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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Apuesta por la recesión

El BCE continúa la escalada de los tipos de interés y asesta un fuerte golpe a la economía de la eurozona

El País
Christine Lagarde BCE
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante la rueda de prensa posterior al consejo de gobierno de la entidad, este jueves en Fráncfort.RONALD WITTEK (EFE)

Pese a los serios indicios de congelamiento de la economía europea, el consejo de gobierno del Banco Central Europeo ha decidido continuar la escalada de los tipos de interés de la eurozona, incrementando el coste del dinero hasta el 4,5%. Es la cifra más alta desde el año 2001 y culmina 10 subidas de tipos ininterrumpidas, desde mediados de 2022. La decisión venía anticipada ya por algunas declaraciones de los miembros del equipo de gobierno de la institución, pero los pésimos datos de crecimiento de la eurozona, que ha visto recortada su expectativa de crecimiento para 2023 y 2024, y la preocupante evolución de Alemania invitaban a pensar en una reconsideración de una política monetaria que está golpeando duramente los bolsillos de los europeos.

No ha sido así: el BCE mantiene su escalada con el firme propósito de doblegar la inflación aun a costa de provocar una recesión. Sin embargo, sus propios análisis sugieren que todavía no hemos visto los efectos de las anteriores subidas de tipos, y que la persistencia de la inflación responde más a la evolución de la energía que a una demanda interna sobrecalentada, que es justo la variable sobre la que más incidencia tiene la política monetaria. Tan es así que la institución ha revisado de nuevo a la baja sus previsiones de crecimiento de 2023 y 2024, situándolas por debajo de los pronósticos de la Comisión. La previsión de inflación, que ha sido incrementada para 2023 y 2024, apunta a que los altos tipos de interés se mantendrán altos a medio y largo plazo.

Haciendo una lectura atenta de sus mensajes, el BCE admite que está operando sobre una variable —el consumo y la inversión de los europeos— que no es la causante principal de la escalada de precios. Es definitiva, la política monetaria quiere compensar, deprimiendo la actividad económica, el efecto de la guerra de Ucrania sobre los mercados energéticos. Es una decisión muy aventurada, pues las causas de crecimiento de los precios durante el último año son múltiples y las decisiones del BCE se dirigen únicamente a una de ellas. La lucha contra la inflación no se puede delegar, de manera exclusiva, en una institución cuyos instrumentos no pueden atender a todos los factores subyacentes.

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Esta nueva subida volverá a impactar en el euríbor, aumentando el coste de financiación de empresas y familias. También acelerará el endurecimiento de las condiciones bancarias, y asestará un duro golpe a la actividad económica de la eurozona y de toda la Unión Europea. Esta combinación de altos precios, riesgo de recesión y elevados tipos de interés es un cóctel explosivo que puede terminar impactando en la estabilidad financiera de las economías más frágiles. Hasta el momento, la fortaleza del empleo ha permitido evitar una crisis hipotecaria, pero esta subida incrementa su probabilidad al tiempo que castiga a las familias más vulnerables.

En países como España, donde se mantiene una inflación relativamente controlada, el castigo de la política monetaria es excesivo y poco comprensible. España ha resistido bien la situación, con una inflación moderada y un crecimiento por encima de la media de la Unión, pero el alto endeudamiento público y los problemas de las familias vulnerables más endeudadas suponen una debilidad adicional que deberá ser tenida en cuenta en este nuevo escenario.

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