El uso de un monumento por la paz aviva el malestar social en Colombia
El mundo del arte protesta por la presencia del presidente Iván Duque en una instalación encargada a la artista Doris Salcedo sobre los acuerdos con las FARC
La escena pasó inadvertida. En medio de la crisis que azota Colombia y que ha causado al menos 41 muertos, una reunión del presidente Iván Duque con un grupo de sacerdotes para tratar de desactivar las protestas sociales transcurrió sin mucho eco. Las alertas del mundo del arte colombiano saltaron cuando se supo que el encuentro se había producido en Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria, monumento conmemorativo del acuerdo de paz con las FARC que contiene una obra homónima encargada a la reconocida artista Doris Salcedo.
La pieza se construyó en 2018 con más de 8.000 armas que entregaron los exguerrilleros y que la creadora, junto a mujeres víctimas de abuso sexual, fundió y convirtió en 1.300 placas metálicas sobre las cuales se puede caminar. Está en una casona considerada un lugar para la memoria y el homenaje, muy cerca de la Casa de Nariño, sede de Gobierno. Está pensado también como un espacio para la exposición, cada año y durante medio siglo, que es el tiempo que duró la guerra, de la obra de artistas colombianos o extranjeros.
En el mundo del arte ha molestado que el Gobierno la usara como espacio de reuniones y que la obra Salam Tristesse Irak 2016-2020, de Francis Alÿs, que se exponía en las paredes del espacio, fuera cubierta de blanco para el evento del presidente Duque. El Ministerio de Cultura confirmó a EL PAÍS que, tras la polémica, el artista belga pidió desmontar su exposición. “Aunque lamentamos profundamente [la decisión de Alÿs], fue respetada por los miembros del comité artístico. Desde el 12 de mayo se inició el proceso de desmonte y por lo tanto el museo continuará cerrado incluso si las medidas de restricción con motivo de la tercera ola del covid fueran levantadas”, indicó el ministerio por escrito.
La artista colombiana Doris Salcedo declaró a Hyperallergic, medio especializado en cultura contemporánea, que Fragmentos había sido utilizado “abusivamente, rompiendo todas las normas internacionales de conservación y derechos de autor”. El Ejecutivo asegura que “el espacio se escogió dada su importancia simbólica al haber sido creado para promover la construcción de diálogos y reflexiones” y, continúa, “en ningún momento se rompió alguna norma nacional o internacional en el uso del espacio”.
Para algunos artistas y comisarios, se trata de otro acto que refleja el desinterés del Gobierno por el acuerdo de paz con las FARC. La obra fue comisionada por el expresidente Juan Manuel Santos directamente a Salcedo. “El suelo de Fragmentos contiene la rabia de mujeres víctimas de violencia sexual en el conflicto y usar el espacio como si fuera un cubo blanco es terriblemente violento. Esto podría enmarcarse dentro de la revictimización: es un espacio para honrar a las víctimas, pero se usa para organizar diálogos que buscan seguir empobreciendo a los colombianos y reprimiendo violentamente a quienes no están de acuerdo”, aseguró a EL PAÍS Valentina Gutiérrez, directora de la galería de arte Espacio El Dorado. Lucas Ospina, profesor de Artes de la Universidad de los Andes, que se acogió al paro junto a sus estudiantes, dice que el problema no es que dialoguen en el espacio, sino la utilización del lugar para “que el presidente dé declaraciones que demonizan la protesta social”.
Un Gobierno con poco amor por la cultura
La reunión en el lugar también ha sido leída como una muestra de que el Gobierno de Duque da poco valor a la cultura. El Ejecutivo promueve la “economía naranja” más enfocada en el emprendimiento, pero esta no es bien recibida por un amplio el sector artístico del país, que la considera vacía de contenido. “Así es que los gobernantes vampirizan la cultura”, dijo a través de Twitter el crítico y comisario de arte, Cuauhtémoc Medina. El debate está abierto y hay quienes consideran que la discusión debe ir más allá de la obra de Salcedo y enfocarse en la voz de los artistas contra los hechos de brutalidad policial.
Las críticas se han dirigido al ministro de Cultura, Felipe Buitrago. “Es aterradora la usurpación simbólica del lugar, pero lo más grave es que se haga desde el ministerio, que es el encargado de velar y salvaguardar el gremio”, dice Juan Sebastián Ramírez, director de la Galería Bis, de Cali.
La obra de Salcedo no ha sido el único terreno simbólico en disputa durante las protestas sociales contra el Gobierno. En Cúcuta, en la frontera con Venezuela, y en Medellín los manifestantes han hecho murales contra el Ejecutivo borrados por militares o por políticos adscritos al Centro Democrático, el partido al que pertenece el mandatario colombiano. En uno de ellos, se hacía homenaje a Lucas Villa, manifestante asesinado por civiles durante las protestas. La imagen fue destruida tal como ocurrió en 2020 con otros murales que recordaban a las víctimas de la violencia policial que se dio en Colombia en septiembre pasado.
El profesor Ospina considera que es en las calles y con expresiones como esta donde los artistas se están expresando políticamente. “El arte de las bases está dando una lección al arte de élite, que termina siendo irrelevante porque no está dispuesto a correr riesgo: usa los temas políticos, pero no actúa políticamente”.
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