos clave que determinarán el futuro de Kenia. “Con más del 80% de la población por debajo de los 35 años, es injusto y poco realista permitir el fracaso del sector educativo”, sostiene. La mayoría de sus conocidos no pueden permitirse cursar una carrera universitaria debido a los costes. Faith quiere para Kenia “líderes honestos y respetuosos que involucren a la gente en la toma de decisiones —especialmente en aquellas tan críticas como la ley de finanzas—, que no utilicen mal el dinero de los contribuyentes y sin nóminas disparatadas”.
La polémica ley de finanzas del Gobierno keniano, ahora retirada, llegó al Parlamento a principios de mayo e incluía una subida generalizada de impuestos, como un 5% más de las tasas que gravan las transferencias bancarias y pagos a través del teléfono móvil, una subida del 16% al impuesto sobre el pan y del 25% al aceite vegetal. Además de un cargo adicional del 2,75% para los asalariados inscritos en el plan nacional de seguro médico y un impuesto anual del 2,5% para los vehículos de motor. El proyecto de ley también daba carta blanca al Gobierno para intervenir cuentas bancarias y de dinero móvil para obligar al pago de dichos impuestos.
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