Hay avances en el país del agua, aunque muchos aún viven con sed
Paraguay regula su ley sobre recursos hídricos tras 15 años de espera. Coca-Cola y otras 160 marcas deberán pagar por primera vez un canon por extracción en acuíferos
María Liz Paya vive a un kilómetro del río que da nombre a su país, pero en su casa casi nunca hay agua potable. Es cocinera y vive en Puerto Diana, a la vera del río Paraguay, frente a la frontera con Brasil y cerca de Bolivia, entre palmeras y cactus; entre caimanes, inundaciones y, últimamente, sequías.
Está en el Pantanal, una de las zonas con más agua del Gran Chaco, el segundo bosque más grande de América del Sur. Hasta su casa llega la conexión estatal, de hecho, paga el servicio cada mes, pero la mayoría de días no es suficiente para toda la vecindad y nada sale del grifo.
Por eso, en el patio guarda un gran bidón azul de plástico. Sus hijas y ella lo llenan con lo que traen en cubos desde el río y que potabilizan con pastillas de cloro, carísimas para su economía.
María Liz habla tres idiomas (el suyo, yshyr, el castellano y el guaraní) porque pertenece al pueblo indígena yshyr, que ha vivido a orillas del río durante siglos, que lo navega y que pesca en él para sobrevivir, pero que hoy debe potabilizar el agua debido a la contaminación del combustible de las embarcaciones.
Paraguay mueve la tercera flota de barcazas de transporte más grande del mundo a pesar de no tener mar. Por eso, aunque sorprenda al ojo extranjero, hay una Armada Nacional con muchísimos marineros. En los contenedores, sobre esas barcazas, van las exportaciones e importaciones sudamericanas tierra adentro, lejos de las costas, lejos de los radares.
Los mismos contenedores que después llegarán a los puertos trasatlánticos de Argentina, Uruguay, Chile y Brasil. En las cajas metálicas va lo legal: el grano para el pienso del ganado europeo y chino, la carne de vaca a los restaurantes de Europa, Rusia y Taiwán. Y lo ilegal: la marihuana para Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, y la cocaína con el carbón, hecho de la deforestación de especies en peligro de extinción como el quebracho blanco. Carbón que usarán europeos e israelíes en sus barbacoas.
El pueblo ysyr luchó con armas contra Bolivia en la Guerra del Chaco y volvió a luchar con la palabra contra el Estado paraguayo para asegurar algunas de sus tierras ancestrales. Ahora, Paya está aprendiendo portugués, por si un día no le queda más remedio y decide ir a vivir a Brasil, donde hay asistencia sanitaria pública y mejores servicios estatales.
La ONU estima que dentro de 23 veranos, más del 50% de la población mundial vivirá “en áreas de escasez hídrica”
No tan lejos de Asunción, la capital de Paraguay, otros pueblos indígenas están también en apuros por falta de agua. Es el caso de las familias de la comunidad Yexwase Yet-San Fernando, de la comunidad nativa enxet, y las de Rodolfito de los enxet sur, otro de los 19 pueblos-nación que existen Paraguay y que suman más de 400.000 personas.
En Rodolfito hay unos 400 habitantes, en su mayoría menores de edad, que llevan seis meses de sequía excepcional. No llueve para llenar sus aljibes, el Gobierno no garantiza el suministro corriente y tampoco hay dinero para traer agua en camiones cisterna, según denuncia la ONG paraguaya Tierraviva. “Tras meses de sequía y falta de respuestas de las autoridades a sus pedidos, la situación es crítica”, comunica la organización.
Ya sea en el Chaco o en la China, el problema no es la falta de agua, sino el acaparamiento del recurso, según las Naciones Unidas.
La ONU estima que dentro de 23 veranos, más del 50% de la población mundial vivirá “en áreas de escasez hídrica”, es decir, como los pueblos indígenas del Chaco paraguayo. La organización también destaca que “la crisis mundial del agua hoy es principalmente una cuestión de gobernanza más que de disponibilidad del recurso”. Es como el dinero o la tierra, hay de sobra, pero está muy mal repartido.
“La distribución del agua en el Chaco está supeditada a las personas que tienen dinero para construir los pozos, y son los que hacen ganadería”, explica el investigador e ingeniero ambiental paraguayo con posgrado en Hidrología, Guillermo Achucarro. “Son los menonitas los que controlan la extracción de agua del acuífero Yrenda y la distribuyen a su antojo”, afirma.
