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Brasil libra una batalla por una tercera vía entre Lula y Bolsonaro a un año de las elecciones

Casi un tercio de los votantes espera un nuevo candidato frente a la polarización entre el expresidente y el actual mandatario

Elecciones Brasil Lula da Silva y Jair Bolsonaro protesta
Una manifestante ondea la bandera de Brasil durante una manifestación en São Paulo, este 12 de septiembre.AMANDA PEROBELLI (Reuters)

Hace poco más de 10 días, una manifestación medió en las calles la temperatura de una posible tercera vía para la elecciones de 2022 en Brasil. Con el lema inicial de Ni Lula ni Bolsonaro, cambiado a última hora por Fuera Bolsonaro, la convocatoria del pasado 12 de septiembre no pasó de una desolada protesta. Fue una alegría para los seguidores del expresidente brasileño (del Partido de los Trabajadores), que lidera las encuestas electorales, y para los bolsonaristas, que ocupan el segundo lugar en intención de voto a un año de las generales. La última encuesta del instituto Datafolha muestra que Lula lidera en todos los escenarios, y tiene una victoria segura en una segunda vuelta contra Bolsonaro, 56% a 31%.

Pero al margen del choque en las redes sociales entre lulistas y bolsonaristas a propósito del resultado del acto del día 12, los brasileños están más atentos a buscar alternativas de lo que parece. Una encuesta realizada por Atlas Político muestra que, en este momento, hay un 28% de votantes que esperan una nueva candidatura aparte de los dos nombres que lideran las preferencias. En julio, eran el 23%. “Hubo una pequeña caída tanto de Lula como de Bolsonaro, más de este último”, señala Andrei Roman, director de Atlas Político, que realiza encuestas políticas en varios países. Además, Datafolha muestra que el 38% de los brasileños aún no sabe quién es su candidato, lo que deja una gran vía de entrada a nuevos nombres.

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A un año de las elecciones y después de casi tres de Gobierno de la ultraderecha, nunca ha habido tanta prisa por posicionarse como en otros tiempos. Hay 11 siglas trabajando para construir una tercera vía competitiva en Brasil. El presidente del partido Ciudadanía, el exdiputado Roberto Freire, afirma que la campaña electoral ha avanzado como nunca antes se había visto. “Nunca hemos tenido que discutir los nombres con tanta antelación”, dice. Su partido es uno de los que participan en las negociaciones para una tercera vía, que tiene como posible candidato presidencial al senador de Sergipe Alessandro Vieira.

Vieira estuvo en la Avenida Paulista, en São Paulo, donde el 1° de septiembre se realizó un gran mitin. Tal como el líder del PDT (Partido Democrático Laborista), Ciro Gomes, la senadora Simone Tebet, del MDB (Movimiento Democrático Brasileño), el gobernador de São Paulo, João Doria, del PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña), y el exministro de Sanidad de Bolsonaro, Luiz Henrique Mandetta de DEM (Demócratas). Fue la primera vez que salieron juntos a las calles. Hasta ahora, las articulaciones han sido a cuenta de las reuniones semanales entre los líderes de los partidos y los innumerables debates en linea en busca de convergencias. El primer consenso del grupo es la destitución del presidente Bolsonaro, especialmente después de las bravuconadas golpistas del presidente ante su público en los actos del 7 de septiembre.

Sin embargo, está por ver quién podría ser el catalizador que atraiga más votos en las elecciones de 2022, para articular alianzas en torno a su nombre. El país vive por ahora la fase de globo sonda, en la que varios políticos prueban su aceptación con los potenciales votantes, para trabajar en las articulaciones en torno al candidato más prestigioso. “La cuestión principal es la falta de nombre. No hay líderes en este grupo”, dice la politóloga Carolina Botelho, investigadora del Laboratorio de Neurociencia de la Universidad Mackenzie y del Laboratorio de Estudios Electorales de las universidades IESP y UERJ. Sin embargo, Roberto Freire, de Ciudadanía, es optimista respecto a una candidatura competitiva para 2022. “Todavía estamos en las primeras fases de una articulación contra el presidente. Es la fase de control de la agitación y la propaganda”, dijo Freire.

