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Las ‘k-popers’, el azote del uribismo en redes sociales

Miles de fanáticas del pop coreano han boicoteado las tendencias de Twitter que según ellas incitan al odio, desinforman o deslegitiman las marchas contra el Gobierno colombiano

Juan Miguel Hernández Bonilla
Miles de k-popers colombianas han saboteado las tendencias contra el paro en Twitter.
Miles de k-popers colombianas han saboteado las tendencias contra el paro en Twitter.

Si los lectores entran a la tendencia #UribeTieneLaRazón en Twitter, se encontrarán con miles de vídeos de jóvenes maquillados y bien vestidos bailando y cantando música popular coreana. No habrá rastro de los mensajes de apoyo al expresidente colombiano Álvaro Uribe con los que en un principio fue creado el hashtag. Sucede lo mismo si visitan #YoApoyoalESMAD. En vez de fotos de respaldo a los policías, verán las canciones de BTS, Wanna One, o Blackpink, algunos de los grupos más famosos de k-pop, el pop de Corea del Sur. Si lo hacen con #NoMasParo o #yonosoylucas o #LaTomaDeCali, tres ejemplos de tendencias impulsadas en los últimos días por políticos que están en contra de las protestas, hallarán imágenes de multitudinarios y coloridos conciertos en las lejanas ciudades de Busan y Seúl.

Desde que comenzó el paro nacional en Colombia, el pasado 28 de abril, miles de fanáticas (son mayoritariamente mujeres) del pop coreano han madrugado cada día a boicotear las tendencias de Twitter que según ellas incitan al odio, desinforman o se crean de forma maliciosa para deslegitimar las marchas contra el Gobierno. Las integrantes anónimas de un grupo de fans de k-pop cuentan que su técnica de saboteo digital es sencilla: identificar las tendencias que quieren tumbar y llenarlas de fancams, vídeos de canciones de sus grupos favoritos, para que las personas que entren no puedan ver los mensajes “de odio” originales de quienes las crearon.

Las jóvenes, quienes cambiaron sus fotos de perfil con los cantantes por una bandera tricolor ensangrentada que dice “Colombia está de luto. El Gobierno nos está matando”, explican que su activismo digital no es en contra de una persona específica o de un partido político o de una ideología, sino a favor de los derechos humanos. Durante el paro, su organización y su efectividad en redes sociales han protagonizado titulares de la prensa nacional, han causado el enfado de reconocidos políticos uribistas y han hecho que varias figuras públicas con millones de seguidores se pregunten cómo lo hacen, qué razones tienen y si hay algún gran líder detrás de su activismo.

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La estrategia ha incomodado tanto a la extrema derecha en Colombia, que el activista Sergio Rodríguez, cercano al exprocurador Alejandro Ordoñez y al expresidente Álvaro Uribe, impulsó una campaña en redes sociales para tratar de cerrarles las cuentas a las fanáticas del k-pop. “Como las pubertas seguidoras del k-pop están saboteando las tendencias que muestran la realidad del país y el terrorismo urbano, los invito a denunciarles la bodega siguiendo las instrucciones de este video, vamos a cerrarles las cuentas”, escribió desesperado Rodríguez.

Al contrario, Félix de Bedout y Daniel Samper Ospina, dos reconocidos periodistas colombianos, han celebrado el movimiento: “Si los k-popers con nosotros, quién contra nosotros”, “Se metieron con la generación K-Poppers. Bad Choice”, “De los #kpoppers aprendí que son un verdadero colectivo: sigo aprendiendo sobre ellos, un fenómeno muy interesante”, escribieron.

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Ángela Serrano, una fanática del pop coreano de 30 años que trabaja en servicios creativos en una empresa de tecnología y ha participado en las protestas digitales, insiste en que el k-pop es solo un género musical y que los k-popers son una comunidad de personas a las que les gusta mucho un tipo de música específica y nada más. “No somos una cultura urbana ni un partido político ni un grupo antiuribista. Somos personas que estamos de acuerdo con una causa social y queremos ayudar”, cuenta Serrano. Y agrega: “En Colombia hay k-popers fascistas, de extrema derecha, no sé cómo, pero las hay. Simplemente que las que no los somos, somos más y nos unimos para aportar y hacer protesta social aprovechando que tenemos conocimientos de redes sociales que otras personas no tienen”.


El activismo digital de las k-popers no solo ha incomodado a radicales en Colombia. En junio de 2020 boicotearon la convocatoria de un acto de campaña del entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump en Tulsa (Oklahoma) y unos días después sabotearon las tendencias racistas de Vox, el partido político de extrema derecha en España. Antes lo habían hecho en el estallido social de Chile contra el Gobierno de Sebastián Piñera.

Serrano explica que la participación de las k-popers en política comenzó con dos jóvenes estadounidenses que vieron cómo después de la muerte de George Floyd surgieron tendencias en Twitter de supremacistas blancos que defendían a los policías que lo habían asesinado. “Estas niñas decidieron subir videos de cantantes de k-pop en esas tendencias, otras fanáticas siguieron haciéndolo y el asunto se volvió viral. A la gente le gustó y le dio la vuelta al mundo”, dice orgullosa la k-poper colombiana. “No es que alguien haya dado la orden y las demás obedecieran. Fue un descontento espontáneo”.

