Renacer sindical en EE UU
La huelga masiva de trabajadores del automóvil coloca el descontento económico en el centro de la agenda política
Joe Biden dejó el martes una imagen para la historia al convertirse en el primer presidente de Estados Unidos que se une a un piquete de huelga. Megáfono en mano y acompañado por el líder del sindicato de trabajadores del automóvil con mayor representación en las grandes marcas norteamericanas (el UAW), Biden mostró de forma muy gráfica su apoyo a los trabajadores frente a la patronal en un conflicto tomado como síntoma del hartazgo de la clase media asalariada ante la desigualdad. La huelga, de un alcance sin precedentes, afecta a tres símbolos de la industria norteamericana como Ford, General Motors y Stellantis, y reclama una actualización de sueldos que compense años de pérdida de poder adquisitivo frente a la inflación. Después de dos semanas, el conflicto se ha extendido a decenas de plantas de las tres compañías en 20 Estados y solo Ford parece avanzar en las negociaciones para contener los paros. Los trabajadores piden una subida del 40% en cuatro años; la patronal les ofrece la mitad.
La acción de Biden es coherente no solo con su carrera, sino con el actual ambiente de descontento. La recuperación de enclaves demócratas en el cinturón industrial, que Donald Trump ganó por sorpresa en 2016, fue imprescindible para la victoria del actual presidente en las elecciones de 2020. Y lo volverá a ser en 2024. La capacidad de organización y movilización sindical explica buena parte del viraje progresivo de las grandes ciudades y los centros industriales hacia el Partido Demócrata. De su apoyo dependen plazas sin las que no se puede llegar a la Casa Blanca. El UAW aún no ha dado su apoyo a Biden para 2024. De hecho, una encuesta de Ipsos revela que el 72% de los votantes demócratas y el 48% de los republicanos apoyan a los trabajadores en huelga, un indicador de la transversalidad política del malestar económico. Trump supo ver el potencial electoral de este fenómeno mientras el resto del Partido Republicano promovía leyes antisindicales. Trump tenía previsto visitar este miércoles a trabajadores en Míchigan mientras sus rivales por la nominación celebran el segundo debate electoral.
Aparte del contexto político, los gestos revelan un renacer de sindicalismo en EE UU. Las organizaciones de trabajadores se han sacudido el aroma de corrupción y clientelismo y han recuperado el liderazgo del descontento por la desigualdad que está achicando la clase media norteamericana. La ola sindical ha llegado a empresas como Amazon o Starbucks. Huelgas masivas como la de guionistas en Hollywood —el lunes se anunció un principio de acuerdo— contribuyen a hacer visibles demandas en principio sectoriales, pero que conectan con problemas extrapolables a todas las industrias, como el aumento desproporcionado de la desigualdad entre directivos y trabajadores y la imposibilidad de permanecer en la clase media con trabajos que hace solo una generación se pagaban con sueldos dignos.
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