Por casos como este es tan importante que Paraguay reglamentara su ley de recursos hídricos, aprobada en 2007 y bloqueada durante 15 años por congresistas del oficialista Partido Colorado. Hizo falta un amparo del opositor Partido Liberal en 2019 para que el Congreso retome la ley y finalmente la detalle para que pueda ser útil.
Uno de los países con más disponibilidad de agua dulce ‘per cápita’
Que Paraguay está lejos de los océanos lo puede comprobar cualquiera mirando Google Maps, pero así no se dimensiona el caudal de los inmensos y largos ríos, las incontables cataratas y los manantiales que se ven con los pies en su tierra roja.
En la mitad oriental del país, la cosa es diferente al Chaco. El clima es casi siempre húmedo, entre caluroso y muy caluroso, perfecto para las plantas con hojas más verdes. El río Paraguay y el caudaloso Paraná llevan miles de afluentes que atraviesan el territorio como un costillar de carnosas venas azules y marrones. Mientras, bajo tierra ocurre un fenómeno asombroso y gigantesco: se acumulan tres de los más grandes acuíferos de América. El Yrenda, el Guaraní y el Patiño.
“Tenemos tanta agua que no nos damos cuenta, no somos conscientes que en otros países controlan cuánta usan para bañarse o para lavar la ropa”, añade Achucarro.
La ley recién reglamentada hará un inventario de los ríos y lagos por primera vez, y suma protección a los preciosos humedales de Paraguay, depredados sin control hasta hace muy poco. También obliga al Ministerio del Ambiente a establecer las “medidas necesarias” para que las empresas que extraen este recurso para su venta paguen un canon al Estado por el permiso de uso y concesión.
A pesar de que abunda, es habitual que en las casas y edificios de la capital paraguaya y su conurbano el suministro de agua se corte. A veces por mantenimiento, otras porque una gran tormenta o un accidente de tráfico dañó la infraestructura y, por eso, en las oficinas y edificios del Estado hay casi siempre garrafas de 20 litros disponibles. Lo mismo en las casas donde se pueden permitir pagarlas.
Lo paradójico, resalta Achucarro, es que haya tanto y aun así a muchos no llegue o llegue tan caro: “Debe ser gratuito, subvencionado por el Estado, y no que uno tenga que estar pagando a empresas privadas para que te lleven el agua a tu casa”. Y alerta: “El Estado no llega, entonces empresas privadas se van apropiando del recurso. Hay una sobre explotación del acuífero Patiño, están sacando más agua de la que se infiltra”.
Paraguay es el país con menor seguridad hídrica de América del Sur, según la Global Water Partnership. “Esto significa que es el Estado que menos puede garantizar el acceso al recurso de calidad y en cantidad a su población”, según declaró al medio paraguayo Hina el doctorado mexicano residente en Paraguay y director de Conservación de WWF Paraguay, Karim Musálem.
“En los últimos 20 años, Paraguay ha reducido drásticamente la brecha en el acceso al agua potable segura para su población, convirtiéndolo en uno de los países que más ha mejorado en el mundo”, dice la ONU
Sin embargo, la ONU busca el lado optimista: “En los últimos 20 años, Paraguay ha reducido drásticamente la brecha en el acceso al agua potable segura para su población, convirtiéndolo en uno de los países que más ha mejorado en el mundo”, dice en un reciente artículo, el subsecretario General Adjunto de las Naciones Unidas, Luis Felipe López-Calva.
¿Pensarán lo mismo las, al menos, 166 marcas de agua mineral que explotan gratis las aguas del paraguayo acuífero Patiño y que ahora deberán comenzar a pagar? Entre ellas, transnacionales como Paraguay Refrescos S.A. Paresa, parte del Holding Embotelladora Andina S.A., de capital chileno, la séptima embotelladora más grande del mundo, dedicada a la producción, comercialización y distribución de productos de The Coca-Cola Company en cuatro países: Paraguay, Argentina, Brasil y Chile.
Paresa representaba en 2016 el 67,7% del mercado de gaseosas, el 44,5% del mercado de aguas y el 41,4% del mercado de zumos de todo Paraguay, según el informe ¿De quién es el agua?, de las investigadoras paraguayas Mercedes Canese, Ana Portillo y Guillermo Ortega.
“No es solo que el agua llegue, sino en qué condiciones. Hay más agua, pero es de pésima calidad porque no hay control”, insiste Achucarro.
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