La crisis del grano abre grietas en el apoyo incondicional de Europa del Este a Ucrania
Polonia lidera una iniciativa para limitar el impacto económico en la UE de la vía libre a la importación de productos agrícolas de Kiev. Las elecciones legislativas impulsan los cambios del Gobierno ultranacionalista de Varsovia
El apoyo incondicional a Ucrania del bloque de países del este de la UE muestra sus primeras fisuras. Polonia, que ha liderado la ayuda militar, logística y humanitaria a Kiev desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022, ha dado una elocuente señal de que el respaldo a su vecino ucranio tiene limitaciones en un ámbito clave: el económico. Con el veto a la entrada de grano ucranio libre de aranceles, el Gobierno ultraconservador y nacionalista de Ley y Justicia (PiS en sus siglas en polaco), que se somete a las urnas este otoño, ha demostrado que el apoyo a Ucrania termina donde empiezan sus propios intereses. Otros países del entorno se suman a este giro. Hungría y Eslovaquia ya han secundado la medida de Varsovia, mientras Rumania y Bulgaria amagan con hacerlo.
En Polonia, la repentina y radical decisión de prohibir las importaciones de cereal y otros productos agrícolas ucranios y su tránsito por el país está marcada por la precampaña electoral. Esa lectura fue evidente desde el primer momento en que emergió la medida, el pasado sábado. El anuncio lo hizo Jaroslaw Kaczynski, que preside el PiS, pero no tiene ningún cargo en el Gobierno. Fue, además, en su primer acto electoral, dirigido a un público rural, después de unos meses de ausencia por problemas de salud. Este otoño hay previstas elecciones legislativas y las encuestas muestran que el PiS, aunque sigue en cabeza, pierde apoyos y podría necesitar a otros partidos para gobernar. Las zonas rurales, que pueden verse perjudicadas por la entrada de un grano más barato, son uno de sus principales caladeros de votos. Y las manifestaciones de agricultores de las últimas semanas estaban amenazando ya la movilización que el partido gobernante necesita para revalidar su poder.
El director del think tank German Marshall Fund East, Michal Baranowski, apunta también al carácter electoralista de la medida en unos comicios que van a estar muy reñidos. “Este movimiento está fuertemente motivado por razones internas”, explica Baranowski en conversación telefónica. “Los agricultores son un bloque muy importante para el PiS, y han estado furiosos”, continúa.
“El tema del grano está empezando a mostrar algo que hasta ahora no ha estado en el debate público”, añade Baranowski. Se refiere al descontento de algunos sectores de la población con el apoyo del Gobierno a Ucrania y que atribuye al auge de Konfederacja (Confederación), un partido considerado de ultraderecha “que ha defendido abiertamente posiciones antiucranias”. Algunos sondeos le otorgan algo más del 10% de apoyos, lo que podría convertirle en la llave del futuro gobierno.
En la prensa independiente polaca se leen este lunes análisis como el del diario Rzeczpospolita titulado: PiS sacrifica a Ucrania para salvar al electorado rural. La excusa son los pesticidas. Las autoras afirman que con la medida que entró en vigor el 15 de abril hasta el 30 de junio, el “PiS le da la espalda a Kiev, abre otra disputa con la Unión Europea y derrocha el capital moral que Polonia ha ganado en el último año ayudando a su vecino atacado”. El mismo diario advierte en otro artículo de que el paso dado por Polonia puede agrietar la unidad de la UE contra Moscú.
Las primeras señales de que el Ejecutivo polaco estaba dispuesto a modular sus políticas de apoyo a Ucrania llegaron hace unos meses, cuando anunció que empezaría a cobrar parte del alojamiento a los refugiados ucranios que llevasen más de cuatro meses alojados en albergues públicos. La medida, que incluía amplias excepciones, entró en vigor el pasado 1 de marzo para un porcentaje muy reducido de los más de 1,3 millones de ucranios acogidos en Polonia. La decisión enviaba un mensaje a la parte de la sociedad polaca que empezaba a cuestionar que los refugiados recibían mejor trato que ellos. La vivienda, cada vez más cara en un país con la inflación en el 16,1% en marzo, puede convertirse en otro campo de tensión entre polacos y refugiados ucranios. Baranowski apunta también a la posible competencia en los escalones más bajos del mercado laboral, que es en general un mercado fuerte con un paro del 5,5%. Pese a estas grietas, el respaldo militar a Ucrania ante la invasión rusa es ampliamente compartido por la sociedad y la clase política polaca.
