Revés a la izquierda colombiana
Gustavo Petro sale golpeado de las elecciones regionales y municipales y necesita abrirse al diálogo para desbloquear las promesas pendientes
Las elecciones regionales y municipales celebradas el domingo en Colombia fueron el primer gran examen para el proyecto del presidente Gustavo Petro, que se encamina hacia el ecuador de su mandato. El nuevo mapa del poder territorial muestra un punto de inflexión en el clima político nacional y deja mensajes que el primer gobernante nítidamente de izquierdas del país sudamericano debe escuchar. Por un lado, las principales ciudades optaron por candidatos que se ubican en la derecha o el centroderecha. Por otro, los resultados muestran la capacidad de resistencia de caras y propuestas tradicionales que empezaron a tambalearse en las elecciones locales de 2019 y que, en algunos casos, regresarán al poder.
El centrista Carlos Fernando Galán, hijo de Luis Carlos Galán, político liberal asesinado por orden de Pablo Escobar en 1989, será el nuevo alcalde de Bogotá, el segundo cargo de elección popular más importante. Su rotunda victoria es también el triunfo de un talante conciliador, muy alejado de la constante búsqueda de confrontación que caracteriza a Petro. Aunque en los comicios municipales el voto está determinado por claves como la gestión y la proximidad de los aspirantes, fue el propio presidente quien hizo de la contienda en la capital una suerte de plebiscito sobre el proyecto de su movimiento, el Pacto Histórico. Con estas premisas, la derrota del exsenador Gustavo Bolívar tiene una relevancia más que simbólica y refleja la debilidad de la izquierda colombiana. En Medellín se impuso Federico Gutiérrez, al igual que ocurrió con Alejandro Char en Barranquilla. Ambos ya fueron alcaldes.
Petro tampoco logró afianzarse de forma significativa en las gobernaciones. Su partido ganó en 2 de los 32 departamentos del país, otros partidos de su coalición obtuvieron 7 más. Él mismo destacó ese resultado, pero reconoció que “se abre un nuevo escenario” y prometió “relacionarse” con todos los mandatarios locales. El propósito quizá se quede corto, ya que mantener una “relación” con las distintas administraciones es un deber de los gobiernos centrales.
Al presidente se le abren nuevos frentes. Su agenda ya está limitada por la correlación de fuerzas en el Congreso y solo hay una respuesta ante este apremiante desafío: avenirse al diálogo con las demás formaciones políticas, tanto en el Parlamento como a escala local. Abrir una etapa de negociación en lugar de atrincherarse, como ha sucedido a menudo, es imprescindible para desbloquear las promesas pendientes, sobre todo en el ámbito económico y en materia de seguridad. El mandatario destacó que el domingo los colombianos vivieron “un día de paz”, a pesar de que se registraron 29 alteraciones del orden público. El reto para el país, que dejó atrás una guerra de más de medio siglo entre el Estado y las FARC, es mayúsculo. Y el ambicioso proyecto de la paz total que persigue Petro necesita precisamente del apoyo de todos los actores locales.
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