La importancia de hablar del suicidio

Hace poco más de un año mi hijo Daniel se quitó la vida. Solo tenía 14 años. La tarde anterior había venido su mejor amigo, jugamos al Monopoly y comimos pizza. Dani bromeaba y se reía. 24 horas más tarde la doctora del Samur nos comunicaba que había fallecido. Las palabras más temidas para unos padres. Esa noche nos morimos junto a él. Aquellas personas que habíamos sido al lado de Dani ya no existen. La tristeza, la desesperación, la culpa y la rabia que sobrevienen a un suicidio se convirtieron en compañeras inseparables en esta nueva realidad brutal. El psiquiatra lo llamó suicidio “por impulso”. El médico de cabecera y las psicólogas, que tanto nos han ayudado, nos comentaron con gran preocupación que este tipo de suicidios está aumentando de manera alarmante. No hay indicios ni tristeza aparente. El silencio le mató. Si hubiéramos podido saberlo, le habríamos conseguido ayuda. Sin duda, es necesario hablar de suicidio antes de que sea demasiado tarde.

Beatriz Hidalgo Velasco. Arroyomolinos (Madrid)

Por quién doblan las campanas

Con cada cambio de año, la memoria de quienes ya no están revive en silencio, a través de los recuerdos e imágenes compartidas durante un trayecto vital truncado. Para los familiares y allegados de las 223 víctimas de la dana, ese silencio no será solo el personal e individual, sino también el colectivo de toda una sociedad. Como comunidad, tenemos la responsabilidad y la obligación de mantener viva su memoria; nada podrá reparar el dolor ni la devastación física, emocional y material, marcada por una gestión incompetente. Este año, las campanadas no solo han simbolizado el paso del tiempo; también han resonado por las 223 víctimas y miles de afectados, para recordarnos que queda mucho por hacer y exigir una política que vele por el interés real y vital de los ciudadanos.

Ramón Puchades Rincón de Arellano. Valencia

Entender el mundo

El cierre de 2024 nos invita a reflexionar con serenidad. En un mundo saturado de ruido y desinformación, el llamado a comprendernos y a actuar se ha vuelto más urgente que nunca. Las nuevas generaciones hemos dado pasos importantes: hemos limpiado barro en Valencia, llenado las calles pidiendo una vivienda digna, explorado nuevas alternativas sostenibles para cuidar nuestro planeta. Sin embargo, eso no basta. Nos debemos exigir más: más empatía, más acción, más valentía. En este 2025 que comienza, necesitamos despertar. Dejar atrás las distracciones que nos aíslan y volver la mirada al otro. Leer con atención, construir juntos. Tal vez sea el momento de rescatar, nosotros, los jóvenes, gestos sencillos, como la buena costumbre de leer el periódico. Porque entender el mundo es el primer paso para transformarlo.

Bárbara Luque Martínez. Barcelona

Nómadas de alquiler

Que este año nuevo nos alcance con el calor de un hogar y dejemos de vivir como nómadas de alquiler, cargando de un sitio a otro las maletas de la incertidumbre. Ojalá encontremos por fin la manera de echar raíces en un suelo que no nos sea ajeno.

Joel Moreno Molina. Barcelona