_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Última vaca?

Todos los animales sienten y padecen, y junto a ellos está, temeroso de sus fauces o deseoso de sus apetecibles entrañas, el animal humano

Vicente Molina Foix
Fotograma de 'First Cow', de Kelly Reichardt.
Fotograma de 'First Cow', de Kelly Reichardt.Allyson Riggs (ALLYSON RIGGS)

Se proyecta aún en cines de España, y su directora Kelly Reichardt es la coqueluche de los cinéfilos: los franceses, siempre tan suyos, ya se la han apropiado, pero incluso en entornos más ásperos, como el mainstream norteamericano y el público español, es de culto. No voy a hablar aquí, sin embargo, de méritos fílmicos ni del argumento de su western pre-moderno, muy bien reseñado en estas páginas por Elsa Fernández-Santos, sino de la vaca esencial de First Cow, película a la que aludimos. Diré solo, para no estropearles la fascinante trama, que el mamífero protagonista es una criatura explotada sin sufrir violencia; ayuda a la humanidad, representada en el film por dos frescales y una lista de espera de compradores de aquello que la vaca produce, que es la leche.

Si no lo he entendido mal, lo que actualmente se preconiza entre la gente más sostenible son tres cosas: hacer guardar la línea a los que por nada engordamos, cambiándonos la sabrosa chuleta por un conglomerado; evitar la deforestación del planeta; luchar para que el pedo de los cuadrúpedos, transformado en gas invernadero, no arruine la atmósfera. Buenas causas las tres en un planeta ideal que aún no tenemos, pero al que aspiramos. ¿Por presión de un ministro? ¿Por modas que ahora molan? Los malos humos del mundo son naturalmente dañinos, y nos amenazan a todos. Pero hay peligros peores que un filete con grasa o un par de huevos fritos de una gallina tal vez apretujada en su corral; el peligro de muerte por no tener nada que comer, aunque sea vacuno o avícola.

Todos los animales sienten y padecen, y junto a ellos está, temeroso de sus fauces o deseoso de sus apetecibles entrañas, el animal humano. Ese ser que defeca y conduce o vuela y fuma y ensucia el agua con su basura y no siempre cede un poco de sus sobras a quien todo le falta.


Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_