Diversidad: ¿el nuevo ‘greenwashing’?
Durante años muchas empresas han hecho propaganda verde, poniéndose la medalla del respeto al medioambiente, sin modificar gran cosa. Ahora la inclusión parece el lugar donde hay que estar
Ya ha pasado un año desde que un agente blanco asfixió hasta la muerte al afroamericano George Floyd en una calle de Minneapolis. La Casa Blanca ha reconocido algo tan crudo como que en Estados Unidos el racismo es sistémico. El movimiento Black Lives Matter, que lidera las denuncias por discriminación racial, se ha hecho más fuerte. Gracias a él se sigue hablando de lo que a uno le toca si es negro en Estados Unidos: ensañamiento policial, peores infraestructuras, tecnología sesgada, discriminación en el trabajo. El racismo y la falta de diversidad son problemas graves que no se pueden banalizar. Pero algunas corporaciones americanas lo están haciendo. Se aprovechan de la coyuntura para lavar su imagen sin producir cambios reales.
Decenas de empresas del Fortune 500 han nombrado en los últimos meses encargados de diversidad o CDO, Chief Diversity Officers. No parece estar funcionando. Pocos duran en el cargo; la rotación es sorprendente. Muchos se quejan de que les han dado un cargo hueco, sin presupuesto. Sus puestos tienen mucho de relaciones públicas y poco de sustancia para el cambio. Están frustrados y, en cuanto pueden, se van. Los consultores que asesoran al sector privado insisten: si de verdad les importa diversificar sus plantillas, inviertan dinero y auditen resultados. Pero es tiempo de recortes. En algunas organizaciones no se ha contratado a nadie, sino que se ha nombrado a algunos afroamericanos y latinos “agentes del cambio”, colocándolos al frente de comités para captar talento y organizar eventos. No les han subido el sueldo.
Las políticas corporativas de inclusión corren el riesgo de convertirse en el nuevo greenwashing. Durante años muchas empresas han hecho propaganda verde, poniéndose la medalla del respeto al medioambiente, sin modificar gran cosa. Ahora la inclusión parece el lugar donde hay que estar. “Nuestras marcas buscan ser más inclusivas y generar conversación”, anuncia la multinacional Procter&Gamble en su página web. No se puede dejar más claro: el objetivo es conseguir titulares en los medios, aparecer en paneles, organizar premios sobre igualdad. Amazon suele sacar una pancarta en las manifestaciones del Orgullo. Aunque, de puertas para adentro, tiene repartidores —blancos y negros— orinando en botellas porque si paran la furgoneta para ir al baño no les da tiempo a completar la ruta.
Lo bueno es que la impostura está saliendo a la luz. Y, si miramos lo que ha pasado con el medioambiente, tras un periodo de superficialidad y marketing, el interés económico ha acabado propiciando un cambio real: las industrias más contaminantes, como las petroleras, están invirtiendo millones en tecnología limpia. Son conscientes de que lo necesitan para sobrevivir. Esperemos que ocurra lo mismo con la diversidad en las empresas, y que se consiga centrar el foco, atajando en serio la discriminación y la precariedad. Al fin y al cabo, ¿de qué sirve una fiesta por la inclusión si a uno no le dejan ni sindicarse? @anafuentesf
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