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TRIBUNA
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Velintonia y Aleixandre: la hora de las decisiones

Es el momento de abrir paso a medidas políticas y esforzarse en una negociación que permita recuperar la histórica vivienda en Madrid del poeta y Nobel de Literatura. El Gobierno debería tomar la iniciativa

Casa Vicente Aleixandre
Fachada de la casa de Vicente Aleixandre, en Madrid.JULIÁN ROJAS
Manuel Rico

Han pasado cuatro meses desde que, el 4 de julio, tuviera lugar la última concentración frente al Ministerio de Cultura y Deporte para, tal y como se viene haciendo desde hace 27 años, demandar la conversión de Velintonia, 3 en Casa de la Poesía en memoria de Vicente Aleixandre e impugnar cívicamente la decisión judicial de subastar la finca. Aquella tarde se reunían con el ministro las máximas responsables, municipal y autonómica, de la cultura en Madrid para abordar la situación del edificio y dar una salida al “contencioso”. En la plaza del Rey nos congregamos poco más de medio centenar de autores y de miembros de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre para testimoniar la injusticia del proceso y con la esperanza de que la cultura y sus valores prevalecieran. Había en la plaza muy pocos rostros conocidos y llamaba la atención la ausencia, más que notoria, de representantes de instituciones culturales públicas y privadas, y de autores con un relevante protagonismo en los medios de comunicación, algo que parecía reflejar una relación un tanto sorprendente (y extraña) con la figura de Aleixandre. Pensé, incluso, en un hecho no por anecdótico menos importante y que jamás se ha señalado en los medios culturales: su nombre no está entre los legatarios, en vida o fallecidos, registrados en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, algo que parece poco explicable y que debería corregirse cuanto antes.

Esa circunstancia me llevó a una reflexión sobre la interminable batalla cívica que, contra viento y marea, llevan adelante los Amigos del poeta: tal y como han evolucionado los acontecimientos en los últimos años, es difícil por no decir imposible, entender cómo hemos llegado al extremo de ver ese histórico inmueble en una subasta que puede acabar con cualquier esperanza de restituir para la cultura un espacio cargado de literatura, de poesía, de memoria histórica y civil, de testimonios y presencias que abarcan desde la generación del 27, con Lorca o Miguel Hernández como figuras emblemáticas, hasta la promoción de los setenta, pasando por la del medio siglo, por la del 36 o por premios Cervantes como José Hierro, Luis Rosales o Francisco Brines, sin olvidar que Carmen Conde, entre 1940 y 1945, residió en su segundo piso y allí escribió Mujer sin edén. No en vano, la demanda sobre Velintonia ha contado, desde la muerte del poeta, con apoyos tan significativos a nivel internacional como los de Paul Bowles, Seamus Heaney, Jean-Marie Gustave Le Clézio, Ian Gibson, Gabriele Morelli, Mario Vargas Llosa o el recientemente fallecido Javier Marías, entre otros muchos.

En noviembre de 2018, en el marco del primer encuentro, celebrado en Soria, entre ACAMFE, la asociación que agrupa a medio centenar de casas museo y fundaciones de escritores de España y Portugal, y una representación de autores integrados en la Asociación Colegial de Escritores, Adriano Rigoli, presidente de la Casa de la Memoria, la red que en Italia integra 90 Casas Museo de artistas (buena parte de ellas dedicadas a escritores) en 13 regiones del país, se quedó perplejo al escuchar el relato del viacrucis de más de un cuarto de siglo de intentos frustrados de restitución para la cultura de nuestro país de la casa del premio Nobel. No podía dar crédito a la falta de una solución institucional después de tantos años.

La inacción, durante ese tiempo, de los gobiernos municipal y regional de Madrid, la falta de visión política del de la nación y el empantanamiento de la toma de decisiones en excusas administrativas, han impedido proteger el inmueble y su jardín como bien de interés cultural, figura recientemente desechada en favor de la de bien de interés patrimonial, que si bien no permite una actuación integral, sí establece condiciones de uso que pueden retraer intereses especulativos y que deberían ser aprovechadas por las instituciones actuantes. Sería ahora el momento de abrir paso a decisiones políticas en la conciencia de que no es posible satisfacer al cien por cien los intereses de todos los actores implicados: herederos, Administración local y regional, Ministerio de Cultura y entidades cívicas. Merece la pena esforzarse en una negociación que permita la recuperación del edificio y de su memoria, poniendo en primer plano ese interés colectivo. En ese sentido, el Gobierno de España debería tomar la iniciativa y proponer una salida consensuada con Ayuntamiento y Comunidad de Madrid que conlleve la adquisición del inmueble por un precio razonable, su declaración, mediante decreto ley y al amparo del artículo 61 de la ley de patrimonio histórico, como Casa Museo Vicente Aleixandre que acoja su legado documental, y la creación de un órgano de gestión que garantice su futuro. Cierto que sería un proceso complejo, nada fácil, quizá demorado en el tiempo, pero acorde con la importancia del objetivo a lograr y con la relevancia que para la literatura universal, no solo española, tiene la figura y la obra del autor de Sombra del paraíso. El ministerio tiene un fácil argumento para tomar la iniciativa con determinación: la condición de premio Nobel del poeta, título que solo ostenta otro poeta español, Juan Ramón Jiménez, debería ser suficiente para hacer de ese desafío una cuestión de Estado en el ámbito cultural.

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