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El líder de Hezbolá reta a Israel a invadir Líbano y promete un “justo castigo” al ataque con buscas y ‘walkie-talkies’ explosivos

Nasralá admite el “gran golpe de seguridad y militar” sufrido y acusa a Netanyahu de cruzar “todas las líneas rojas”. Cazas israelíes rompen la barrera del sonido sobre Beirut durante el discurso

El líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, en un mensaje televisado, este jueves en Beirut.Foto: Mohamed Azakir (REUTERS) | Vídeo: EPV
Antonio Pita

Era el discurso más esperado del líder de Hezbolá en casi un año de guerra. Hasan Nasralá no tenía previsto hablar hasta dentro de tres semanas, con motivo del primer aniversario de la guerra en Gaza y la apertura del “frente de apoyo” en Líbano, pero lo ha acabado haciendo este jueves, con tono grave y el mundo pendiente de sus palabras tras el mayor golpe al partido-milicia en sus cuatro décadas de historia: la doble detonación masiva a distancia de alrededor de 5.000 buscas y walkie-talkies que había encargado hace meses. Tras la vulnerabilidad mostrada por el pirateo de sus métodos de comunicación, sobre cuya autoría (Israel) apenas hay dudas, Nasralá ha prometido una represalia “justa” y un “ajuste de cuentas grave” que solo se sabrá “cuando se vea”.

El ministro de Defensa, Yoav Gallant, durante una rueda de prensa en la base militar de Kirya en Tel Aviv , Israel, 28 de octubre de 2023. Foto: Reuters | Vídeo: EPV

“Permitidme cambiar de método: no hablaré del momento, ni del lugar de la respuesta. Por supuesto que llegará el castigo. ¿Cuándo, dónde, cómo? Lo sabrán cuando llegue el momento. No hablaremos de eso. Estamos en la parte más precisa, sensible y profunda del enfrentamiento”, dijo. Tan sensible es el momento que el partido-milicia libanés no ha acompañado el discurso, televisado desde un lugar sin especificar, del habitual evento con pantallas gigantes para seguirlo en Dahiye, su feudo al sur de Beirut.

La atención no se centraba solo en qué respuesta prometería Nasralá a los más de 30 muertos y miles de heridos que ha dejado el ataque atribuido al Mosad, los servicios secretos de Israel en el exterior, sino también en qué diría sobre los tambores de guerra abierta que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, golpea en los últimos días con una intensidad sin precedentes. Mientras hablaba, de hecho, aviones de combate israelíes han hecho temblar los cristales en Beirut, al romper la barrera del sonido sobre su cielo. Se ha convertido en una rutina casi diaria en el sur del país, para amedrentar a la población, y no es el primer discurso de Nasralá en que lo hacen. Minutos antes de la intervención, el ejército israelí ha anunciado ataques sobre objetivos de Hezbolá. A última hora del día Israel ha asegurado que sus aviones de combate han alcanzado un centenar de lanzaderas de cohetes que la milicia pensaba usar de forma inmediata para atacarle. Los bombardeos se han registrado en feudos como las proximidades del río Litani y el valle de la Becá.

Reto a Netanyahu

Nasralá ha retado a Netanyahu y al ministro de Defensa, Yoav Gallant (a los que ha mencionado con frecuencia) a invadir el sur de Líbano, como hizo Israel entre 1982 y 2000, pariendo como respuesta a Hezbolá para acabar retirándose en medio de manifestaciones multitudinarias en Tel Aviv por la muerte diaria de soldados en el frente. Lo hizo Ehud Barak, como había prometido en la campaña de las elecciones que ganó a un Netanyahu en su primer mandato (1996-1999). “Si para ellos es una amenaza, para nosotros es una oportunidad. [...] Algunos de los heridos ayer están más determinados a combatir”, ha advertido, antes de reiterar un mensaje: una nueva invasión no logrará su objetivo expreso, que es devolver a sus hogares a los más de 60.000 evacuados del norte de Israel.

