Las contradicciones alimentarias del Caribe y América Latina, a debate
La FAO celebra esta semana la conferencia regional americana con mayor participación de su historia. Esta vez, enfocada en erradicar el hambre y la malnutrición, con pandemia o sin ella
Desde que la crisis por la covid-19 comenzó y se aplicaron cuarentenas, muchos habitantes de grandes ciudades entendieron por primera vez lo frágil e incierto que es el acceso a alimentos frescos y de calidad, y más en caso de crisis. Sin los agricultores familiares, las ciudades no existirían.
“En esta época de pandemia, nosotras seguimos trabajando con amor, cariño y paciencia”, cuenta desde Perú la agricultora Milda Ureta de Orihuela. “Muchos tuvieron que parar de trabajar, nosotros no paramos para garantizar el alimento en su mesa”, señala Cleber Martins, agricultor familiar brasileño, desde su huerta de lechugas. “Las cadenas de alimento no se detienen”, agrega Stefanía Silveyra, de Cooperativas Agrarias Federadas de Uruguay. “Quédate en casa, yo pesco por ti”, exclama una pescadora antes de subir al barco. Son algunos de los testimonios recogidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) para promocionar la 36° conferencia regional de América Latina y Caribe que comenzó el lunes en Nicaragua. Sin el trabajo cotidiano de estas personas, las ciudades estarían desabastecidas.
En esta región se producen alimentos para más de 800 millones de personas, el 14% de los cultivos del mundo y más de un cuarto de la carne vacuna consumida en el mundo. Del campo surge el 20% de las exportaciones y el 20% del empleo de toda Latinoamérica y Caribe, según datos de la FAO. Sin embargo, a pesar de toda esta riqueza, la mitad de los habitantes rurales vive en condición de pobreza y uno de cada cinco se halla en una situación de pobreza extrema.
La conferencia regional de la FAO se celebra cada dos años y reúne a los Gobiernos de sus 33 Estados miembros en América Latina y el Caribe para enfrentar los principales desafíos regionales en la alimentación y la agricultura. En su discurso de inauguración, Ewe Crowley, representante regional adjunta de la FAO para Chile y toda la región, destacó que este período de sesiones cuenta con “la mayor participación de la historia a varios niveles” por la variedad de ministerios, altos dignatarios y actores no estatales que están inscritos. También señaló que es la que menos huella de carbono dejará, en sintonía con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Algo bueno tenía que tener el hecho de que esta sea la primera vez que se hace en línea y no de manera presencial debido a la covid-19.
El director general de FAO, Qu Dongyu, recordó que los países insulares y los que están en desarrollo sin litoral deben contar con apoyo prioritario de la agencia de la ONU, así como los pueblos originarios y afrodescendientes, la niñez y las mujeres de toda la región.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Denis Moncada, dio la bienvenida a los participantes y destacó el trabajo que los funcionarios y los Estados han hecho en todos los sectores para contener la pandemia y la crisis económica. “Mientras las escuelas privadas dan clases digitales, las públicas siguen abiertas para la gente que no tiene las condiciones informáticas”, afirmó Moncada.
La región vive una rápida transición nutricional
“Desde 2014, el hambre ha vuelto a aumentar en 13 millones de personas; es probable que el impacto económico de la covid-19 provoque un alza en su incidencia”, asegura la organización. Al mismo tiempo, como todos los países donde aumenta el consumo de alimentos ultraprocesados, el sobrepeso y la obesidad no han parado de crecer y hoy afectan al 60% de los adultos.
La región debe responder para garantizar una mayor oferta y acceso físico a dietas diversificadas y nutritivas para todas las personas y para facilitar el acceso económico a los alimentos, mejorar la información y los hábitos de consumo saludables.
Antes del impacto de la covid-19, en América Latina y Caribe había 47,7 millones de personas en condición de pobreza extrema que no podían conseguir ni una canasta básica de alimentos, y a los que ahora podrían sumarse otros 28 millones debido a la pandemia, según declaró a la agencia EFE el representante regional de la FAO, Julio Berdegué, lo que igualará el registro de 1990.
Desde 2014, el hambre ha aumentado en 13 millones de personas; es probable que el impacto económico de la covid-19 provoque un alza
La crisis económica que ha generado la covid-19, que para Latinoamérica puede suponer una recesión del 9,1%, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), es patente también en el sobrepeso y la obesidad, al verse muchas familias obligadas a comprar alimentos más baratos y generalmente poco saludables, y por los cambios a estilos de vida sedentarios.
Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, erradicar el hambre y la extrema pobreza, transformar los sistemas alimentarios y reducir la malnutrición, la FAO propone generar nuevas oportunidades de desarrollo económico en el campo, y asegurar que la agricultura sea una actividad cada vez más sustentable y resiliente al cambio climático. Estos desafíos requieren soluciones conjuntas entre todos los países.
“La tarea es invertir creando empleo y ayudando a que esta transformación digital sea incluyente y no se transforme en otra forma de desigualdad como tantas que tenemos en América Latina y el Caribe”, expresó Berdegué. “Los Gobiernos han de comprender que no puede haber una agricultura moderna, con algún sentido de futuro, si no es una agricultura sostenible”, destacó.
La conferencia de la FAO durará hasta este 21 de octubre y se habrán abordado infinidad de temas relacionados con la alimentación, el medio ambiente, la economía, la educación y la salud. Durante estos días es el lugar perfecto para entender mejor el mundo que nos rodea y prepararnos para el que viene.
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