El Banco de España calcula que 1,6 millones de hogares no pueden hacer frente a sus gastos esenciales
El colectivo en dificultades ha pasado de ser el 7% de las familias al 9% tras la inflación y la subida de tipos
El Banco de España ha publicado este jueves su informe sobre la situación financiera de los hogares y empresas. Dos mensajes del documento destacan sobre el resto: uno, las familias y empresas están teniendo un acceso menor al crédito y en condiciones más caras. Y dos, aunque los españoles están poco a poco recuperando su renta y mejorando sus ratios de deuda y riqueza, la inflación y la subida de tipos están aumentando la proporción de familias vulnerables. Según los cálculos del supervisor, el porcentaje de los hogares que no pueden hacer frente con sus ingresos a sus costes esenciales ha subido del 7% al 9%. Es decir, unos 1,6 millones de familias se encuentran en esta situación y, por tanto, tienen serias dificultades para llegar a final de mes. Son unos 300.000 más desde que comenzase la crisis de precios agudizada por la guerra de Ucrania.
Por gastos esenciales se entienden bienes de primera necesidad como la alimentación y los suministros básicos de agua, electricidad o telefonía. Y se añade el alquiler y el pago de la deuda. El organismo identifica además a un grupo de hogares que califica de especialmente frágil: aquel que no consigue pagar sus facturas y deudas ni con su renta ni con sus depósitos a la vista durante más de un mes. Suponen el 4,1% del total, unos 760.000 de los 18,7 millones de hogares que figuran en las últimas estadísticas del INE.
Estas estimaciones se han elaborado a partir de las estadísticas del Banco de España y, en consecuencia, según subraya, no tienen en cuenta el impacto positivo que ha podido tener en estas cifras todas las ayudas desplegadas contra la inflación por el Gobierno, la subida de pensiones no contributivas, la introducción del ingreso mínimo vital y la aplicación por parte de los bancos del código de buenas prácticas para reestructurar las deudas hipotecarias.
En el caso del 20% con menores ingresos, el gasto esencial habría pasado de suponer el 79% de su renta bruta total al 87% tras la inflación y las alzas de tipos. En el grupo intermedio de renta, esa cifra ha subido del 44% al 49%. Y salta del 52% al 60% si se cuenta con una hipoteca a tipo variable. A todas luces, los endeudados a tipo variable también sufren más.
Más inflación en las rentas bajas
“El consumo del quintil inferior de la distribución de la renta absorbe prácticamente los ingresos disponibles y tiene un mayor sesgo hacia bienes y servicios de primera necesidad”, señala el documento. Según calcula el organismo, estas familias dedican un 55% de su renta a la cesta básica sin el pago de alquileres y de deuda.
Dado que la inflación ha golpeado más a los bienes y servicios básicos, las rentas bajas han sufrido una peor evolución de los precios: entre agosto de 2021 y septiembre de 2022, el IPC soportado por el 30% con menor renta ha sido del 11,3% frente al 9,7% que experimentó el 30% con mayores rentas.
Las rentas bajas disponen además de una menor liquidez con la que sufragar su consumo: mientras que en 2020 sus depósitos cubrían el 78% de su gasto esencial anual, ahora solo darían para el 56%.
Ante estos datos, el Banco de España recomienda medidas focalizadas en estos colectivos con menores ingresos y que se han visto perjudicados por la inflación y las subidas de tipos. Pero este empeoramiento de los colchones de liquidez no ocurre solo para la quinta parte de los hogares con la renta más baja. Hasta el 60% de las familias verían que sus depósitos a la vista cubren menos del 100% del consumo anual esencial. Esto “puede inducir a un freno del consumo de manera más generalizada”, señala el Banco de España. Las compras de las familias acumulan, según el INE, dos trimestres de contracción y se han compensado con el buen comportamiento del sector exportador.
