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Turquía rechaza el reconocimiento del genocidio armenio por parte de Biden y convoca al embajador de EE UU

La airada protesta turca está dirigida sobre todo a la audiencia interna. Una treintena de Estados reconocen ya como un exterminio las matanzas de 1915

Un manifestante con una mascarilla en la que lleva escrito el mensaje "Fin al círculo del genocidio" durante una protesta de la diáspora armenia frente al consulado turco en Los Ángeles (EE UU), el 24 de abril de 2021.
Un manifestante con una mascarilla en la que lleva escrito el mensaje "Fin al círculo del genocidio" durante una protesta de la diáspora armenia frente al consulado turco en Los Ángeles (EE UU), el 24 de abril de 2021.DPA vía Europa Press (Europa Press)
Andrés Mourenza

Turquía ha rechazado este domingo con vehemencia el reconocimiento como genocidio de las matanzas de armenios otomanos de hace un siglo hecho ayer por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y ha convocado al embajador estadounidense en Ankara para transmitirle su protesta formal. Según ha informado el Ministerio de Exteriores, el viceministro Sedat Önal transmitió al embajador, David Satterfield, que la declaración de Washington “carece de base legal” y es “inaceptable”, además de suponer una “herida en las relaciones [bilaterales] que será difícil de reparar”. Con todo, los expertos creen que, en realidad, no afectará demasiado a unas relaciones que actualmente pasan por uno de sus peores momentos, y que en un plazo breve de tiempo cesarán las quejas turcas.

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“Rechazamos y condenamos la declaración del Presidente de EE UU sobre los sucesos de 1915. Politizar la historia no es un acto racional o moral. Es una pena que Estados Unidos sucumba a los grupos de interés y distorsione hechos históricos, a la vez que se distancia de un socio y miembro de la OTAN”, criticó el portavoz presidencial turco, Ibrahim Kalin. Tanto él como otros miembros del partido gobernante han instado a Washington a que, si quiere hallar genocidios, “mire en su propia historia”. Prácticamente toda la oposición -a excepción del partido prokurdo HDP y algunas formaciones de la izquierda extraparlamentaria, que sí reconocen el genocidio armenio- han condenado en iguales términos la declaración de Biden. Algunos comentaristas han llamado incluso a cerrar las bases militares estadounidenses en Turquía, pero ningún representante del Gobierno ha secundado esta propuesta que, en otras ocasiones, también habían utilizado como amenaza.

Las autoridades turcas rechazan la denominación “genocidio” por ser un término legal creado al término de la Segunda Guerra Mundial y consideran, por tanto, que no puede ser aplicado a hechos anteriores. Con todo, de forma extraoficial, los dirigentes turcos sí que han llegado a denominar como genocidio las matanzas de pueblos de religión musulmana -por ejemplo, los circasianos- a manos del Imperio ruso o en los Balcanes a finales del siglo XIX y principios del XX.

La historiografía oficial en Turquía ha evolucionado y ha pasado de negar completamente las matanzas de armenios en 1915 a situarlas en un contexto de desintegración, caos y limpiezas étnicas (por ejemplo, entre el siglo XIX y 1923, hasta cinco millones de musulmanes y turcos fueron expulsados del imperio ruso y los Balcanes hacia territorio otomano, y cientos de miles murieron). Historiadores armenios estiman que la matanza superó el millón y medio de personas; otros expertos rebajan esa cifra.

Desde 2015, cada 24 de abril, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, extiende un mensaje de condolencias al Patriarca Armenio de Estambul por las matanzas de 1915: “Conmemoro con respeto a los armenios otomanos que perdieron sus vidas en las difíciles condiciones de la Primera Guerra Mundial y extiendo mis condolencias a sus nietos”.

Espada de Damocles

La palabra “genocidio” siempre ha pendido como una espada de Damocles en las relaciones entre Turquía y otros países, con amenazas de que un reconocimiento podría dañar los lazos bilaterales. Sin embargo, la realidad es que tras las pataletas iniciales, las relaciones han vuelto a su cauce al cabo de unos meses. Ha ocurrido así con la treintena de países que reconoce oficialmente el genocidio, como, por ejemplo, Alemania, Italia, Rusia o Venezuela.

“Es la respuesta más contenida que podía dar Turquía”, tuiteó Ian Bremmer, presidente de la compañía de riesgo político Eurasia Group, subrayando que Ankara ni siquiera ha llamado a consultas a su embajador en Washington y tampoco ha suspendido la reunión que mantendrán Biden y Erdogan el próximo junio durante la cumbre de la OTAN, alianza de la que ambos son socios.

Este encuentro entre ambos líderes se pactó el pasado viernes cuando Biden telefoneó a Erdogan y mantuvo su primera conversación con el líder turco desde su elección como presidente de EE UU. En esa conversación, el mandatario estadounidense puso sobre aviso a su homólogo turco de que utilizaría la palabra genocidio en su declaración del 24 de abril, fecha en la que -en 1915- se detuvo a de decenas de intelectuales armenios de Estambul y, para los armenios, marca el inicio de las deportaciones a los desiertos de Siria y del genocidio.

Las relaciones entre Estados Unidos y Turquía pasan por uno de sus peores momentos del último medio siglo, pero esa reunión de junio podría servir para empezar a reconducir la situación y tratar los temas que, de verdad, separan a ambos países: el apoyo de Washington a las milicias kurdo-sirias que Ankara considera terroristas; el futuro del sistema de misiles ruso S400 adquirido por Turquía y por lo que EE UU ha impuesto sanciones; la expulsión de Turquía del programa de fabricación de cazas F35 y las sanciones pendientes a un banco turco por su utilización para burlar las sanciones de estadounidenses contra Irán.

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