Decisión inesperada
La decisión de vetar el grano ucranio, anunciada el fin de semana, ha tomado por sorpresa a todos, empezando por Kiev, que negociaba el asunto con Polonia. También a los otros cuatro países del este —Rumania, Eslovaquia, Hungría y Bulgaria— que junto a Polonia reclamaron por carta a Bruselas a principios de abril medidas para paliar los “efectos negativos” del aumento de las importaciones de productos agrícolas ucranios en sus mercados o que se restablezcan los aranceles. El diario Gazeta Wyborcza asegura que ni siquiera el presidente, Andrzej Duda, estaba al corriente de la medida, y recuerda que en 2022 Polonia fue muy activa en promover el acuerdo que facilitara el comercio de Ucrania con la UE. Los agricultores polacos llevaban manifestando su descontento desde el año pasado y los críticos aseguran que el Gobierno miró a otro lado durante este tiempo.
La respuesta de los países del este al camino iniciado por Polonia, que lleva un año ejerciendo de líder de facto en la región, ha sido casi inmediata. El mismo sábado Hungría anunció una medida similar. “Es la primera vez en más de un año que hay algo en común entre los dos países en relación con Ucrania; es sorprendente y, no es bueno”, apunta Baranowski. Este lunes, Eslovaquia, que ya había mostrado preocupación por el uso de pesticidas en los productos ucranios, ha decidido prohibir también las importaciones, aunque permitirá el tránsito por su país hacia otros territorios. Bulgaria y Rumania han anunciado que están considerando emprender medidas similares.
El Gobierno polaco justifica lo que el analista Baranowski tilda como “opción nuclear” por la ausencia de respuesta de la Comisión Europea a la carta conjunta de los cinco primeros ministros, entre ellos el polaco Mateusz Morawiecki. En una entrevista en la radio, Pawel Jablonski, viceministro de Asuntos Exteriores, hacía referencia este lunes a “una disposición [en la normativa europea] que establece que en situaciones de emergencia los Estados miembros pueden introducir restricciones motivadas, por ejemplo, por cuestiones de salud pública”. En su argumentación, Jablonski sostuvo que con la prohibición, Polonia protege también al mercado europeo de posibles sustancias contaminantes. La Comisión Europea recordó este lunes que el comercio es competencia exclusiva de la UE.
Al margen de las motivaciones que observan analistas polacos, Pál Dunay, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Lorand Eötvös (ELTE) de Budapest, cree que los países de la vecindad de Ucrania protagonizan “una rebelión colectiva” por una crisis a la que la Comisión deberá dar una solución. “O bien se prohíben las importaciones que desestabilizan los mercados nacionales, o se permite importar, pero con compensaciones de la Unión Europea a estos países por sus pérdidas”, señala al teléfono. Bruselas ya ha entregado 56 millones de euros para Polonia, Rumania y Bulgaria, pero por ahora estas ayudas se consideran insuficientes.
La opinión de este experto es que cualquier gobierno actuaría como lo están haciendo los del este para proteger a su sector agrícola, muy importante en estos países. “Nadie quiere importunar a los amigos ucranios”, señala Dunay. El experto añade, sin embargo, que estos deberían ser “más innovadores” en su búsqueda de nuevos mercados, y que “en nombre de la Política Agrícola Común, la Comisión Europea debe dar pasos”.
Los ministros de Agricultura de Polonia y Ucrania se han reunido este lunes en Varsovia para buscar una salida a la crisis. Según Reuters, está previsto que las conversaciones se extiendan al martes. Kaczynski trató el sábado de amortiguar el golpe a su vecino. “Somos y seguiremos siendo, sin el más mínimo cambio, amigos y aliados de Ucrania” y “seguiremos apoyándolo”, insistió. Pese a ese énfasis, Kaczynski dejó claro que el apoyo no es incondicional y tiene límites: “Tenemos que defender la agricultura polaca”, afirmó.
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