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Desde que se empezó a hablar de una vía alternativa a Lula y Bolsonaro, han quedado en el camino tres nombres: el del conocido presentador Luciano Huck, que decidió firmar un nuevo contrato con la poderosa Red Globo, el del exjuez y exministro de Justicia Sergio Moro, que se retiró del debate, y el exlíder de Novo (Nuevo) João Amoêdo, que renunció después de que los diputados de su partido insistieran en apoyar al Gobierno. Si los diálogos avanzan, es probable que otros queden por el camino.

Hasta ahora, uno de los nombres más valorados y que ya está contrastado en las encuestas es el de Ciro Gomes (PDT), que en las elecciones de 2018 quedó en tercera posición. Además, actualmente ocupa también el tercer puesto en las encuestas, con hasta un 12%, según el escenario. Pero los líderes de las otras siglas escuchadas por EL PAÍS afirman que Gomes no recibiría su apoyo en un supuesto frente amplio y no representaría esa vía de escape a la polarización entre Lula y Bolsonaro.

Gomes, exgobernador del Estado de Ceará, se identificaría con el mismo electorado que Lula y la evaluación es que, con el transcurso de la campaña, puede perder apoyo. “Ciro se ha perdido en un personaje en el que ni él mismo cree. Tenía vigor, era un candidato de izquierdas, ahora no se identifica ni con un bando ni con otro. No convence ni siquiera a los partidos de centroderecha y parece estar perdiendo el apoyo de una parte de la izquierda”, afirma la investigadora Carolina Botelho.

Otros posibles candidatos, que ya aparecen en las encuestas de opinión, son los gobernadores del PSDB João Doria Jr (São Paulo) y Eduardo Leite (Río Grande del Sur). La disputa entre los dos nombres de este partido es algo que debería resolverse en las primarias del partido previstas para finales de noviembre. Sin embargo, el rechazo hacia Doria le pone en desventaja. Según Datafolha, el paulista es el tercero más rechazado, con un 37%, detrás de Bolsonaro (59%) y Lula (38%). Leite, por su parte, se beneficia del hecho de que todavía es poco conocido y tiene un índice de rechazo mucho menor, 18%.

El objetivo del partido es, una vez definida la candidatura, alcanzar el 15% en las encuestas lo antes posible. En los escenarios probados hasta ahora, ninguno de los nombres de la tercera vía supera el 5% de apoyo. “Si alcanzamos el 15% llegaremos a ser vistos como una buena opción a la polarización y alcanzaremos rápidamente alrededor del 25% de los votos, lo que debería situarnos en la segunda vuelta. Lo difícil es llegar al 15%”, dice Marcus Pestana, exdiputado y presidente del Patronato del Instituto Teotônio Vilela, una fundación del PSDB que promueve debates políticos y prepara estrategias electorales.

El PSDB, sin embargo, está dividido entre la oposición a Bolsonaro y el apoyo a las agendas del Gobierno. ¿Cómo ser tercera vía si este grupo sigue alineado con el actual presidente? “El expresidente Tancredo Neves solía decir que, al acercarse las elecciones, el poder futuro tiene más fuerza que el poder presente. Es decir, cuando se crean expectativas de poder, los oportunistas sueltan el hueso y se reposicionan”, añade el exdiputado del PSDB. Otros partidos viven el mismo dilema, como el DEM, que pretende lanzar el nombre de Luiz Henrique Mandetta (DEM), el primer ministro de Sanidad de Bolsonaro, despedido cuando el presidente insistió en la cloroquina. El partido tiene dos ministerios en el Gobierno.

El MDB, en tanto, está dividido entre lo nuevo, con el nombre de Simone Tebet, que ha destacado en la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) de la Pandemia, y lo viejo, con la vuelta al tablero político de la figura del expresidente Michel Temer. Fue Temer quien hizo el papel del interlocutor del alto el fuego temporal de Bolsonaro con el Poder Judicial después del 7 de septiembre. Temer fue vicepresidente de Dilma Rousseff entre 2011 y 2016. Asumió la presidencia tras la destitución de Rousseff y, por ello, fue visto como un traidor por la izquierda. Hoy, sin embargo, intenta vender la imagen de pacificador, tras ayudar a Bolsonaro a desmontar la bomba de relojería que él mismo creó con las manifestaciones golpistas del 7 de septiembre. Todos son ensayos y especulaciones de un cuadro en que Lula aún reina solo como el nombre posible para derrotar a Bolsonaro.

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