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Los talibanes matan al cerebro del atentado del aeropuerto de Kabul, según Estados Unidos

El ataque suicida durante la retirada de Afganistán mató a 13 militares estadounidenses y a unos 170 afganos

Vista aérea de la zona del atentado suicida en el aeropuerto de Kabul del 26 de agosto de 2021 tras la explosión.
Vista aérea de la zona del atentado suicida en el aeropuerto de Kabul del 26 de agosto de 2021 tras la explosión.AP
Miguel Jiménez

Los talibanes han matado al alto dirigente del Estado Islámico que promovió el atentado perpetrado en agosto de 2021 frente al aeropuerto de Kabul, en el que murieron 13 militares estadounidenses y unos 170 afganos, según la información que oficiales estadounidenses han trasladado a familiares de las víctimas desde el pasado fin de semana y que han confirmado cargos del Gobierno, que no han facilitado su identidad.

Las autoridades afirman que fue abatido durante una serie de combates a principios de este mes en el sur de Afganistán entre los talibanes y la filial del grupo Estado Islámico. En un principio, ni Estados Unidos, ni aparentemente los talibanes, sabían que el cerebro había muerto. Pero en los últimos días, los servicios de inteligencia estadounidenses han confirmado “con gran seguridad” que el cerebro de aquel atentado había muerto.

“Era un cargo clave del ISIS-K directamente implicado en la planificación de operaciones como la de Abbey Gate, y ahora ya no puede planear ni llevar a cabo atentados”, ha declarado en un comunicado el portavoz de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, en referencia a la entrada de Abbey Gate al aeropuerto, donde se produjo la explosión.

Durante el fin de semana, el ejército estadounidense empezó a informar a las familias de los 13 militares que murieron en la explosión de Abbey Gate, y estos han compartido la información en un chat privado de mensajería de grupo. El padre de uno de los infantes de marina ha declarado a la agencia AP que la muerte del cerebro del atentado no aportaba mucho consuelo.

“Pase lo que pase, Taylor no va a volver y lo entiendo”, ha dicho Darin Hoover, padre del sargento Darin Taylor Hoover, en una llamada telefónica con AP. “Lo único que su madre y yo podemos hacer ahora es abogar por él. Todo lo que queremos es la verdad. Y no la tenemos. Esa es la parte frustrante”. Hoover ha añadido que él y la madre de su hijo, Kelly Henson, han pasado el último año y medio llorando su muerte y rezando para que la administración Biden rinda cuentas por la gestión de la retirada. El asesinato del líder del grupo Estado Islámico, explica, no les ayuda en nada.

Hoover ha explicado que los oficiales solo le han proporcionado información limitada y no han identificado al líder del Estado Islámico ni han dado las circunstancias de su muerte. Cargos estadounidenses se han negado a proporcionar muchos detalles debido a las sensibilidades en la recopilación de inteligencia.

Una retirada caótica

La caótica retirada de Afganistán en agosto de 2021 fue uno de los episodios más criticados del primer año de Joe Biden en la Casa Blanca. La salida del país permitió a los talibanes recuperar el control del país 20 años después de su derrocamiento en una invasión lanzada por el entonces presidente, George W. Bush, como respuesta a los atentados del 11-S. El atentado del aeropuerto puso de relieve la desastrosa gestión de aquella operación, que hundió la popularidad de Joe Biden.

Un informe reciente publicado por el Gobierno estadounidense responsabiliza de los problemas de aquella operación al Gobierno de Trump. Las conclusiones de dicho informe señalan que las opciones de Biden sobre cómo ejecutar la retirada de Afganistán se vieron muy limitadas por las condiciones creadas por Trump.

“Trump ordenó conversaciones directas con los talibanes sin consultar con nuestros aliados y socios ni permitir al Gobierno afgano estar en la mesa de negociaciones. En septiembre de 2019, el presidente Trump envalentonó a los talibanes al considerar públicamente invitarlos a Camp David en el aniversario del 11-S. En febrero de 2020, Estados Unidos y los talibanes llegaron a un acuerdo, conocido como el Acuerdo de Doha, en virtud del cual Estados Unidos aceptó retirar todas las fuerzas estadounidenses de Afganistán para mayo de 2021. A cambio, los talibanes acordaron participar en un proceso de paz y abstenerse de atacar a las tropas estadounidenses y de amenazar las principales ciudades de Afganistán, pero solo mientras Estados Unidos mantuviera su compromiso de retirarse antes de la fecha límite del acuerdo”, indica ese informe, realizado por la Administración Biden.

En él se repasa la reducción de las tropas estadounidenses en los últimos 11 meses de Trump como presidente y cómo, en octubre de 2020, en plena campaña de las presidenciales, para sorpresa de los asesores militares dijo que los 4.500 efectivos restantes en Afganistán deberían estar “¡en casa para Navidad!” Trump ordenó en noviembre repatriar las tropas para el 15 de enero de 2021., pero luego rectificó y ordenó reducir a 2.500 los efectivos en esa fecha.

“Durante la transición de la Administración Trump a la Administración Biden, la Administración saliente no proporcionó ningún plan sobre cómo llevar a cabo la retirada final o evacuar a los estadounidenses y a los aliados afganos. De hecho, no existían tales planes cuando el presidente Biden asumió el cargo, incluso cuando faltaban solo tres meses para la retirada total acordada”, dice el informe, que trata de salvar la cara a Biden.

Esas conclusiones señalan que cuando Biden tomó posesión de su cargo el 20 de enero de 2021, los talibanes se encontraban en la posición militar más fuerte que habían tenido desde 2001, controlando o disputando casi la mitad del país. Al tiempo, Estados Unidos solo contaba con 2.500 soldados sobre el terreno, el número más bajo de tropas en Afganistán desde 2001, y Biden se enfrentaba al corto plazo pactado por Trump para retirar todas las tropas: “La Administración Trump que se iba había dejado a la Administración Biden con una fecha para la retirada, pero ningún plan para ejecutarla”, concluye el informe que señala que el atentado se produjo después de que los mandos decidieron mantener abierta la puerta Abbey para facilitar la evacuación de las fuerzas del Reino Unido y de sus socios afganos.

Tras el atentado en las afueras del aeropuerto de Kabul, Estados Unidos redobló su campaña contra el Estados Islámico. Respondió de forma inminente con ataques con drones, entre ellos uno que mató por error a 10 civiles en Kabul. En febrero de 2022, un ataque estadounidense acabó con el jefe global del ISIS en Siria, y a finales de julio, mató con un dron en Kabul al egipcio Ayman al Zawahiri, líder de Al Qaeda, organización en la que sucedió a Osama Bin Laden tras su muerte en 2011.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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