Fue en ese momento que la comunidad de k-pop de Twitter se dio cuenta de que lo que habían hecho durante años para darles visibilidad a sus cantantes favoritos funcionaba también para apoyar otras causas. El k-pop ha tenido una presencia en redes sociales muy fuerte desde siempre porque los grupos a los que siguen son de Corea del Sur, un país relativamente pequeño con un idioma que no habla casi nadie que no viva allá, y la única forma de tener acceso a esa música ha sido a través de internet.

“Si te gusta el k-pop sí o sí vas a tener que aprender a utilizar Twitter a la perfección porque quieres lograr que tus grupos preferidos tengan el reconocimiento, los votos en concursos televisivos y la visibilidad que crees que se merecen”. Serrano explica que las fans son personas muy organizadas, comprometidas y disciplinadas. Cualquier día de la semana en las mañanas o en las noches, cuando los horarios coinciden con los de Corea, siempre va a haber un trending topic del grupo BTS. “Si podemos generar una tendencia mundial todos los días sobre pop coreano, también podemos lograr que un montón de causas contra el racismo, el clasismo y la discriminación tengan visibilidad”.

Si podemos generar una tendencia mundial todos los días sobre pop coreano, también podemos lograr que un montón de causas contra el racismo, el clasismo y la discriminación tengan visibilidad

Las integrantes del grupo de fans de BTS, que aparecen en Twitter como @BTSMyWings_Col, coinciden con Serrano: “La comunidad k-pop durante años ha estudiado el funcionamiento de las redes sociales con el fin de ser eficientes a la hora de promover a los artistas a los que seguimos. Cada una de nosotras usó este conocimiento para aplicarlo en pro de un bien mayor”, afirman. Para ellas también es importante aclarar que su activismo no es una operación coordinada ni nadie les ordena boicotear los hashtags del uribismo, “lo hacemos porque es lo que cada una de nosotras cree correcto”.

Este grupo cuenta que en el saboteo de las tendencias de Colombia también están participando personas de otros países “que se han solidarizado con los acontecimientos recientes y han tomado la decisión de ser parte del boicot”, sobre todo ha habido gente de la comunidad de Chile, México y Perú.

El algoritmo de Twitter

La clave para poner o tumbar tendencias de Twitter es entender cómo funciona el algoritmo. De acuerdo con Serrano, la aplicación escoge las tendencias del día cuando hay un gran volumen de interacción en un periodo muy corto de tiempo. “No es lo mismo que las interacciones vayan creciendo a lo largo de la mañana a que muchas personas publiquen muchas veces con el mismo numeral en 10 minutos. Así se crean las tendencias”, explica Serrano.

Otra k-poper que pidió no ser identificada prosigue: “Nosotros creamos un pico en la tendencia que queremos, la llenamos de cosas que no tienen nada que ver, sobre todo de videos de música, Twitter revisa si ese numeral es de política o de entretenimiento, y cuando ya tenemos el control sobre él, lo dejamos morir”.

Las entrevistadas están de acuerdo en que ese poder de organización sirve para tumbar un hashtag racista o fascista o para recoger dinero para una causa social o para ayudar a buscar una persona desaparecida. “Todo eso se puede lograr porque el secreto está en el orden, en el compromiso y en la cantidad de gente que lo esté haciendo simultáneamente. Nosotras somos miles en Colombia y millones en el mundo”, explica Serrano.

Además de entender el algoritmo, el éxito también se debe a que muchas k-popers tienen cuentas de Twitter con muchos seguidores. Eso genera más impacto y más interacciones. Ante la pregunta de cómo se comunican para decidir que tendencia atacar, la activista afirma que si bien hay canales de Telegram o grupos de WhatsApp especializados, estos se usan sobre todo para hablar de música.

Protestas virtuales en época de pandemia y de represión

“Hay muchas maneras de expresar nuestro descontento, una de ellas es aprovechar las redes sociales. Nosotros ya entendimos que son una herramienta muy válida para exigir nuestros derechos, son una fuerza muy grande para mostrar el poder del pueblo”, explica Serrano. En Colombia se han registrado al menos 41 muertos durante las protestas.

Las k-popers afirman que este activismo digital ha permitido quitar estigmas negativos alrededor de sus gustos musicales. “Antes nos decían que éramos unas niñitas locas y obsesionadas con Corea, que solo hablábamos de eso y no es cierto”, explican. Según Serrano, en esta discriminación que han sufrido los colectivos de fans pueden estar las raíces de su activismo. “Estos problemas sociales de violencia y de violaciones de derechos humanos han resonado tanto en la comunidad de k-pop porque el estigma hacia nosotros ha sido impresionante. Hemos sido perseguidas”, dice.

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Sobre la firma

Juan Miguel Hernández Bonilla
Periodista de EL PAÍS en Colombia. Ha trabajado en Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS, en Madrid, y en la Unidad Investigativa de El Espectador, en Bogotá. En 2020 fue ganador del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Estudió periodismo y literatura en la Universidad Javeriana.

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