La importancia de las artes en el desarrollo de los niños
La plástica, la música, el cine, el teatro y la danza no solo forman parte de la educación artística, sino también pueden ser una herramienta para el resto de asignaturas. ¿Y cómo podemos ayudar los padres?
Nadie es ajeno a que vivimos en una sociedad regida por lo audiovisual. Y, nos guste o no, cientos de imágenes pasan a toda velocidad delante de los ojos de nuestros niños. No saber interpretar su significado puede transmitir mensajes que quizá no están en línea con los valores que queremos inculcar a nuestros hijos. Marián López Fernández-Cao, catedrática de Educación Artística de la Universidad Complutense de Madrid, especialista en arteterapia y presidenta de la recién fundada Sociedad para la Educación Artística (SEA) sostiene que «en el siglo XX, uno de los retos de la educación obligatoria era la alfabetización en la lectoescritura; en el siglo XXI, es absolutamente necesaria la alfabetización visual, porque los niños consumen imágenes, tragándolas sin digerir, sin saberlas deconstruir ni saber qué quieren decir». La SEA se constituyó como continuación de la plataforma #EducaciónNoSinArtes, creada en 2020, tras corroborar que la educación artística seguía siendo inexistente como asignatura imprescindible y obligatoria en la enseñanza pública, en el borrador de la LOMLOE. También conocida como ley Celáa, la octava enmienda a la ley de educación de la democracia, si bien hace un ligero guiño a este tipo de enseñanza, sigue dejando un gran vacío.
Y, a pesar de que la UNESCO ha descrito la educación artística como un derecho universal de los educandos; la OMS ha evidenciado acerca de sus beneficios para la salud y un sinnúmero de expertos e instituciones se han manifestado de acuerdo con que la educación artística y cultural posee un papel destacado en el aprendizaje, esta no consigue alcanzar peso en el programa educativo español. «Llama la atención que una ley que habla de luchar contra el acoso y el fracaso escolar, por ejemplo, se olvide de algo tan importante como es educar la mirada de los niños desde los primeros años», señala Fernández Cao.
Los retos del proceso creativo
Más allá de la nueva reforma educativa, docentes y padres coinciden en querer preparar a los menores para el futuro, con un pensamiento crítico y alta autoestima, capaces de manejar las dificultades y desarrollar la tolerancia a la frustración, justamente los pilares de la educación artística. «Comenzar un proceso creativo es situarse frente a un folio en blanco: no sabes cómo será tu resultado (incertidumbre), te equivocas una y otra vez (frustración) y solo imaginas lo que surgirá en el camino (impredecibilidad). En momentos de crisis, como ha sido la pandemia, las personas acostumbradas al proceso creativo, toleran mejor la incertidumbre, se enfrentan las dificultades con menos miedo e incluso las convierten en un desafío».
Todos estos retos no se aprenden de un día para otro. Se requiere tiempo y la plasticidad prodigiosa que tiene el cerebro durante la infancia y adolescencia. Pero, aunque la nueva ley se basa en las competencias, los niños, no tienen suficiente tiempo para desarrollar estos procesos. Ana Mangas, profesora de Plástica de Escuela Ideo, de Madrid, plantea que «cuando se daban clases online, se quitaban horas de clase a otras asignaturas y se aumentaban las de plástica, porque se entendía que el niño estaría más a gusto así. ¿Por qué no seguimos aplicando este modelo después?».
No solo es aprender a dibujar
- Aparte de todo el conocimiento técnico y específico, la educación artística impacta en la vida cotidiana de los niños, potenciando todas las inteligencias y conectando los aspectos cognitivos, emocionales y sociales. Estos son algunos de sus beneficios:
- Desarrolla los sentidos. Observar, tocar, oler... todo ayuda a los niños a crear. Se activan sus sentidos, en especial la vista y el tacto, y asisten con ellos a todo aquello que ven para luego reproducirlo o expresarlo, con ayuda de una fortalecida coordinación motora.
- Impulsa la creatividad. Pone en marcha la imaginación, la pasión y la acción a partir de la observación. Permite construir escenarios que el niño quizá nunca ha visto más que en su cabeza. Aquí, el ensayo y error son la esencia, por lo que la aceptación al equivocarse será un aprendizaje añadido.
- Permite descifrar un nuevo lenguaje. Las imágenes a las que están diariamente expuestos nuestros hijos hablan por sí solas. «Hoy en día, los niños cada vez más están viendo más imágenes y menos textos. Y lo hacen de manera individual, no socializando. Es importante enseñarles que las imágenes son construcciones, que son únicamente una parte de la realidad y que dependen del punto de vista del autor. Si no les damos las herramientas mínimas para que puedan ser críticos ante una imagen, no podrán reconocer cuando esta transmita un mensaje homófobo, misógino, racista, clasista o totalitario. Por eso, la educación de este lenguaje es esencial y debe ser impartida por especialistas. Así como se trabaja en el aula el análisis de texto, podría existir una clase de retórica visual», dice la presidenta de la SEA.