Mejora de la renta y descenso de la deuda
Dicho esto, el supervisor constata que, a pesar de restar la inflación, la renta real de los hogares está cerca de recuperar las cotas previas a la pandemia, medido según sus cálculos desestacionalizados. El aumento del empleo, la aceleración de los salarios y la menor inflación explican esta mejora. Al combinarse en los últimos datos un incremento de la renta con una contracción del consumo, la tasa de ahorro ha vuelto a aumentar por encima de la media histórica y las familias están empezando a llevar su hucha hacia productos con mayor rentabilidad como las letras del Tesoro, el plazo fijo o los fondos. La deuda sobre renta está bajando debido a que se pide y obtiene menos crédito nuevo, al tiempo que se elevan los ingresos en euros y aumentan las amortizaciones. Estas últimas han crecido desde los 50.000 millones en 2021 a los 60.000 millones en 2022. Y la moderación de la inflación también está propiciando un aumento de la riqueza. Todo ello hace que, aunque hay colectivos vulnerables, las familias en general estén en mejores condiciones para afrontar la subida de tipos.
Como ya explicara el gobernador Pablo Hernández de Cos, la traslación de las subidas de tipos del BCE al crédito está siendo algo más lenta que otros períodos históricos, en parte por la mayor presencia de hipotecas a tipo fijo. Hasta el punto de que en los nuevos préstamos concedidos la subida ha sido 1,3 puntos inferior a lo que habría sido en otros momentos. Los intereses que soportan los nuevos créditos están cerca del 4% frente al 5% que habrían pagado en otros tiempos con estos mismos tipos.
9.000 millones más en intereses hasta abril
Aunque se está reduciendo la pérdida de poder adquisitivo, el supervisor hace hincapié en que está cobrando fuerza el impacto adverso de las subidas de tipos sobre las rentas de los deudores. Un 29% de los hogares tiene hipoteca a tipo variable. Estas familias están poco a poco renovando los tipos que abonan y ya estaban costeando en abril unos 9.000 millones más en intereses, un 1,1% de la renta bruta del total de los hogares. La vulnerabilidad se concentra sobre todo en el 40% con menor renta, destaca el informe. No obstante, apunta que al menos la proporción de los hogares endeudados en esa franja es relativamente pequeña: solo un 11% de ellos tiene deuda en el 20% más pobre y un 21% en el siguiente quintil. En cambio, en los grupos con más renta el 40% soporta deudas.
Aun así, la morosidad de las familias no está aumentando. Pero hay alguna señal de cierto deterioro: suben un 18% interanual aquellos que están en vigilancia especial hasta los 1,1 millones de hogares, en mayor medida por los préstamos de consumo, aunque también por créditos hipotecarios. Esta categoría incluye a quienes han incurrido en retrasos de sus pagos por créditos en más de 30 días, pero sin llegar a los 90 del moroso.
Además, los bancos están reportando un endurecimiento de las condiciones que exigen para dar un crédito. Las peticiones rechazadas aumentan y las entidades atribuyen esta evolución a su menor tolerancia al riesgo, el empeoramiento de la solvencia de los prestatarios y un deterioro de las perspectivas económicas y del mercado de la vivienda. A su vez, los hogares también estarían solicitando menos préstamos desde mitad de 2022 por la subida de tipos y el descenso de la confianza, según informan los bancos. Este descenso sería más acusado en las solicitudes de hipotecas.
En estas circunstancias, tanto los nuevos préstamos concedidos como el saldo vivo están retrocediendo. Aunque el crédito nuevo para hipotecas todavía es superior al de 2019, está bajando significativamente desde mediados del año pasado, señala el supervisor.
Respecto a las empresas, estas también están pidiendo y obteniendo menos crédito, lo que se ha traducido en un notable descenso de la nueva financiación. Si bien sus márgenes y su rentabilidad están mejorando, el incremento de los costes financieros habría empezado a frenar el avance de los beneficios, subraya el Banco de España. Y añade que los colchones de liquidez permanecen estables, el endeudamiento se reduce y no se observan ni señales de deterioro en la calidad crediticia ni un repunte de las insolvencias corporativas. Las más pequeñas, las más nuevas y las que tienen unas condiciones financieras más vulnerables son las que están padeciendo en un mayor grado la restricción del crédito, concluye. Aunque matiza que las pymes que están solicitando crédito bancario se mantienen en niveles reducidos: la pérdida de dinamismo está siendo más intensa en los préstamos superiores al millón de euros.
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