Esperanza democrática en Bangladés
Una figura de prestigio, con consenso del ejército y los manifestantes, sustituirá a la dictadora derrocada
Un rápido y extraño relevo al frente del Gobierno acaba de producirse en Bangladés, la joven y plural nación asiática desgajada de Pakistán hace medio siglo. La primera ministra, Sheikh Hasina, de 76 años, hija del fundador del país, Mujibur Rahman, asesinado en un golpe militar en 1975, fue derrocada el pasado lunes por un amplísimo movimiento estudiantil, después de tres semanas de virulentas manifestaciones duramente reprimidas, con más de 400 jóvenes fallecidos y 10.000 detenidos. La cúpula militar, en vez de tomar el poder como muchos temían tras huir Hasina del país, ha resuelto rápidamente el vacío de poder siguiendo las exigencias de los propios dirigentes estudiantiles con el nombramiento como jefe del Ejecutivo de Muhammad Yunus, economista y Nobel de la Paz por su sistema de microcréditos a los más humildes.
Yunus tiene ante sí un difícil reto para sacar al país de la espiral de violencia provocada por la brutalidad de la represión y organizar unas elecciones libres y pluralistas tras la degradación creciente del sistema que asentó el poder de Hasina. La movilización estudiantil, con ataques a comisarías de policía y el asalto a las residencias de la primera ministra y otros cargos, situó el país al borde del caos. La minoría hindú, 14 de los 170 millones de habitantes en un país de mayoría musulmana, ha sufrido ataques y se ve impelida a huir a la vecina India, donde son los musulmanes los que sufren acoso y violencia del nacionalismo hinduista.
El detonante de las protestas fue la cuota del 30% de los cargos públicos reservada para los hijos de los veteranos de la guerra de independencia en 1971, un sistema que ha perdido todo sentido cuando ha pasado más de medio siglo desde la secesión de Pakistán y se mantenía exclusivamente para favorecer a los militantes del partido del Gobierno, la Liga Awami. Pero el trasfondo de las protestas parte de la degeneración de la imperfecta democracia parlamentaria de Bangladés hacia la dictadura cleptocrática de Hasina. La ya ex primera ministra ha estado 20 años en el poder, los últimos 15 gracias a unas elecciones cada vez más fraudulentas, una justicia a su servicio y la evolución del régimen oligárquico de partidos hacia la dictadura unipartidista.
La persecución de la oposición, los periodistas y los intelectuales críticos con el régimen era una de sus características. Yunus fue convocado a dirigir el Gobierno justo cuando iba a ser juzgado in absentia por un tribunal de Daca por un caso fabricado de corrupción, uno de los 190 que pesaban sobre él, que podía costarle una cadena perpetua y, por tanto, la imposibilidad de regresar a su país. Si Bangladés es un caso de libro de degradación de las libertades y la división de poderes en un país donde se vota y hay alternancias políticas, la súbita caída de la dictadora y su sustitución por una personalidad de prestigio como Yunus constituye al menos un mensaje de esperanza en un panorama global de creciente retroceso democrático.
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