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Columna
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Nacionalismos

En esta situación excepcional no se puede obviar que en el año 2017 se vulneraron los derechos políticos de los catalanes no independentistas

Pepa Bueno
Pablo Iglesias durante el acto central de campaña de En Comú Podem para las elecciones catalanas del 14-F en Santa Coloma (Barcelona).
Pablo Iglesias durante el acto central de campaña de En Comú Podem para las elecciones catalanas del 14-F en Santa Coloma (Barcelona).Alberto Estévez (EFE)

La izquierda española siempre ha actuado con complejos frente al nacionalismo periférico, porque algunos estuvieron en la lucha antifranquista y porque todos soportaron la represión de la dictadura en sus lenguas y en su cultura. No se podía menos que pedir memoria, justicia y reparación para los que sufrieron y normalidad democrática para todos los españoles, hablaran la lengua que hablaran y defendieran el territorio que defendieran.

Han pasado casi cincuenta años, España tiene una democracia consolidada, imperfecta y con mil asuntos por resolver como todas, pero el complejo sigue ahí. Solo la reaparición del nacionalismo español que representa Vox —y los ramalazos ventajistas de PP y Cs— ha puesto al complejo frente a un espejo revelador. Y en lugar de abominar de ambos, da la impresión de que se estuviera obligado a elegir entre uno y otro.

¿Es complejo lo de Pablo Iglesias congraciándose durante toda la campaña catalana con los mantras victimistas de Puigdemont y los suyos? ¿O se trata de conservar en el Congreso de los Diputados el liderazgo de ese conglomerado de partidos nacionalistas o independentistas que le permite pesar en la coalición mucho más que los 35 diputados de Unidas Podemos? Urge desde luego la normalización política catalana, incluidos la situación de los presos del procés y el reconocimiento de un conflicto que hay que abordar. Pero en el balance de por qué estamos en esta situación excepcional no se puede obviar que en el año 2017 se vulneraron los derechos políticos de los catalanes no independentistas. ¿O esos derechos políticos y democráticos, por utilizar la expresión del vicepresidente, tienen menos valor?

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Los excesos de una globalización sin gobernanza política, y lo insostenible que resulta para el planeta, han vuelto a prestigiar lo cercano, lo que se considera más auténtico, el regreso a una cueva de dimensiones reconocibles e intereses identificables. El nacionalismo se ha enganchado a esa ola y viene a presentarnos su mercancía de siempre como novedad y solución a los problemas de nuestro tiempo. Que una parte de la izquierda compre esa mercancía dice hoy mucho más del desnorte de la izquierda que de los nacionalismos, que son siempre los mismos y te siguen proponiendo rezar sus oraciones mágicas como solución para sobrellevar la dureza de la vida. Magia para enfrentar la desigualdad, las migraciones, la inteligencia artificial, la pandemia y el cambio climático. @PepaBueno

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