De la obsesión al equilibrio: educando a los jóvenes para un uso responsable de las redes sociales
Quienes más tiempo pasan con dispositivos tecnológicos son los jóvenes entre los 14 y 16 años. Es fundamental que los padres estén pendientes de los síntomas de su uso abusivo y sigan pautas como ejercer una supervisión activa
Las redes sociales han transformado la forma en la que nos comunicamos, compartimos información y nos conectamos con otros. Con la llegada del verano, y el parón de las clases, los niños y adolescentes buscan cómo ocupar su tiempo libre, estando entre las principales alternativas, precisamente, pasar más tiempo en las redes sociales y con pantallas. La época estival no deja de ser una oportunidad para reflexionar sobre el impacto que estas tienen en la vida de los menores y tomar medidas para utilizarlas de manera responsable. Con la colaboración de Jesús Villanueva, subdirector de la Clínica Recurra-Ginso, exploro aquí el uso que los más jóvenes hacen de las redes sociales en España, los casos más extremos y proporciono algunas recomendaciones para que los padres eduquen a sus hijos de manera responsable en el mundo digital.
De media, los centennials —jóvenes nacidos a partir del año 2000— pasan 4,5 horas diarias en las redes sociales, un tiempo que casi duplica al de los millennials (2 horas y 38 minutos)—los nacidos de 1981 a 1993—. Durante esas horas están expuestos a contenidos que desatan emociones para las que, a menudo, no están preparados. Para ofrecer una buena educación, es necesario cubrir tres facetas: digital, emocional y mediática. De otro modo, prácticamente están desprovistos de herramientas para enfrentarse a críticas, inseguridades con su imagen personal, porno o vídeos de jóvenes que muestran autolesiones, trastornos de conducta alimentaria o realizan bullying a otros.
Entre las redes más utilizadas por los jóvenes se encuentran Instagram, Snapchat y TikTok, y últimamente ha surgido con fuerza BeReal, una red social que promueve imágenes genuinas, tomadas a horas aleatorias y sin filtros. Un rayo de luz entre tanto postureo. Educar a los hijos para que hagan un uso responsable de las redes sociales es crucial en el entorno familiar. Esto lo sabe bien Jesús Villanueva, que trata a diario con niños y jóvenes con conductas límite. A la clínica en la que trabaja —que tiene un teléfono gratuito de atención a familias para resolver dudas sobre situaciones conflictivas o comportamiento de los hijos (900 65 65 65)— llegan casos desde edades tan tempranas como los ocho años. La primera fuente de conflictos a esas edades no son, sin embargo, las redes sociales en sí, sino el empleo incontrolado de videojuegos que derivan en contactos con personas desconocidas.
A los 10 años, los menores suelen tener acceso y utilizar todo tipo de dispositivos: ordenadores, consolas, móviles, tabletas. Aunque el pico de casos más complicados ocurre en plena adolescencia, entre los 14 y los 16 años. Las señales de alarma son habitualmente dos: tolerancia y abstinencia. Por tolerancia se entiende la necesidad de dedicarle cada vez más y más tiempo al uso del dispositivo, la red social, el videojuego o lo que quiera que haya en la pantalla. Y la abstinencia es la enorme dificultad que supone para estos niños y adolescentes, que están pasando por lo que se conoce como una tecnoadicción, dejar de usar los dispositivos.
“La principal estrategia la basaremos en la motivación, buscando metas y refuerzos positivos interesantes y reales para cada uno”
— RECURRA-GINSO (@RECURRA_GINSO) June 8, 2023
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Ante la retirada, sufren ansiedad, en casos extremos pueden llegar a ponerse agresivos, presentar niveles altos de violencia e incluso realizarse autolesiones o tener ideaciones suicidas. En casos así, desde la clínica se ofrece ayuda, que puede ser desde terapia una o dos veces por semana hasta tratamiento en un centro terapéutico por un periodo de 10 u 11 meses.
Como padres, es muy importante estar pendiente de los síntomas de la utilización abusiva de las nuevas tecnologías para evitar estas situaciones. Y también seguir una serie de pautas. Estas son, probablemente, las cinco mejores recomendaciones que se pueden proporcionar a los progenitores para que eduquen a sus hijos en el mundo digital, basadas en la experiencia profesional de Jesús Villanueva, psicólogo, experto en salud mental infantojuvenil y que lleva una década ayudando a familias con dificultades.
- Comunicación abierta: los padres deben mantener un diálogo constante con los hijos sobre las redes sociales. También fomentar un ambiente en el que se sientan cómodos compartiendo sus experiencias y preocupaciones, y que cuenten con quién se comunican, prestando atención a los contactos con desconocidos.
- Supervisión activa: los controles parentales no sustituyen a un adulto responsable. Se debe monitorizar las actividades en línea de los hijos y establecer siempre límites de tiempo razonables para el uso de las redes sociales.
- Educación por modelado: los padres son el espejo en el que se miran los hijos. Siempre serán el mejor ejemplo positivo que podrán encontrar para el uso de las redes sociales. Deben mostrar un comportamiento responsable y ético al publicar contenido y al interactuar con otras personas en entornos virtuales.
- Educación mediática: es muy importante enseñar a los niños a ser críticos y a verificar la información que encuentran en las redes sociales. Fomentar en ellos el pensamiento crítico y la búsqueda de fuentes confiables.
- Y, por último, hay que buscar el equilibrio: animar a los niños a participar en actividades fuera de línea y a tener tiempo de calidad en familia. Por eso es tan valioso establecer reglas claras sobre el empleo de dispositivos y redes sociales en el hogar, en el colegio y en situaciones concretas en las que no está aceptado su uso.
Como recopilación de lo anterior, enfatizar, tanto para mayores como para jóvenes, la necesidad de momentos libres de tecnología. Es importante que exista un equilibrio entre la vida online y la vida real de los menores y la familia, todos tienen que interactuar con las personas de su entorno, como por ejemplo en el tiempo durante las comidas o en los viajes. Los menores deberían tener acceso a actividades culturales, cine o museos, en las que no usen los móviles. Sin llegar, eso sí, al aislamiento, porque para un joven la conexión con los amigos es vital. Llegado el caso, no obstante, no hay nada mejor que cortar de raíz: borrarse los perfiles de las redes sociales una temporada nos dará otra perspectiva del mundo. Si el actor Tom Holland, el protagonista de Spiderman, lo ha podido hacer ¿por qué no lo podría hacer cualquiera de nosotros?
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