- Aumenta la atención y la observación. «Un niño nunca estará tan atento mirando un objeto, como cuando se dispone a dibujarlo. Verá escalas, proporciones, la relación de ese objeto con el entorno, con el contexto... Esto es el pensamiento visual». Al prestar atención y entrenar su memoria, el pequeño podrá aplicar estas prácticas al otros ámbitos de su vida, lo que mejorará su capacidad de aprender, comprender y planificar.
- Desarrolla la mirada científica. El proceso creativo implica observar detenidamente, hacerlo desde distintas perspectivas, dibujar y borrar, volver a intentar... «Cuando se dice que hay que enseñar robótica a los escolares, creo que primero hay que enseñar la mirada científica, que no es otra que la artística». Finlandia, uno de los países que mejores resultados tienen en el informe PISA, dedica el 80% de sus horas lectivas a la educación artística. En España, primero, no es una asignatura obligatoria, y, segundo, el número de horas es competencia de cada comunidad autónoma. Y, por último, estamos alejados de los primeros puestos de PISA.
- Favorece la comunicación. Las artes, muchas veces, implican el trabajo colectivo. O individual, pero que se puede hacer en compañía. Fernández-Cao comenta que «hay quien superó el confinamiento pintando mandalas, dibujando o creando música. Tiene que ver con la relación con los otros y el placer de compartir».
- Permite el autoconocimiento. Las artes ayudan a los menores a sentirse bien consigo mismos, a conseguir sus objetivos y a mejorar su autoestima; es una forma de conocer y de conocerse, de mirar con distintos prismas y saber que todas miradas son válidas.
- Fomenta la expresión de las emociones. A los niños más pequeños suele resultarles más sencillo dibujar una idea que expresarla con palabras. Y quien dice dibujar, dice cualquier manera de expresión como la danza, el teatro o la escultura. «Todo lo que está alrededor del arte, nos hace sentir lo que pensamos», opina Ana Mangas.
- Transita de manera transversal. La educación artística no solo es una asignatura del currículo. También sirve como herramienta para todas las demás. Cada vez se utiliza más el pensamiento visual en ciencias, tecnología, lengua, matemáticas, historia... «Hay creatividad, intuición, empatía, fundamental para cualquier disciplina y todos los lenguajes», afirma Mangas, quien lleva más de 25 años en educación, y que no oculta su fascinación al implantar el visual thinking en el centro escolar donde trabaja. «Es un método que convierte los pensamientos, ideas y opiniones en dibujos. Se puede usar para el pensamiento lógico de las mates o el crítico de la filosofía». Pero no es lo más habitual.
¿Cómo podemos ayudar los padres?
Somos parte importante de la comunidad educativa, y también tenemos deberes. Para empezar, entender la importancia de la educación artística en la escuela. Conviene desactivar pensamientos como que estas enseñanzas ‘no tienen futuro’, ‘no tienen salida’ o que ‘son asignaturas de segunda categoría’. «Entendemos que es difícil, ya que los padres actuales, tampoco han recibido ese tipo de educación», opina Fernández-Cao.
Otra tarea es dejar que los niños se expresen sin imponer normas ni instrucciones, sino dejarlos a su aire (garantizando su seguridad, claro). Les ayudará tener unas pinturas a mano, lápices y un espacio. Tampoco conviene olvidar que su proceso creativo es reflejo de sus emociones, sentimientos, ideas, que merecen toda nuestra atención. ¡Anímalos!
Por otro lado, cualquier actividad en familia, siempre acorde a los gustos del niño, como la visita a un museo, un espacio cultural o un teatro, serán bienvenidas porque todo suma. También llevártelos a pintar o dibujar al parque, dejándolos que miren a su entorno y que plasmen lo que quieran en el soporte que elijan. El acompañamiento también será importante respecto a sus contenidos digitales. Comparte una tarde para ver con ellos sus películas o series, pregúntales qué ven, a quién siguen o qué opinan de algún tema viral. No los dejes solos en ese mundo voraz.
Los nuevos creadores
Por último, pensemos que las futuras generaciones también son los futuros pintores, diseñadores, directores de cine, dibujantes o arquitectos. Fernández-Cao sostiene que la alfabetización visual desde la infancia formará espectadores críticos «con capacidad de leer, entender, respetar y cuidar el patrimonio y, además, quienes serán los encargados de renovarlo». Las palabras del exministro Wert hace unos años respecto a que ‘las artes distraían de lo fundamental’, levantaron ampollas. «Creemos que parte de lo crucial está en las artes», responde a ellas la catedrática de SEA. «Los adultos no tenemos derecho a privarle a los niños y niñas de desarrollar su capacidad creadora», concluye.
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