“No podréis devolver a los colonos del norte de Palestina [los israelíes evacuados del norte del país] a sus asentamientos. Podéis hacer lo que queráis. La única forma de que vuelvan es detener la ofensiva en Gaza y, por supuesto, en Cisjordania. Ningún asesinato o ataque podrá. Al revés. Lo que llegará reducirá las posibilidades de que vuelvan. Ese es nuestro compromiso”, ha declarado. Si Israel trata de establecer una “franja de seguridad” en el sur de Líbano, los combates no se limitarán, como entre 1982 y 2000, en la zona invadida, sino que seguirán lanzando proyectiles “y aún más profundos” contra territorio israelí, ha amenazado. Israel ha anunciado esta tarde la muerte de dos de sus soldados en un ataque con cohetes y drones cerca de la frontera.

El dirigente ha acusado a Israel de haber intentado asesinar al menos a 5.000 personas con su ataque en la sombra, que “cruza todas las líneas rojas” y “puede considerarse una declaración de guerra”. Ha admitido, hasta en dos ocasiones, que supuso un “gran golpe de seguridad y militar que carece de precedentes en la historia de la resistencia y de Líbano” y que muestra las “capacidades tecnológicas del enemigo”, gracias al apoyo que recibe de Occidente.

Pero también ha insistido en que no ha “hecho tambalearse” a la organización. “Ayer, Netanyahu y Gallant estaban contentos. Ha sido un reto. [...] Pero el castigo será grande, de formas esperadas e inesperadas. [...] Quiero tranquilizar a los que nos preguntan: estamos muy preparados. Lo que ha pasado no va a afectar a nuestro poder y preparación. Solo va a aumentar nuestra determinación”, ha asegurado.

Objetivos fracasados

Nasralá ha argumentado que Israel tenía dos objetivos con sus ataques y ha fracasado en ambos por igual. Uno era “desvincular” el frente libanés del gazatí. Es decir, que Hezbolá cese los ataques que comenzó 24 horas después del 7 de octubre de 2023, el día del ataque de Hamás y de los primeros bombardeos israelíes sobre Gaza. “No sucederá. Sean los que sean los sacrificios o lo que pase después, la resistencia en Líbano no dejará de apoyar al pueblo de Gaza”. Es, ha añadido, “el frente más importante” y que más preocupa a Israel, junto con los ataques de los hutíes contra ciudades como Tel Aviv y Eilat y a la navegación en el mar Rojo.

El otro objetivo era conseguir lo que ha definido como una suerte de rebelión del “entorno” del partido-milicia: que los habitantes de las zonas de mayor presencia chií, como Dahiye, el sur o el valle de la Becá, les pidiesen detener los ataques para ahorrarles más sangre o una guerra abierta ante un enemigo tan superior y capaz, como acababa de demostrar con su pirateo de las comunicaciones y detonación casi simultánea. “También en eso han fracasado”, señaló en un discurso plagado de llamamientos a la unidad nacional por encima de las divisiones religiosas que consumen al país. La idea clave era que el ataque de los buscas y los walkie-talkies no ha ido solo contra Hezbolá, sino contra todo Líbano como país. La ha desarrollado, por ejemplo, recordando que murieron civiles por estar cerca de los aparatos o agradeciendo las donaciones de sangre y de órganos para los heridos que han efectuado en los hospitales no solo chiíes, sino también suníes, cristianos o drusos.

Nasralá ha hablado un día después de que Gallant anunciase el inminente despliegue de más tropas en la frontera con Líbano. “El centro de gravedad se está moviendo hacia el norte. Estamos desviando fuerzas, recursos y energía hacia el norte”, declaró. Este jueves, el ministro ha reiterado la expresión (”nueva fase de la guerra”) que empleó al conocerse la primera fase del ataque tecnológico, pero advirtiendo también de los “grandes riesgos” que conlleva. “Hezbolá se siente perseguido y la secuencia de nuestras operaciones militares continuará”, ha resumido en un encuentro con altos mandos militares.

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Sobre la firma

Antonio Pita
Corresponsal para Oriente Próximo, tras cubrir la información de los Balcanes en la sección de Internacional en Madrid. De vuelta a Jerusalén, donde ya trabajó durante siete años (2007-2013) para la Agencia Efe. Licenciado en Periodismo y Máster de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid.
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