La verdadera lección de Sam Bankman-Fried
El ex consejero delegado de la plataforma cripto FTX intentaba que lo pillaran, pero nadie quiso escuchar
Aún quedaban restos de la resaca del fin de año cuando el Rey del Cripto Sam Bankman-Fried (SBF) se presentó ante el tribunal federal de Manhattan para declararse inocente de ocho cargos de fraude. Si fuese una película, aquí veríamos la sonrisa del juez. SBF cogió prestados miles de millones de dólares de los clientes de su plataforma de intercambio FTX para comprar propiedades, volar en avión privado a Bahamas, donar a partidos políticos, financiar las operaciones de su empresa de trading y comprar el anuncio de la Super Bowl. Para añadir incompetencia al fraude, casi todas las operaciones habían sido ruinosas.
Pese a su fama de Rain Man de las cripto, SBF ha demostrado tener el olfato financiero de un cerdo del Périgord: sabe encontrar las trufas, pero no lo pongas a hacer el risotto. Alameda Research perdía dinero hasta en su propia plataforma. Es como si Amazon Basics perdiera dinero en Amazon.com. Hasta podría haber causado la caída de Terra Luna, el desastre que activó la autodestrucción del universo cripto el pasado verano, tratando torpemente de manipular el mercado. Ooops. John Ray III, el liquidador de Enron que se hizo cargo del desmantelamiento de FTX, declaró que era una “malversación de fondos a la antigua”, pero a cargo de “individuos extremadamente inexpertos y poco sofisticados incapaces de implementar literalmente ninguno de los sistemas de control necesarios en una empresa que maneja dinero ajeno”. Cuando le pasaron las cuentas en lo que parece una servilleta, quedó claro que les costaba sumar.
Pero lo llamaban JPEG Morgan, la promesa blanca de las cripto. The Good Crypto Guy. La CFTC, la agencia federal cuyo único trabajo es regular los mercados de futuros, le preguntaba cómo regular su mercado. El Congreso le pedía consejo para diseñar su regulación. Aunque había jurado convertirse en el mayor donante demócrata porque era lo más efectivoaltruista, en secreto untaba ambos lados de la valla política con idéntica generosidad. “Los periodistas pierden la cabeza si donas republicano”, explicó en su primera entrevista después del hundimiento a modo de explicación. “Son superliberales y no quería tener esa discusión”.
Nadie intentó pararlo. Unos porque iba en contra de sus principios, que consistían principalmente en ganar dinero. Y SBF regalaba dinero. Otros, porque confundían su descaro con afectación. En abril de 2022, describió su negocio de forma tan precisa en un podcast de Bloomberg que el brillante columnista Matt Levine le dijo: “Yo me considero bastante cínico, pero tú estás diciendo literalmente: ‘Me dedico a las estafas piramidales y me va muy bien”. SBF respondió en típica jerga elaborada: “Ese comentario tiene una deprimente cantidad de validez”. En la película, un primer plano de sus ojos revelaría la angustia del crimen. Trata desesperadamente de que lo pillen, pero nadie quiere leer la señal. Todos ríen aliviados. Se cierra la ventana de oportunidad. La siguiente escena es el anuncio de 6,5 millones de dólares de la Super Bowl donde sale Larry David, el famoso guionista de Seinfield y estrella de la serie Curb Your Enthusiasm. Modera tu entusiasmo. Lee la señal.
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